No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Mateo 7:21
Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad.
2 Timoteo 2:25
Los dos hijos
Volvamos a leer la parábola de los dos hijos: “Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios. Porque… creyeron” (Mateo 21:28-32).
Como lo da a entender Jesús al final de esta parábola, los responsables religiosos de su época hacían bellos discursos, pero su corazón no era recto para con Dios, y no le obedecían. A la inversa, muchas personas de mala vida tenían remordimientos, se arrepentían de sus pecados e iban a Jesús para ser perdonados.
Este pasaje también se dirige a nosotros. Dios no espera de nosotros hermosos discursos o buenas intenciones, sino una mirada honesta sobre nuestra vida, nuestras faltas y nuestra independencia con respecto a él. La confesión de nuestras faltas y el juicio sobre nuestro estado de pecadores deben conducirnos a cambiar de dirección y a volvernos a Dios para aceptar la salvación que nos ofrece mediante la fe en Jesucristo. ¡Eso es la conversión!
Cada cristiano también puede hallar en este pasaje un llamado a ser fiel a su Señor y Maestro, y a no dudar en corregir su actitud si se ha equivocado de camino.
Mateo 7:21
Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad.
2 Timoteo 2:25
Los dos hijos

Volvamos a leer la parábola de los dos hijos: “Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios. Porque… creyeron” (Mateo 21:28-32).
Como lo da a entender Jesús al final de esta parábola, los responsables religiosos de su época hacían bellos discursos, pero su corazón no era recto para con Dios, y no le obedecían. A la inversa, muchas personas de mala vida tenían remordimientos, se arrepentían de sus pecados e iban a Jesús para ser perdonados.
Este pasaje también se dirige a nosotros. Dios no espera de nosotros hermosos discursos o buenas intenciones, sino una mirada honesta sobre nuestra vida, nuestras faltas y nuestra independencia con respecto a él. La confesión de nuestras faltas y el juicio sobre nuestro estado de pecadores deben conducirnos a cambiar de dirección y a volvernos a Dios para aceptar la salvación que nos ofrece mediante la fe en Jesucristo. ¡Eso es la conversión!
Cada cristiano también puede hallar en este pasaje un llamado a ser fiel a su Señor y Maestro, y a no dudar en corregir su actitud si se ha equivocado de camino.