Huelga a la Japonesa, una leyebda urbana
Cada vez que hay una huelga, alguien comenta que sería curioso que hicieran una “huelga a la japonesa”. Pero en realidad, este concepto es una leyenda urbana y no tiene relación alguna con la realidad laboral japonesa.
En japonés, huelga es ストライキ (sutoraiki), que viene del inglés strike. Aunque en muchas pancartas veremos escrito スト決行中 (Suto kekkō chū) donde sólo se utilizan los dos primeros caracteres en katakana de la palabra huelga en japonés, y que vendría a significar “A la huelga”.
¿Cómo es la supuesta huelga a la japonesa?
Gran parte de los españoles y latinoamericanos asocian el concepto de huelga a la japonesa con trabajar más como medida de presión. La base de la idea está en una fábrica de automóviles en un momento en el que los coches se hacían casi bajo pedido y en la que, como medida de presión, los trabajadores comenzarían a ensamblar coches con un nivel de acabado estándar pero no solicitados por los clientes. Esto generaría un exceso de producción que la empresa sería incapaz de poner en el mercado, causándole así un grave perjuicio económico.
Este es el concepto base, pero seguro que habréis escuchado hablar de huelga a la japonesa en casi cualquier sector, que no sería más que trabajar más de la cuenta y con más ahínco. Pero como os digo, esto no es más que una leyenda urbana muy común en España y Latinoamérica.
Huelga en Japón. Imagen de Hiroshima Rentai-Union.
¿Hay algo de verdad en todo esto? Las leyendas urbanas a menudo suelen tener una cierta base real, y en este caso, nos podemos ir hasta 1940, cuando una Toyota con poca capacidad financiera tuvo que poner en práctica medidas baratas para mejorar su productividad. El sistema just in time que tan famoso sería posteriormente fue introducido parcialmente, así como la estandarización de procesos y otros cambios. Muchas de estas nuevas medidas restaron importancia a la forma cuidadosa y personalizada en la que se hacían los automóviles hasta ese momento, pero el cambio ya estaba en marcha.
A finales de la década de 1940, Toyota había conseguido incrementar su productividad enormemente, pero a la vez, había acumulado muchísimo inventario debido a la sobreproducción en un momento de recesión. Y ante el temor a la bancarrota, Toyota tuvo que despedir a una gran parte de sus empleados, lo que ocasionó una importante y larga huelga en 1950.
Huelga en Japón. Imagen de 愛労連(ブログ).
Como comenta el profesor Fujimoto Takahiro de la Universidad de Tokio en The Evolution of a Manufacturing System at Toyota, “se dice que detrás de la crisis estaban los conflictos entre los capataces de tipo artesano que intentaban preservar su poder tradicional en la planta de producción, y los gerentes de Toyota que estaban introduciendo métodos de producción estandarizados”. Es decir, que sí hubo sobreproducción, y sí que había una diferencia en la forma de ensamblar los coches, pero fue algo anterior a la huelga, no la forma de ponerse en huelga de los trabajadores.
El derecho a la huelga en Japón
En diciembre de 1945, y con la ocupación de Estados Unidos recién estrenada, se aprobó la Ley de Sindicatos que reconocía oficialmente a los sindicatos como los agentes para la negociación colectiva con la empresa, y recogía explícitamente el derecho a la huelga. Un año después, en 1946, la Ley de Ajuste de las Relaciones Laborales prohibió a policías, bomberos y funcionarios del gobierno hacer huelga. En 1948 esta prohibición se amplió a todos los empleados de servicios públicos, como empleados de ferrocarril, empleados del servicio postal, profesores, etc. Y desde entonces sigue estando en vigor.
Huelga en servicios ferroviarios en Japón en 1973. Imagen de newsshinshi.
Lo curioso de las huelgas japoneses es que no suelen continuar más allá de unos pocos días, como mucho. Incluso es común que haya huelgas de una o dos horas, y que luego se continúe con la jornada laboral como si nada. De hecho, el concepto de huelga es casi el contrario que el que tenemos en occidente: no marca el final de una negociación sin éxito, sino que es un punto de partida para esa negociación, como comenta Hanami Tadashi en Conflict and Its Resolution in Industrial Relations and Labour Law. Y es que en Japón la huelga no es la herramienta que se use con más frecuencia para resolver una disputa laboral. En Japón, de hecho, cuando se quiere protestar, es más frecuente que haya una huelga pasiva (lo que en inglés sería un slowdown o go-slow), en el que los empleados buscar reducir su productividad pero sin dejar de trabajar, o incluso una huelga de celo (en inglés, work-to-rule), es decir, seguir trabajando pero ciñéndose de forma escrupulosa a los manuales de seguridad laboral, higiene, evitando excepciones que a menudo se hacen para que la empresa sea más rápida y productiva. Ambos tipos de protesta labora son mecanismos perfectamente legales en Japón, además.
¿Cómo es una huelga japonesa en realidad?
En Japón las huelgas tienen una duración bastante limitada, de un día o incluso de unas pocas horas, y se realizan al principio del proceso de negociación con la empresa. Además, la huelga se acuerda con antelación con la propia empresa y su objetivo no es el de interrumpir la producción o causar daños serios. Los huelguistas suelen utilizan pancartas y se manifiestan pacíficamente, en lo que para ellos es una muestra de fuerza pero para la mentalidad nuestra resultaría una huelga bastante descafeinada.
Una huelga de profesores en Osaka. Imagen de A&U大阪.
De hecho, podéis leer el blog de un inglés que vivía en Takaoka y fue testigo de una huelga. Y comenta todo extrañado que la primera vez que se hizo huelga fue de 8:30 a 9:00 de la mañana, media hora nada más, para no entorpecer el trabajo diario. Y cuando no dio resultado, armados de valor, los huelguistas convocaron un paro de una hora, de 17:30 a 18:30, justo a la hora a la que acababa la jornada laboral. Sorprendente, ¿verdad?
En cualquier caso, las huelgas en Japón no siempre fueron así de tranquilas, y sobre todo tras el final de la Segunda Guerra Mundial, hubo sus más y sus menos, con huelgas en sectores tan claves como los de automoción, siderurgia y electricidad, con duraciones en algunos casos de meses (la de Toyota que ya os he contado fue una de ellas, aunque Nissan también tuvo otra importante). En las décadas de 1960 y 1970, momentos de gran crecimiento económico, hubo también una conflictividad laboral creciente sobre todo a partir de la crisis del petróleo, cuando hubo despidos y recortes.
De todas formas, las protestas laborales más graves que ha habido en Japón han sido en general por motivos de reducción de plantilla, y no tanto por peticiones de aumento de salario o de mejora de condiciones laborales. Como comentan en el proyecto Cross Currents entre Estados Unidos y Japón, una de las protestas más graves tuvo lugar en la mina de carbón Miike, situada en Kyushu, entre 1959 y 1960. Mitsui, la compañía propietaria, anunció el cierre de la mina en 1959, lo que suponía que miles de mineros se quedaran sin trabajo. Así que fueron a la huelga y el conflicto duró más de un año. Los mineros recibieron apoyos y simpatía de todo Japón, pero al final la empresa se salió con la suya y cerró la mina, perdiendo los mineros sus trabajos.
Huelga en la mina Miike. Foto de 1959 de Mainichi Shimbun.
Otro caso bastante notorio de huelga lo encontramos en marzo de 1973, cuando trabajadores de Japan National Railways (entonces sólo había una empresa de ferrocarriles, y era pública) fueron a la huelga y pararon los trenes por la mañana, en hora punta. Solamente en el área metropolitana de Tokio la gente que iba a trabajar ese día causó disturbios en 26 estaciones dañando trenes y estaciones por el enfado que les supuso no poder ir a trabajar. El caso fue muy notorio además de por los disturbios por el hecho de que los empleados de los ferrocarriles no tienen derecho a huelga, y pese a eso la hicieron.
En la actualidad, y pese a la crisis mundial que también afecta a Japón, y tal como comentan en Nippon.com, la incidencia de las huelgas es cada vez menor. Así, en 2010, el número de huelgas de medio día o más de duración fue de únicamente 38, con un total de participantes activos de 2.480 personas. Y hablamos de todo el año. Una cifra sin lugar a dudas ridícula para lo que estamos acostumbrados a vivir en occidente.

Cada vez que hay una huelga, alguien comenta que sería curioso que hicieran una “huelga a la japonesa”. Pero en realidad, este concepto es una leyenda urbana y no tiene relación alguna con la realidad laboral japonesa.

En japonés, huelga es ストライキ (sutoraiki), que viene del inglés strike. Aunque en muchas pancartas veremos escrito スト決行中 (Suto kekkō chū) donde sólo se utilizan los dos primeros caracteres en katakana de la palabra huelga en japonés, y que vendría a significar “A la huelga”.
¿Cómo es la supuesta huelga a la japonesa?
Gran parte de los españoles y latinoamericanos asocian el concepto de huelga a la japonesa con trabajar más como medida de presión. La base de la idea está en una fábrica de automóviles en un momento en el que los coches se hacían casi bajo pedido y en la que, como medida de presión, los trabajadores comenzarían a ensamblar coches con un nivel de acabado estándar pero no solicitados por los clientes. Esto generaría un exceso de producción que la empresa sería incapaz de poner en el mercado, causándole así un grave perjuicio económico.
Este es el concepto base, pero seguro que habréis escuchado hablar de huelga a la japonesa en casi cualquier sector, que no sería más que trabajar más de la cuenta y con más ahínco. Pero como os digo, esto no es más que una leyenda urbana muy común en España y Latinoamérica.

Huelga en Japón. Imagen de Hiroshima Rentai-Union.
¿Hay algo de verdad en todo esto? Las leyendas urbanas a menudo suelen tener una cierta base real, y en este caso, nos podemos ir hasta 1940, cuando una Toyota con poca capacidad financiera tuvo que poner en práctica medidas baratas para mejorar su productividad. El sistema just in time que tan famoso sería posteriormente fue introducido parcialmente, así como la estandarización de procesos y otros cambios. Muchas de estas nuevas medidas restaron importancia a la forma cuidadosa y personalizada en la que se hacían los automóviles hasta ese momento, pero el cambio ya estaba en marcha.
A finales de la década de 1940, Toyota había conseguido incrementar su productividad enormemente, pero a la vez, había acumulado muchísimo inventario debido a la sobreproducción en un momento de recesión. Y ante el temor a la bancarrota, Toyota tuvo que despedir a una gran parte de sus empleados, lo que ocasionó una importante y larga huelga en 1950.

Huelga en Japón. Imagen de 愛労連(ブログ).
Como comenta el profesor Fujimoto Takahiro de la Universidad de Tokio en The Evolution of a Manufacturing System at Toyota, “se dice que detrás de la crisis estaban los conflictos entre los capataces de tipo artesano que intentaban preservar su poder tradicional en la planta de producción, y los gerentes de Toyota que estaban introduciendo métodos de producción estandarizados”. Es decir, que sí hubo sobreproducción, y sí que había una diferencia en la forma de ensamblar los coches, pero fue algo anterior a la huelga, no la forma de ponerse en huelga de los trabajadores.
El derecho a la huelga en Japón
En diciembre de 1945, y con la ocupación de Estados Unidos recién estrenada, se aprobó la Ley de Sindicatos que reconocía oficialmente a los sindicatos como los agentes para la negociación colectiva con la empresa, y recogía explícitamente el derecho a la huelga. Un año después, en 1946, la Ley de Ajuste de las Relaciones Laborales prohibió a policías, bomberos y funcionarios del gobierno hacer huelga. En 1948 esta prohibición se amplió a todos los empleados de servicios públicos, como empleados de ferrocarril, empleados del servicio postal, profesores, etc. Y desde entonces sigue estando en vigor.

Huelga en servicios ferroviarios en Japón en 1973. Imagen de newsshinshi.
Lo curioso de las huelgas japoneses es que no suelen continuar más allá de unos pocos días, como mucho. Incluso es común que haya huelgas de una o dos horas, y que luego se continúe con la jornada laboral como si nada. De hecho, el concepto de huelga es casi el contrario que el que tenemos en occidente: no marca el final de una negociación sin éxito, sino que es un punto de partida para esa negociación, como comenta Hanami Tadashi en Conflict and Its Resolution in Industrial Relations and Labour Law. Y es que en Japón la huelga no es la herramienta que se use con más frecuencia para resolver una disputa laboral. En Japón, de hecho, cuando se quiere protestar, es más frecuente que haya una huelga pasiva (lo que en inglés sería un slowdown o go-slow), en el que los empleados buscar reducir su productividad pero sin dejar de trabajar, o incluso una huelga de celo (en inglés, work-to-rule), es decir, seguir trabajando pero ciñéndose de forma escrupulosa a los manuales de seguridad laboral, higiene, evitando excepciones que a menudo se hacen para que la empresa sea más rápida y productiva. Ambos tipos de protesta labora son mecanismos perfectamente legales en Japón, además.
¿Cómo es una huelga japonesa en realidad?
En Japón las huelgas tienen una duración bastante limitada, de un día o incluso de unas pocas horas, y se realizan al principio del proceso de negociación con la empresa. Además, la huelga se acuerda con antelación con la propia empresa y su objetivo no es el de interrumpir la producción o causar daños serios. Los huelguistas suelen utilizan pancartas y se manifiestan pacíficamente, en lo que para ellos es una muestra de fuerza pero para la mentalidad nuestra resultaría una huelga bastante descafeinada.

Una huelga de profesores en Osaka. Imagen de A&U大阪.
De hecho, podéis leer el blog de un inglés que vivía en Takaoka y fue testigo de una huelga. Y comenta todo extrañado que la primera vez que se hizo huelga fue de 8:30 a 9:00 de la mañana, media hora nada más, para no entorpecer el trabajo diario. Y cuando no dio resultado, armados de valor, los huelguistas convocaron un paro de una hora, de 17:30 a 18:30, justo a la hora a la que acababa la jornada laboral. Sorprendente, ¿verdad?
En cualquier caso, las huelgas en Japón no siempre fueron así de tranquilas, y sobre todo tras el final de la Segunda Guerra Mundial, hubo sus más y sus menos, con huelgas en sectores tan claves como los de automoción, siderurgia y electricidad, con duraciones en algunos casos de meses (la de Toyota que ya os he contado fue una de ellas, aunque Nissan también tuvo otra importante). En las décadas de 1960 y 1970, momentos de gran crecimiento económico, hubo también una conflictividad laboral creciente sobre todo a partir de la crisis del petróleo, cuando hubo despidos y recortes.
De todas formas, las protestas laborales más graves que ha habido en Japón han sido en general por motivos de reducción de plantilla, y no tanto por peticiones de aumento de salario o de mejora de condiciones laborales. Como comentan en el proyecto Cross Currents entre Estados Unidos y Japón, una de las protestas más graves tuvo lugar en la mina de carbón Miike, situada en Kyushu, entre 1959 y 1960. Mitsui, la compañía propietaria, anunció el cierre de la mina en 1959, lo que suponía que miles de mineros se quedaran sin trabajo. Así que fueron a la huelga y el conflicto duró más de un año. Los mineros recibieron apoyos y simpatía de todo Japón, pero al final la empresa se salió con la suya y cerró la mina, perdiendo los mineros sus trabajos.

Huelga en la mina Miike. Foto de 1959 de Mainichi Shimbun.
Otro caso bastante notorio de huelga lo encontramos en marzo de 1973, cuando trabajadores de Japan National Railways (entonces sólo había una empresa de ferrocarriles, y era pública) fueron a la huelga y pararon los trenes por la mañana, en hora punta. Solamente en el área metropolitana de Tokio la gente que iba a trabajar ese día causó disturbios en 26 estaciones dañando trenes y estaciones por el enfado que les supuso no poder ir a trabajar. El caso fue muy notorio además de por los disturbios por el hecho de que los empleados de los ferrocarriles no tienen derecho a huelga, y pese a eso la hicieron.
En la actualidad, y pese a la crisis mundial que también afecta a Japón, y tal como comentan en Nippon.com, la incidencia de las huelgas es cada vez menor. Así, en 2010, el número de huelgas de medio día o más de duración fue de únicamente 38, con un total de participantes activos de 2.480 personas. Y hablamos de todo el año. Una cifra sin lugar a dudas ridícula para lo que estamos acostumbrados a vivir en occidente.
