El padre Jorge Hernández narró a su familia como es sobrevivir en la franja de Gaza. Con 29 chicos discapacitados a su cuidado, más algunas mujeres con bebés y un grupo de monjas, está refugiado en la capilla, la única católica que existe en el territorio. Según narró su hermana en la radio MDZ, "Contó que anoche (por el jueves) por primera vez en muchos días, no hubo bombardeos y esta mañana pudieron desayunar todos juntos, los chicos, las madres y los ancianos".
La familia expresó que el sacerdote les dijo que "La falta de agua potable es desesperante, es mi mayor preocupación. La gente está bebiendo agua servida, contaminada de basura y sangre". "Hay hambre, no dejan entrar alimentos y tampoco se lo permiten a la ONU y los organismos mundiales que podrían hacerlo" contó vía telefónica, al tiempo que solicitó que sus padres, que están enfermos, les ha pedido que no miren las noticias para no preocuparlos y que él tratará de seguir comunicándose cada día.
Comentó la hermana que el problema es cómo sobrevive la gente. Explicó que su hermano le dice que lo que más perjudica es no tener agua potable: "En la desesperación, (la gente) ha empezado a tomar agua de mar. Gracias a Dios, él todavía tiene algunos recursos pero al tener a su cargo a las refugiadas que son mujeres con bebés y 29 chicos discapacitados, la higiene es necesaria y nos dice que no le queda mucho más por dar".
En seis años que lleva en la zona de conflicto es la tercera vez que le toca sufrir las la agresión y los bombardeos. "Es la sangrienta guerra, apuntada a los niños, a las mujeres, a la gente que sufre" narró Jorge.
Según, Marcelo Gallardo, que integra la congregación del Verbo Encarnado en Medio Oriente "Se le hace muy difícil escribir y comunicarse en estos momentos y tiene apenas un par de horas diarias de electricidad con los generadores, en las que aprovecha para cargar los celulares".

La familia expresó que el sacerdote les dijo que "La falta de agua potable es desesperante, es mi mayor preocupación. La gente está bebiendo agua servida, contaminada de basura y sangre". "Hay hambre, no dejan entrar alimentos y tampoco se lo permiten a la ONU y los organismos mundiales que podrían hacerlo" contó vía telefónica, al tiempo que solicitó que sus padres, que están enfermos, les ha pedido que no miren las noticias para no preocuparlos y que él tratará de seguir comunicándose cada día.
Comentó la hermana que el problema es cómo sobrevive la gente. Explicó que su hermano le dice que lo que más perjudica es no tener agua potable: "En la desesperación, (la gente) ha empezado a tomar agua de mar. Gracias a Dios, él todavía tiene algunos recursos pero al tener a su cargo a las refugiadas que son mujeres con bebés y 29 chicos discapacitados, la higiene es necesaria y nos dice que no le queda mucho más por dar".
En seis años que lleva en la zona de conflicto es la tercera vez que le toca sufrir las la agresión y los bombardeos. "Es la sangrienta guerra, apuntada a los niños, a las mujeres, a la gente que sufre" narró Jorge.
Según, Marcelo Gallardo, que integra la congregación del Verbo Encarnado en Medio Oriente "Se le hace muy difícil escribir y comunicarse en estos momentos y tiene apenas un par de horas diarias de electricidad con los generadores, en las que aprovecha para cargar los celulares".