En México operan 88 organizaciones criminales vinculadas al tráfico ilegal de narcóticos, afirma un informe elaborado por la Procuraduría General de la República en marzo de 2013, del que Contralínea obtuvo copia. La información de los aparatos de inteligencia del Estado mexicano revela la supuesta desaparición del Cártel del Golfo y el encumbramiento del Cártel de la Barbie. Identificados con nombres y zonas de influencia, las organizaciones del narcotráfico, sus células y pandillas dominan extensas áreas donde también se asientan importantes regiones militares y navales. El territorio nacional, como se señala en el mapa adjunto a la presente investigación, en manos de la delincuencia organizada
La Procuraduría General de la República (PGR) revela a Contralínea que en México operan 88 organizaciones criminales dedicadas al tráfico ilegal de estupefacientes, cuyas ganancias anuales superarían los 39 mil millones de dólares (unos 468 mil millones de pesos). De éstas, ocho son consideradas como “grandes organizaciones del narcotráfico” por la dependencia que encabeza Jesús Murillo Karam.
Los Zetas, el Pacífico (o Sinaloa), los Arellano Félix, La Familia Michoacana, Los Caballeros Templarios, el Nuevo Cártel de Juárez, el Cártel de la Barbie y el Cártel de los Beltrán Leyva son las organizaciones que dan origen o cobertura a los otros 80 grupos delincuenciales, indica el informe Células delictivas con presencia en el país, fechado el 25 de marzo de 2013 y elaborado por la PGR con base en reportes de los aparatos de inteligencia del Estado mexicano.
El listado y el mapa, contenidos en el documento oficial, descubren que tanto para la Procuraduría como para el gobierno federal el Cártel del Golfo ha dejado de existir y ya no es un objetivo en su supuesta lucha contra el crimen organizado. Su presunta extinción se habría dado el año pasado, tras la captura de quien sería su último líder, Eduardo Costilla Sánchez, el Coss, ocurrida el 12 de septiembre de 2012
De confirmarse la información de la PGR, la desaparición del otrora poderoso enemigo del Cártel de Sinaloa parecería el único “logro” de la “guerra” contra el narcotráfico, que supuestamente libró el pasado gobierno de Felipe Calderón Hinojosa y que cobró la vida de más de 100 mil civiles. No obstante, esta extinción se derivaría en sí del debilitamiento que le causó la ruptura a fines de 2009 y el posterior enfrentamiento con su brazo armado Los Zetas, al punto de llevar a la organización que consolidó Juan García Ábrego a unirse a su histórico enemigo Joaquín Guzmán Loera, el Chapo.
Para Jorge Luis Sierra –experto en el estudio de la seguridad nacional y la delincuencia organizada–, este punto del informe debe verse con reservas. El investigador considera que aún hay indicios que apuntan a una presencia mermada, pero no extinta, del Cártel del Golfo en regiones relevantes para el crimen organizado.
En su más reciente mapa de los cárteles –Mexican cartels. Map depicting areas of dominant influence–, elaborado en enero de 2012, la Agencia Antidrogas estadunidense reportaba que el Cártel del Golfo se ubicaba en la frontera entre Tamaulipas y Nuevo León, área que abarcaba Reynosa y Matamoros. También, que su influencia alcanzaba a Tampico, Tamaulipas; Veracruz, Veracruz; y Villahermosa, Tabasco.
El encumbramiento del Cártel de la Barbie es otro punto que sobresale en el informe Células delictivas con presencia en el país (entregado por la PGR a Contralínea por medio de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, oficio SJAI/DGAJ/5211/2013 relacionado con el recurso de revisión RDA0538/13); ello a pesar de que su cabecilla, Édgar Valdez Villarreal, fue detenido desde el 30 de agosto de 2010.
Hasta ahora, el narcotraficante conocido con el sobrenombre de Barbie había sido identificado como un criminal de rango medio: era el jefe de los sicarios del Cártel de los Beltrán Leyva.
Los cárteles más relevantes
De las ocho “grandes organizaciones del narcotráfico”, el Cártel de la Barbie es el que cuenta con más grupos afines: 23. Le sigue el de los Arellano Félix, con 14; el Cártel del Pacífico, con 12; La Familia Michoacana, con cinco; Los Zetas, con tres; y los Caballeros Templarios y el Nuevo Cártel de Juárez, con dos, respectivamente. Mientras que del Cártel de los Beltrán Leyva se habrían escindido 19.
Aunque en términos de número el Cártel de Sinaloa ocupa el tercer lugar, éste es el que tiene a las organizaciones más relevantes a su favor: Gente Nueva, Cártel de Jalisco Nueva Generación, Cártel del Poniente, Cártel de la Laguna, Los Mata-Zetas, Los Cabrera, La Barredora, el Comando del Diablo o Comando Guerrero Diablo, el Aquiles, el Tigre, los Artistas Asesinos y los Mexicles.
El consorcio criminal que encabeza Joaquín Guzmán Loera –y que se extiende a 50 países de los cinco continentes–, controla el mercado de la cocaína y las metanfetaminas. Pero sus negocios no se limitan a los llamados delitos contra la salud, al tráfico de armas y al lavado de dinero; también están involucrados en tráfico de personas, de animales en peligro de extinción, de maderas finas y piedras preciosas, trata de blancas, secuestro, robo de combustibles a Petróleos Mexicanos, robo de automóviles, piratería, extorsión y cobro de piso.
El informe de la PGR, del cual Contralínea tiene copia, señala que Gente Nueva se ubica en Chihuahua y Sinaloa; el Cártel de Jalisco Nueva Generación, en Jalisco, Colima, Michoacán y Veracruz; Los Cabrera, en Durango y Chihuahua; La Barredora y el Comando del Diablo, en Guerrero; el Cártel del Poniente, en Coahuila; el Cártel de la Laguna, en Durango y Coahuila; Los Mata-Zetas, en Veracruz y Jalisco; las pandillas del Aquiles y del Tigre, en Baja California; y las de los Artistas Asesinos y los Mexicles, en Chihuahua.
Para Jorge Luis Sierra, “todas las células [que menciona el reporte] han tenido un nivel de importancia alto, en la medida en que han funcionado como el brazo operativo y de recolección de inteligencia táctica de las grandes organizaciones. Cuando la situación se ha prestado, reciben las órdenes y ven condiciones favorables, todas ellas han ejercido de una u otra manera el mismo nivel de brutalidad y violencia”.
Los nexos de Los Zetas
Los Zetas, considerados como los narcotraficantes más violentos del país y cuyos negocios abarcan el Continente Americano y llegan hasta el Europeo, tendrían bajo su control, según la PGR, a tres organizaciones de menor nivel pero igual dimensión de brutalidad: Los Talibanes, Los Legionarios y Los Hijos del Diablo.
No obstante, al parecer dos se han deslindado del que era el brazo armado del Cártel del Golfo, conformado en un principio por militares de elite que desertaron de los grupos Aeromóvil y Anfibio de Fuerzas Especiales y de la Brigada de Fusileros Paracaidistas del Ejército Mexicano.
De acuerdo con la investigación de la Procuraduría, Los Talibanes se ubican en Tamaulipas y Quintana Roo. Esta facción, sin embargo, declaró la “guerra” a Los Zetas el 1 de junio de 2012. Ese día se colocaron en Zacatecas unas mantas presuntamente de su autoría, con las fotografías impresas del líder de Los Zetas, Heriberto Lazcano Lazcano, y de otros delincuentes que habían sido abatidos o capturados, bajas que entonces le achacaban al Lazca.
El 20 de agosto de 2012, el líder de esta célula Iván Velázquez Caballero, el Z-50 o el Talibán, rompió abiertamente su vínculo con Los Zetas tras señalar en unas mantas colocadas en Nuevo Laredo, Tamaulipas, que Miguel Treviño –el Z-50– y Heriberto Lazcano se aliaron con “los federales” y traicionaron a sus jefes para controlar el cártel. El Z-50 fue capturado el 28 de septiembre y el Lazca fue “abatido” el 7 de octubre de ese mismo año por elementos de la Secretaría de Marina.
El segundo grupo que la PGR vincula a Los Zetas –Los Legionarios– opera en San Luis Potosí, Zacatecas, Nuevo León y Tamaulipas. Su objetivo, según refirieron el 20 de octubre de 2012 a través de unas mantas, es acabar con el Z-40 o Talibán. “Los Legionarios somos un grupo de Zetas renegados que fuimos traicionados por
‘Z-40’. Los Legionarios tenemos claramente la orden de exterminar sólo a la gente de Los Zetas y familias… ojo por ojo”.
Los mensajes, reportados por algunos medios de información, concluían así: “Nuestro negocio es el narcotráfico, sólo y exclusivamente. Respetamos a las fuerzas federales y la lucha que hacen para terminar con el narco”.
De acuerdo con el informe de la Procuraduría, Los Hijos del Diablo se localizan en San Luis Potosí y Zacatecas. A esta célula se le vincula con el narcotraficante Miguel Treviño e incluso con miembros del supuestamente extinto Cártel del Golfo.
El investigador Jorge Luis Sierra observa que estas células operativas de los nuevos Zetas han ejercido altos niveles de violencia y brutalidad de manera más sistemática y constante que el resto de las pandillas.
Explica que en México “nunca ha habido un combate frontal [contra el crimen]. El combate frontal sería empleando todos los elementos del poder nacional, reforzando las instituciones, eligiendo un diseño apropiado de la fuerza y construyendo presencia del Estado mexicano en lugares donde es prácticamente inexistente”.
La ubicación de las 88 organizaciones del narcotráfico es parte de un amplio diagnóstico sobre la delincuencia organizada en poder del gobierno de Peña Nieto. Éste revela que en el gobierno de Felipe Calderón, lejos de combatir la criminalidad, la “guerra” generó 80 nuevos cárteles. Como lo ha documentado Contralínea (ediciones 286 y 295), en el sexenio pasado los narcotraficantes se consolidaron como empresas trasnacionales, y actualmente son 15 veces más rentables que el Grupo Carso de Carlos Slim. Su presencia alcanza a más de 50 países de los cinco continentes.

“Contrariamente a lo que se pensaba por parte del gobierno, de que la presencia del Ejército iba a intimidar a estos grupos delincuenciales, lo que hizo fue fragmentarlos y que le respondieran en el mismo tono: con las mismas armas, tácticas y, en muchas ocasiones, con mejores armas que las del gobierno. Las fuerzas de seguridad actuaron desarticuladas. Incluso había conflictos entre las mismas ramas de las Fuerzas Armadas, porque Calderón le dio más prioridad a la Secretaría de Marina y la sacó de su función de tutelar los mares y las costas y la involucró en la lucha contra el narcotráfico”, opina el general Francisco Gallardo.
Para combatir y desarticular este despliegue criminal, Jorge Luis Sierra opina que el gobierno federal debe emplear todos los elementos del poder nacional en una política de seguridad de largo plazo, transexenal, basada en marcos jurídicos modernizados que protejan los derechos humanos y refuercen los controles democráticos de la operación gubernamental. También se requiere pensar que no hay política de seguridad exitosa en México que olvide el combate a la corrupción gubernamental, el lavado de dinero y la pobreza en las zonas marginadas donde operan las células que apoyan al crimen organizado.
El investigador indica que México no es todavía un Estado fallido, pero está en riesgo de serlo. “La delincuencia organizada controla apenas entre el 8 y el 15 por ciento de los municipios del país y a veces sólo tiene control parcial en algunas zonas. Lo que si parece evidente es que lejos de ser acotada por la intención del gobierno anterior de ‘recuperar territorios’, la delincuencia organizada ha encontrado sus propias formas de expandirse a través del reclutamiento de la delincuencia semiorganizada y, en algunos casos, el control violento y brutal de la no organizada”.


La Procuraduría General de la República (PGR) revela a Contralínea que en México operan 88 organizaciones criminales dedicadas al tráfico ilegal de estupefacientes, cuyas ganancias anuales superarían los 39 mil millones de dólares (unos 468 mil millones de pesos). De éstas, ocho son consideradas como “grandes organizaciones del narcotráfico” por la dependencia que encabeza Jesús Murillo Karam.
Los Zetas, el Pacífico (o Sinaloa), los Arellano Félix, La Familia Michoacana, Los Caballeros Templarios, el Nuevo Cártel de Juárez, el Cártel de la Barbie y el Cártel de los Beltrán Leyva son las organizaciones que dan origen o cobertura a los otros 80 grupos delincuenciales, indica el informe Células delictivas con presencia en el país, fechado el 25 de marzo de 2013 y elaborado por la PGR con base en reportes de los aparatos de inteligencia del Estado mexicano.
El listado y el mapa, contenidos en el documento oficial, descubren que tanto para la Procuraduría como para el gobierno federal el Cártel del Golfo ha dejado de existir y ya no es un objetivo en su supuesta lucha contra el crimen organizado. Su presunta extinción se habría dado el año pasado, tras la captura de quien sería su último líder, Eduardo Costilla Sánchez, el Coss, ocurrida el 12 de septiembre de 2012
De confirmarse la información de la PGR, la desaparición del otrora poderoso enemigo del Cártel de Sinaloa parecería el único “logro” de la “guerra” contra el narcotráfico, que supuestamente libró el pasado gobierno de Felipe Calderón Hinojosa y que cobró la vida de más de 100 mil civiles. No obstante, esta extinción se derivaría en sí del debilitamiento que le causó la ruptura a fines de 2009 y el posterior enfrentamiento con su brazo armado Los Zetas, al punto de llevar a la organización que consolidó Juan García Ábrego a unirse a su histórico enemigo Joaquín Guzmán Loera, el Chapo.
Para Jorge Luis Sierra –experto en el estudio de la seguridad nacional y la delincuencia organizada–, este punto del informe debe verse con reservas. El investigador considera que aún hay indicios que apuntan a una presencia mermada, pero no extinta, del Cártel del Golfo en regiones relevantes para el crimen organizado.

En su más reciente mapa de los cárteles –Mexican cartels. Map depicting areas of dominant influence–, elaborado en enero de 2012, la Agencia Antidrogas estadunidense reportaba que el Cártel del Golfo se ubicaba en la frontera entre Tamaulipas y Nuevo León, área que abarcaba Reynosa y Matamoros. También, que su influencia alcanzaba a Tampico, Tamaulipas; Veracruz, Veracruz; y Villahermosa, Tabasco.
El encumbramiento del Cártel de la Barbie es otro punto que sobresale en el informe Células delictivas con presencia en el país (entregado por la PGR a Contralínea por medio de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, oficio SJAI/DGAJ/5211/2013 relacionado con el recurso de revisión RDA0538/13); ello a pesar de que su cabecilla, Édgar Valdez Villarreal, fue detenido desde el 30 de agosto de 2010.

Hasta ahora, el narcotraficante conocido con el sobrenombre de Barbie había sido identificado como un criminal de rango medio: era el jefe de los sicarios del Cártel de los Beltrán Leyva.
Los cárteles más relevantes

De las ocho “grandes organizaciones del narcotráfico”, el Cártel de la Barbie es el que cuenta con más grupos afines: 23. Le sigue el de los Arellano Félix, con 14; el Cártel del Pacífico, con 12; La Familia Michoacana, con cinco; Los Zetas, con tres; y los Caballeros Templarios y el Nuevo Cártel de Juárez, con dos, respectivamente. Mientras que del Cártel de los Beltrán Leyva se habrían escindido 19.

Aunque en términos de número el Cártel de Sinaloa ocupa el tercer lugar, éste es el que tiene a las organizaciones más relevantes a su favor: Gente Nueva, Cártel de Jalisco Nueva Generación, Cártel del Poniente, Cártel de la Laguna, Los Mata-Zetas, Los Cabrera, La Barredora, el Comando del Diablo o Comando Guerrero Diablo, el Aquiles, el Tigre, los Artistas Asesinos y los Mexicles.

El consorcio criminal que encabeza Joaquín Guzmán Loera –y que se extiende a 50 países de los cinco continentes–, controla el mercado de la cocaína y las metanfetaminas. Pero sus negocios no se limitan a los llamados delitos contra la salud, al tráfico de armas y al lavado de dinero; también están involucrados en tráfico de personas, de animales en peligro de extinción, de maderas finas y piedras preciosas, trata de blancas, secuestro, robo de combustibles a Petróleos Mexicanos, robo de automóviles, piratería, extorsión y cobro de piso.
El informe de la PGR, del cual Contralínea tiene copia, señala que Gente Nueva se ubica en Chihuahua y Sinaloa; el Cártel de Jalisco Nueva Generación, en Jalisco, Colima, Michoacán y Veracruz; Los Cabrera, en Durango y Chihuahua; La Barredora y el Comando del Diablo, en Guerrero; el Cártel del Poniente, en Coahuila; el Cártel de la Laguna, en Durango y Coahuila; Los Mata-Zetas, en Veracruz y Jalisco; las pandillas del Aquiles y del Tigre, en Baja California; y las de los Artistas Asesinos y los Mexicles, en Chihuahua.
Para Jorge Luis Sierra, “todas las células [que menciona el reporte] han tenido un nivel de importancia alto, en la medida en que han funcionado como el brazo operativo y de recolección de inteligencia táctica de las grandes organizaciones. Cuando la situación se ha prestado, reciben las órdenes y ven condiciones favorables, todas ellas han ejercido de una u otra manera el mismo nivel de brutalidad y violencia”.
Los nexos de Los Zetas

Los Zetas, considerados como los narcotraficantes más violentos del país y cuyos negocios abarcan el Continente Americano y llegan hasta el Europeo, tendrían bajo su control, según la PGR, a tres organizaciones de menor nivel pero igual dimensión de brutalidad: Los Talibanes, Los Legionarios y Los Hijos del Diablo.
No obstante, al parecer dos se han deslindado del que era el brazo armado del Cártel del Golfo, conformado en un principio por militares de elite que desertaron de los grupos Aeromóvil y Anfibio de Fuerzas Especiales y de la Brigada de Fusileros Paracaidistas del Ejército Mexicano.

De acuerdo con la investigación de la Procuraduría, Los Talibanes se ubican en Tamaulipas y Quintana Roo. Esta facción, sin embargo, declaró la “guerra” a Los Zetas el 1 de junio de 2012. Ese día se colocaron en Zacatecas unas mantas presuntamente de su autoría, con las fotografías impresas del líder de Los Zetas, Heriberto Lazcano Lazcano, y de otros delincuentes que habían sido abatidos o capturados, bajas que entonces le achacaban al Lazca.

El 20 de agosto de 2012, el líder de esta célula Iván Velázquez Caballero, el Z-50 o el Talibán, rompió abiertamente su vínculo con Los Zetas tras señalar en unas mantas colocadas en Nuevo Laredo, Tamaulipas, que Miguel Treviño –el Z-50– y Heriberto Lazcano se aliaron con “los federales” y traicionaron a sus jefes para controlar el cártel. El Z-50 fue capturado el 28 de septiembre y el Lazca fue “abatido” el 7 de octubre de ese mismo año por elementos de la Secretaría de Marina.
El segundo grupo que la PGR vincula a Los Zetas –Los Legionarios– opera en San Luis Potosí, Zacatecas, Nuevo León y Tamaulipas. Su objetivo, según refirieron el 20 de octubre de 2012 a través de unas mantas, es acabar con el Z-40 o Talibán. “Los Legionarios somos un grupo de Zetas renegados que fuimos traicionados por

Los mensajes, reportados por algunos medios de información, concluían así: “Nuestro negocio es el narcotráfico, sólo y exclusivamente. Respetamos a las fuerzas federales y la lucha que hacen para terminar con el narco”.
De acuerdo con el informe de la Procuraduría, Los Hijos del Diablo se localizan en San Luis Potosí y Zacatecas. A esta célula se le vincula con el narcotraficante Miguel Treviño e incluso con miembros del supuestamente extinto Cártel del Golfo.

El investigador Jorge Luis Sierra observa que estas células operativas de los nuevos Zetas han ejercido altos niveles de violencia y brutalidad de manera más sistemática y constante que el resto de las pandillas.
Explica que en México “nunca ha habido un combate frontal [contra el crimen]. El combate frontal sería empleando todos los elementos del poder nacional, reforzando las instituciones, eligiendo un diseño apropiado de la fuerza y construyendo presencia del Estado mexicano en lugares donde es prácticamente inexistente”.

La ubicación de las 88 organizaciones del narcotráfico es parte de un amplio diagnóstico sobre la delincuencia organizada en poder del gobierno de Peña Nieto. Éste revela que en el gobierno de Felipe Calderón, lejos de combatir la criminalidad, la “guerra” generó 80 nuevos cárteles. Como lo ha documentado Contralínea (ediciones 286 y 295), en el sexenio pasado los narcotraficantes se consolidaron como empresas trasnacionales, y actualmente son 15 veces más rentables que el Grupo Carso de Carlos Slim. Su presencia alcanza a más de 50 países de los cinco continentes.


“Contrariamente a lo que se pensaba por parte del gobierno, de que la presencia del Ejército iba a intimidar a estos grupos delincuenciales, lo que hizo fue fragmentarlos y que le respondieran en el mismo tono: con las mismas armas, tácticas y, en muchas ocasiones, con mejores armas que las del gobierno. Las fuerzas de seguridad actuaron desarticuladas. Incluso había conflictos entre las mismas ramas de las Fuerzas Armadas, porque Calderón le dio más prioridad a la Secretaría de Marina y la sacó de su función de tutelar los mares y las costas y la involucró en la lucha contra el narcotráfico”, opina el general Francisco Gallardo.

Para combatir y desarticular este despliegue criminal, Jorge Luis Sierra opina que el gobierno federal debe emplear todos los elementos del poder nacional en una política de seguridad de largo plazo, transexenal, basada en marcos jurídicos modernizados que protejan los derechos humanos y refuercen los controles democráticos de la operación gubernamental. También se requiere pensar que no hay política de seguridad exitosa en México que olvide el combate a la corrupción gubernamental, el lavado de dinero y la pobreza en las zonas marginadas donde operan las células que apoyan al crimen organizado.

El investigador indica que México no es todavía un Estado fallido, pero está en riesgo de serlo. “La delincuencia organizada controla apenas entre el 8 y el 15 por ciento de los municipios del país y a veces sólo tiene control parcial en algunas zonas. Lo que si parece evidente es que lejos de ser acotada por la intención del gobierno anterior de ‘recuperar territorios’, la delincuencia organizada ha encontrado sus propias formas de expandirse a través del reclutamiento de la delincuencia semiorganizada y, en algunos casos, el control violento y brutal de la no organizada”.
