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Si bien en la práctica sería muy discutible, la República Popular China se considera a sí misma una nación comunista. Más allá de las consecuencias sociales o económicas que esto pudiera implicar, en términos religiosos esto significa que el Estado, aunque según la Constitución garantiza la libertad de cultos, no se identifica con ninguna fe en particular e incluso se llega a mostrar hostil con ellas. Sólo están autorizadas un cierto número de entidades religiosas; todo lo que se salga de ahí es reprimido y perseguido. En el caso del cristianismo la situación es particularmente dura. El número de iglesias "legales" es muy pequeño para los 65 millones de creyentes que se estima que hay en el país. Por eso, muchos de ellos recurren a templos clandestinos, camuflados en residencias particulares o en locales comerciales, para huir del acoso gubernamental.


El número de cristianos crece muy rápidamente, así que una de las ceremonias más repetidas es la del bautizo, que se hace también con adultos.
Crédito: Kevin Frayer/Getty Images


Un pastor dirige una ceremonia en una iglesia protestante clandestina de Pekín. Muchos de los lugares de culto están camuflados en sótanos en esta y otras ciudades.
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El sacerdote, vestido de negro y micrófono en mano, es quien guía a la comunidad en su oración.
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Aunque la iglesia no sea como las occidentales y en lugar de grandes bancos de madera haya sillas metálicas, los cristianos participan en la misa con gran devoción.
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Uno de los momentos más emocionantes es cuando un fiel nuevo se convierte. Esta chica, que ha asistido a su primera misa, es abrazada y felicitada por otros miembros de la comunidad.
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Parte del rezo es cantado. Hombres y mujeres siguen con entusiasmo la música.
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El sacerdote prepara las hostias para dar la comunión a los feligreses.
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Fieles siguiendo los rezos desde sus asientos.
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Para el ritual de los nuevos bautizos se utiliza una pequeña bañera en la que los que van a convertirse al cristianismo se sumergen vestidos, siempre con el sacerdote acompañándoles.
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Se practica la modalidad de bautizo por inmersión, en la que no sólo la cabeza recibe el agua bendita, sino el cuerpo entero. Este tipo es el habitual en muchas ramas del protestantismo.
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Una mujer alza sus brazos durante un momento de la liturgia.
Crédito: Kevin Frayer/Getty Images



Aun con la modestia y falta de recursos que sufren los templos, intentan que su decoración sea lo más alegre posible.
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Un grupo de devotos acompaña con su voz las oraciones del pastor.
Crédito: Kevin Frayer/Getty Images



La cara de esta devota refleja el fervor con el que vive y siente su fe cristiana.
Crédito: Kevin Frayer/Getty Images



El pastor y sus feligreses se comen el pan que simboliza el cuerpo de Cristo.
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