Christopher Johnson McCandless era un chico normal. Tenía 22 años, vivía con sus padres y su hermana, tenía su propio coche, acababa de licenciarse y en teoría era una persona feliz. Pero él no se sentía así. Se puede decir que odiaba esa vida materialista. Era un entusiasta lector de Jack London y Leon Tolstoi y buscaba hacerse a si mismo. Quería saber qué era realmente la felicidad, quería vivir experiencias que le enriquecieran, que le hicieran salir de su vida acomodada en Virginia, de los problemas con sus padres. Además lo tenía claro, no hacía falta nada más que estar en paz con la naturaleza para sentirse en plenitud. Su único objetivo era llegar a Alaska, descubrir qué se siente en la soledad de las llanuras heladas, sin apenas nada que comer, pero en armonía con "lo salvaje".
Comienza la aventura
En el verano de 1990, sin previo aviso, se va. Huye de la sociedad material. No se lo comunica a su padre, ni a su madre, ni a su, hasta ese momento, inseparable hermana. Abandona su coche y una parte de su dinero lo dona y la otra lo quema. Cambia de nombre, ya no es Christopher McCandless, ahora es Alex Supertramp. Sus primeras etapas le llevan hasta el Oeste, llegando incluso a cruzar en kayak hasta México. Por el camino conoce a infinidad de personas, cada una con sus peculiaridades: una pareja de daneses, una familia hippie, unos recolectores de trigo. En Los Ángeles se siente tentado a abandonar su viaje, pero enseguida se da cuenta que no, que debe seguir, debe ir a Alaska y reconciliarse con el mundo, con la vida. En ese viaje conoce a gente, pero también tiene momentos de introspección, de riqueza interior.
Continúa su trayecto. Lleva más de un año fuera de su casa, sin apenas contacto con la urbe, ni siquiera con su familia. Sus padres están desesperados, y la desaparición voluntaria de su hijo les llega a unir. Su hermana le comprende, pero no entiende que ni siquiera hable con ella, ni le escriba. En ese momento Alex ya está en la frontera con Alaska tras su última parada en casa de un adorable anciano solitario. Se niega a recibir cualquier ayuda, solamente acepta un poco de comida, un rifle y unas botas para el frío. En Abril de 1992 llega a Stampede Trail, Alaska. En mitad de la nieve encuentra un autobús abandonado donde decide instalarse.
El error de Christopher
Su alimentación constaba de aves y puercoespines. La única vez que consiguió matar a un reno, no se lo pudo comer porque los gusanos llegaron antes. Pero en ese tiempo lo que hace es pensar, intentar comprender qué es lo que mueve al mundo, convencerse de que no hace falta estar rodeado de gente para ser feliz, sino que basta con estar en paz con la naturaleza. En Julio decide irse de ese lugar, pero no puede. El río que antes había atravesado, ha crecido debido al deshielo. La comida escasea y se decide a probar los vegetales de la zona. Algunos de ellos son venenosos, y ocurre. Sin saberlo, prueba una baya no comestible, y tras 113 días de aislamiento y reflexión interior, más de dos años fuera de su casa, Alex Supertramp muere de inanición en una larga agonía. Su cuerpo es encontrado dos semanas después por unos cazadores dentro del autobús. En ese instante apenas pesaba 30 kilos. En la puerta rezaba la siguiente inscripción:
“S.O.S, necesito ayuda. Estoy herido, cerca de morir, y demasiado débil para hacer una caminata. Estoy completamente solo, no es ningún chiste. En el nombre de Dios, por favor permanezcan aquí para salvarme. Estoy recolectando bayas cerca de aquí y volveré esta tarde. Gracias, Chris McCandless. Agosto?”
Sus palabras finales, escritas en su diario cuando era consciente de que iba a morir, eran: “he tenido una vida feliz y doy gracias al Señor. Adiós, bendiciones a todos”. Testimonios de guardas de la reserva de Alaska tildaron de loco y dramático a Supertramp. Le criticaban que no llevara un mapa de la zona, pues a solo 6 millas había un puente para cruzar el río, y había casetas por toda la zona donde podría haber conseguido comida. Aún así, y tras conocer su historia, para algunos era un héroe, un ejemplo a seguir por su tenacidad y ganas de conseguir su sueño. Para otros, un cobarde que huyó de su vida y que “suicidó” por su inmadurez y falta de experiencia.
La historia de Christopher McCandless en la literatura y el cine
Destacar a modo de conclusión que a quien le interesa la historia, puede leer el libro basado en esta historia de Jon Krakauer “Hacia Rutas Salvajes”, o también puede ver la película dirigida por Sean Penn con el mismo nombre, que cuenta con una magnífica banda sonora de Eddie Vedder.
Destacar a modo de conclusión que a quien le interesa la historia, puede leer el libro basado en esta historia de Jon Krakauer “Hacia Rutas Salvajes”, o también puede ver la película dirigida por Sean Penn con el mismo nombre, que cuenta con una magnífica banda sonora de Eddie Vedder.

Comienza la aventura
En el verano de 1990, sin previo aviso, se va. Huye de la sociedad material. No se lo comunica a su padre, ni a su madre, ni a su, hasta ese momento, inseparable hermana. Abandona su coche y una parte de su dinero lo dona y la otra lo quema. Cambia de nombre, ya no es Christopher McCandless, ahora es Alex Supertramp. Sus primeras etapas le llevan hasta el Oeste, llegando incluso a cruzar en kayak hasta México. Por el camino conoce a infinidad de personas, cada una con sus peculiaridades: una pareja de daneses, una familia hippie, unos recolectores de trigo. En Los Ángeles se siente tentado a abandonar su viaje, pero enseguida se da cuenta que no, que debe seguir, debe ir a Alaska y reconciliarse con el mundo, con la vida. En ese viaje conoce a gente, pero también tiene momentos de introspección, de riqueza interior.
Continúa su trayecto. Lleva más de un año fuera de su casa, sin apenas contacto con la urbe, ni siquiera con su familia. Sus padres están desesperados, y la desaparición voluntaria de su hijo les llega a unir. Su hermana le comprende, pero no entiende que ni siquiera hable con ella, ni le escriba. En ese momento Alex ya está en la frontera con Alaska tras su última parada en casa de un adorable anciano solitario. Se niega a recibir cualquier ayuda, solamente acepta un poco de comida, un rifle y unas botas para el frío. En Abril de 1992 llega a Stampede Trail, Alaska. En mitad de la nieve encuentra un autobús abandonado donde decide instalarse.

El error de Christopher
Su alimentación constaba de aves y puercoespines. La única vez que consiguió matar a un reno, no se lo pudo comer porque los gusanos llegaron antes. Pero en ese tiempo lo que hace es pensar, intentar comprender qué es lo que mueve al mundo, convencerse de que no hace falta estar rodeado de gente para ser feliz, sino que basta con estar en paz con la naturaleza. En Julio decide irse de ese lugar, pero no puede. El río que antes había atravesado, ha crecido debido al deshielo. La comida escasea y se decide a probar los vegetales de la zona. Algunos de ellos son venenosos, y ocurre. Sin saberlo, prueba una baya no comestible, y tras 113 días de aislamiento y reflexión interior, más de dos años fuera de su casa, Alex Supertramp muere de inanición en una larga agonía. Su cuerpo es encontrado dos semanas después por unos cazadores dentro del autobús. En ese instante apenas pesaba 30 kilos. En la puerta rezaba la siguiente inscripción:
“S.O.S, necesito ayuda. Estoy herido, cerca de morir, y demasiado débil para hacer una caminata. Estoy completamente solo, no es ningún chiste. En el nombre de Dios, por favor permanezcan aquí para salvarme. Estoy recolectando bayas cerca de aquí y volveré esta tarde. Gracias, Chris McCandless. Agosto?”
Sus palabras finales, escritas en su diario cuando era consciente de que iba a morir, eran: “he tenido una vida feliz y doy gracias al Señor. Adiós, bendiciones a todos”. Testimonios de guardas de la reserva de Alaska tildaron de loco y dramático a Supertramp. Le criticaban que no llevara un mapa de la zona, pues a solo 6 millas había un puente para cruzar el río, y había casetas por toda la zona donde podría haber conseguido comida. Aún así, y tras conocer su historia, para algunos era un héroe, un ejemplo a seguir por su tenacidad y ganas de conseguir su sueño. Para otros, un cobarde que huyó de su vida y que “suicidó” por su inmadurez y falta de experiencia.

La historia de Christopher McCandless en la literatura y el cine
Destacar a modo de conclusión que a quien le interesa la historia, puede leer el libro basado en esta historia de Jon Krakauer “Hacia Rutas Salvajes”, o también puede ver la película dirigida por Sean Penn con el mismo nombre, que cuenta con una magnífica banda sonora de Eddie Vedder.
Destacar a modo de conclusión que a quien le interesa la historia, puede leer el libro basado en esta historia de Jon Krakauer “Hacia Rutas Salvajes”, o también puede ver la película dirigida por Sean Penn con el mismo nombre, que cuenta con una magnífica banda sonora de Eddie Vedder.