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Introducción al Budismo


El budismo es una doctrina filosófica y religiosa de origen indio. En el budismo no se habla de la existencia de un Dios creador, sino que se desarrolló a partir de las enseñanzas difundidas por su fundador Siddhartha Gautama (más conocido como Buda Gautama, o simplemente “el Buda”) alrededor del siglo V a. C. en la India. Con el paso de los siglos, el budismo se propagaría por gran parte del continente asiático, y hoy por hoy es en número de seguidores una de las grandes religiones del planeta.


Estatua del Buda Gautama del siglo IV a. C. en la ciudad de Sarnath, distrito de Benarés, estado de Uttar Pradesh, India.

La palabra Buda puede ser traducida como «el despierto» o «el iluminado». Una persona que alcanza el despertar espiritual, cuando se libera del sufrimiento, se denomina buda. El propósito principal de la enseñanza budista comprende la posibilidad de alcanzar una liberación total y real de la negatividad y de las emociones que producen el sufrimiento.


El Dharma y las Cuatro Nobles Verdades

El conjunto de enseñanzas del budismo se conocen como Dharma. Las enseñanzas base del budismo son las Cuatro Nobles Verdades:

La primera Verdad nos dice que ‘la vida es sufrimiento’.
En la vida hay dolor, enfermedades y al final la muerte. También hay sufrimiento mental como el miedo, la ira, la frustración, la envidia, la decepción, etc.
Esto no se debe interpretar como pesimismo, ya que Buda es consciente de que también hay felicidad. En realidad lo que el budismo enseña es que se puede erradicar el sufrimiento y lograr la felicidad.

La segunda Verdad es que el sufrimiento es resultado de los deseos y de la ignorancia.
Llegar a Nirvana es llegar a un estado en el cual nos liberamos del sufrimiento. La condición humana nos demuestra que un deseo cumplido puede resultar en el surgimiento de un nuevo deseo. Somos avariciosos, egoístas, y un deseo cumplido puede resultar en la formación de una nueva atadura.

La tercera Noble Verdad dice que se puede superar el sufrimiento.
Es posible lograr la verdadera felicidad. Tenemos que concentrarnos en conocer las causas de nuestro sufrimiento, neutralizar esa ignorancia y orientar nuestra vida a superarlo.

La cuarta Noble Verdad es que se puede superar el sufrimiento (es decir, alcanzar el Nirvana) si uno sigue el Noble Camino Óctuple. Su representación es la Rueda del Dharma, símbolo más universal del budismo, en la cual cada rayo representa un elemento del sendero. Los ocho elementos se subdividen en tres categorías básicas: sabiduría, conducta ética y entrenamiento de la mente (o meditación).



La Rueda del Dharma


El karma y el renacimiento

Se suele pensar erróneamente que el karma es una forma de retribución universal divina. Sin embargo, muy al contrario, la ley del karma sólo sugiere que toda acción tiene sus consecuencias.

Los actos tienen consecuencias. Para el budismo, todo surge en base a algo, todo tiene una causa. Lo que somos ahora es el resultado de las condiciones de nuestro pasado. Lo que seremos en el futuro estará determinado por las condiciones del presente y uno de los factores determinantes principales de lo que seremos en el futuro es nuestro comportamiento actual.

Nuestros actos determinan lo que somos. Esta premisa hace posible una vida espiritual y el Buda así lo entendió. Al empezar a cambiar nuestro comportamiento también comenzamos a hacernos diferentes. No estamos predestinados a repetir las pautas de comportamiento del pasado, volviendo a ser la misma persona una y otra vez, sino que podemos convertirnos en una nueva persona.

Para el budismo, no existe la reencarnación en la cual un espíritu deja un cuerpo ya gastado y pasa a formar parte de un cuerpo nuevo. El budismo habla de renacimiento. Todos los seres con consciencia aparecen y desaparecen en virtud del karma, el mecanismo de causa y efecto. Así, los efectos que son consecuencias de las acciones de un individuo se manifestarán con el tiempo, ya sea mientras el individuo está todavía vivo o después de su muerte.

Podemos decir que el proceso de renacer tiene lugar a lo largo de la vida. De hecho da la impresión de que morimos y renacemos continuamente. Así, como siempre nos renovamos, nunca somos exactamente los mismos de un día para otro.




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