Islam y libertad de pensamiento
Solemos relacionar el mes de octubre con brujas y jamás con el libre pensamiento. Sin embargo ayer, 12 de octubre, se celebró el día del secularismo a nivel mundial, cumpliéndose 322 años de la tortura y ejecución de brujas en Salem (Massachusetts), como parte de una iniciativa religiosa. Este día marca el fin de la caza de brujas luego de que el gobernador anunciara que, desde ese día en adelante, ninguna persona acusada de brujería sería encarcelada hasta que se encuentre culpable por una corte.
El Estado Islámico de Irak y Siria (EIIS) liderado por Abu Bakr al-Baghdadi, que ahora se hace llamar el califa Ibrahim, aprovechó el inicio del Ramadán de este año para comunicar al mundo la restauración del califato y su autoproclamación como autoridad política y espiritual de todos los musulmanes. Además, rebautizó el califato como Estado Islámico (EI). “Todo lo que contradiga las creencias está prohibido; cualquiera que siga lo que ellos rechazan es un apóstata, debe morir”, confirmó recientemente un desertor anónimo.
Lamentablemente, la creación del EI es una de las consecuencias de la guerra que derrocó al dictador iraquí, Saddam Hussein. La destrucción del régimen secular iraquí (sunita) sumada a la politizada decisión de Obama de regresar sus tropas del Medio Oriente creó un vacío de poder que ahora ocupa el EI. Además, la primavera árabe de inicios del 2011 dio pie a la aparición de grupos militares radicales para derribar al gobierno sirio e instaurar un régimen islámico, muy distinto al sueño democrático de los opositores moderados de Siria. El EI ya tiene bajo su dominio una buena franja de Siria e Irak.
Tanto Al-Qaeda como el EI consideran que libran una yihad (concepto del islam que describe una obligación o compromiso religioso) contra un régimen apóstata y persiguen la instauración de un califato islámico regido por la sharia (código moral y religioso del Islam). Sus diferencias, por lo tanto, no son ideológicas ni doctrinales, sino más bien basadas en rivalidades personales. Hoy ambos compiten por dirigir el movimiento yihadista internacional.
Salman Rushdie, angloindio perseguido y sentenciado a muerte por el ayatolá Jamenei debido a su revelador libro sobre el Islam, dijo en una entrevista con respecto a este estado religioso que se extiende en el Medio Oriente:
“(Los jóvenes) quieren paz, quieren libertades, quieren poder decir lo que piensan sin ir a la cárcel. Son deseos universales. Creo que eso sigue siendo, en general, la voluntad subyacente. Ahora bien: ¿cuándo llegará esto? No tengo ni la más remota idea”.
Las recientes decapitaciones de los periodistas occidentales y su uso de las redes sociales para el efecto shock demuestran la brutal violencia a la que puede llegar el fanatismo de un estado religioso que bloquea la libertad de pensamiento. Este tipo de sucesos nos alejan de cualquier rastro de civilización y nos retroceden a tiempos como los de la caza de brujas de Salem, donde gente inocente fue decapitada por motivos religiosos.
El día del secularismo debe servirnos tanto a creyentes como no creyentes para celebrar la libertad de pensamiento y esperar que la religión, tenga la denominación que tenga, no sea usada como bandera para destruir vidas.
http://www.eluniverso.com/opinion/2014/10/13/nota/4099186/islam-libertad-pensamiento

Solemos relacionar el mes de octubre con brujas y jamás con el libre pensamiento. Sin embargo ayer, 12 de octubre, se celebró el día del secularismo a nivel mundial, cumpliéndose 322 años de la tortura y ejecución de brujas en Salem (Massachusetts), como parte de una iniciativa religiosa. Este día marca el fin de la caza de brujas luego de que el gobernador anunciara que, desde ese día en adelante, ninguna persona acusada de brujería sería encarcelada hasta que se encuentre culpable por una corte.
El Estado Islámico de Irak y Siria (EIIS) liderado por Abu Bakr al-Baghdadi, que ahora se hace llamar el califa Ibrahim, aprovechó el inicio del Ramadán de este año para comunicar al mundo la restauración del califato y su autoproclamación como autoridad política y espiritual de todos los musulmanes. Además, rebautizó el califato como Estado Islámico (EI). “Todo lo que contradiga las creencias está prohibido; cualquiera que siga lo que ellos rechazan es un apóstata, debe morir”, confirmó recientemente un desertor anónimo.
Lamentablemente, la creación del EI es una de las consecuencias de la guerra que derrocó al dictador iraquí, Saddam Hussein. La destrucción del régimen secular iraquí (sunita) sumada a la politizada decisión de Obama de regresar sus tropas del Medio Oriente creó un vacío de poder que ahora ocupa el EI. Además, la primavera árabe de inicios del 2011 dio pie a la aparición de grupos militares radicales para derribar al gobierno sirio e instaurar un régimen islámico, muy distinto al sueño democrático de los opositores moderados de Siria. El EI ya tiene bajo su dominio una buena franja de Siria e Irak.
Tanto Al-Qaeda como el EI consideran que libran una yihad (concepto del islam que describe una obligación o compromiso religioso) contra un régimen apóstata y persiguen la instauración de un califato islámico regido por la sharia (código moral y religioso del Islam). Sus diferencias, por lo tanto, no son ideológicas ni doctrinales, sino más bien basadas en rivalidades personales. Hoy ambos compiten por dirigir el movimiento yihadista internacional.
Salman Rushdie, angloindio perseguido y sentenciado a muerte por el ayatolá Jamenei debido a su revelador libro sobre el Islam, dijo en una entrevista con respecto a este estado religioso que se extiende en el Medio Oriente:
“(Los jóvenes) quieren paz, quieren libertades, quieren poder decir lo que piensan sin ir a la cárcel. Son deseos universales. Creo que eso sigue siendo, en general, la voluntad subyacente. Ahora bien: ¿cuándo llegará esto? No tengo ni la más remota idea”.
Las recientes decapitaciones de los periodistas occidentales y su uso de las redes sociales para el efecto shock demuestran la brutal violencia a la que puede llegar el fanatismo de un estado religioso que bloquea la libertad de pensamiento. Este tipo de sucesos nos alejan de cualquier rastro de civilización y nos retroceden a tiempos como los de la caza de brujas de Salem, donde gente inocente fue decapitada por motivos religiosos.
El día del secularismo debe servirnos tanto a creyentes como no creyentes para celebrar la libertad de pensamiento y esperar que la religión, tenga la denominación que tenga, no sea usada como bandera para destruir vidas.
http://www.eluniverso.com/opinion/2014/10/13/nota/4099186/islam-libertad-pensamiento