La historia de hoy es triste, como cualquier historia donde alguien se queda abandonado en una isla desierta. Pero es más triste de lo habitual, porque aquellos que la protagonizan llegaron allí contra su voluntad, y fueron abandonados por quienes prometieron ayudarles. En ocasiones la vida no vale nada más que lo que alguien esté dispuesto a pagar por un semejante. Esta es la historia de los náufragos de Tromelin.
Vista aérea de la Isla de Tromelin
Para empezar, ubiquémonos geográficamente. Tromelin es un islote, casi un banco de arena, de aproximadamente dos kilómetros de largo y cuatrocientos metros de ancho, con una altura máxima de seis metros sobre el nivel del mar, situado medio millar de kilómetros al norte de Reunión y cuatrocientos cincuenta kilómetros al este de Madagascar, que es también la tierra firme más cercana desde la minúscula isla. Fue descubierta en 1722 por un marino francés llamado Jean Marie Briand, y bautizada como Île des Sables, o sea, Isla de la Arena, básicamente porque eso y arbustos es lo único que hay allí. La vegetación es prácticamente nula y evidentemente no hay fuentes de agua potable. Aunque actualmente es una posesión de Francia, fue una dependencia de la colonia británica de Mauricio hasta 1954, cuando fue transferida a Francia (aunque, dicho sea de paso, Mauricio no opina lo mismo, y reclama con insistencia el territorio como propio. Y también las Seychelles. Muchas novias para un novio tan feo, sinceramente). En la actualidad hay una estación meteorológica francesa operada por personal de Reunión, que acude allí en avioneta y usa la pequeña pista de aterrizaje abierta en la maleza.
Localización de Tromelin en el Océano Índico. .
Nuestra historia comienza en 1760. El 17 de noviuembre de ese año zarpó del puerto francés de Bayona un barco llamado L’Utile, un buque de la Compañía Francesa de las Indias Orientales con unas 150 personas a bordo. Era, como solía suceder en la época, una tripulación mestiza y multinacional. Tras hacer una breve escala en Pasajes (Guipúzcoa) continuaron su travesía hacia Madagascar, a donde llegarían unos meses más tarde. La esclavitud no fue abolida en Francia y su imperio hasta 1794 (fue posteriormente restaurada y abolida definitivamente en 1848) y su monopolio estaba reservado a instancias más altas que el Utile. Pese a ello, los tripulantes del barco, cuando se vieron en Madagascar, compraron y embutieron en las sucias y húmedas bodegas del barco a un número indeterminado de malgaches para llevarlos de contrabando a Mauricio, por entonces colonia francesa llamada Île de France.
Sello francés dedicado al islote..
El 31 de julio de 1761, en pleno invierno austral, y menos de un año después de haber zarpado de Bayona, el Utile embarrancó en los bajíos próximos a la isla de Tromelin y acto seguido se fue a pique. La mayor parte de la tripulación y sesenta esclavos sobrevivieron, pero en las bodegas del buque pereció un número indeterminado de malgaches para los que aquel fue el primer y único viaje en barco de sus vidas. También perdieron la vida más de veinte tripulantes. Los supervivientes se quedaron en Tromelin con una gran parte de los suministros que llevaba el barco, y empezó entonces el reto de sobrevivir.
Del pecio hundido habían conseguido sacar agua y víveres, pero ambos suministros estaban reservados para los aproximadamente 120 marinos supervivientes. Los esclavos tuvieron que apañarse por su cuenta. En el cuaderno de bitácora se lee que “unos 20 negros murieron al no recibir agua”. Durante los siguientes meses unos y otros sobrevivieron a base de pescado, marisco, tortugas y aves marinas, mientras la tripulación del barco montaba una balsa que pudiera navegar hasta puerto seguro. Cuando llevaban medio año en la isla finalmente la terminaron y marcharon. Pero no se llevaron a los esclavos. Los sesenta fueron abandonados con algo de agua y víveres, y con la promesa de que volverían a por ellos en unos meses. No lo hicieron.
Avión en la isla de Tromelin en 1981
Cuando los náufragos llegaron a Isla de Francia (la actual Mauricio) dieron aviso de la situación, pero el gobernador se negó a acudir en ayuda de los esclavos. De hecho él mismo había prohibido la importación de esclavos desde Madagascar, puesto que al estar en guerra con Inglaterra (Guerra de los Siete Años) un ataque de la flota inglesa de la India podría encontrarles con demasiadas bocas que alimentar. Se produjo una cierta polémica en la sociedad de Isla de Francia, con intercesión de algunos dignatarios locales para enviar una expedición de rescate, pero el gobernador no dio su brazo a torcer. Eran esclavos, no merecía la pena arriesgar un barco por ellos. El siglo XVIII no era un lugar seguro para ser negro.
Plano del islote (clic en la imagen para ampliarlo). La altura máxima apenas sobrepasa la media docena de metros.
Así que allí se quedaron los supervivientes del naufragio, abandonados a su suerte, en una isla donde no había nada. Ni agua potable, ni alimentos, ni madera, nada. Y sin embargo se decidieron a sobrevivir. Los maderos del buque hundido les sirvieron para encender un fuego, pudieron cazar aves y tortugas y fabricaron herramientas y algunos recipientes para almacenar el agua de lluvia. Con bloques de coral construyeron precarios edificios que les resguardaban de las frecuentes tempestades y de las mareas altas, que podían y pueden llegar a cubrir la isla por completo.
Vista aérea de Tromelin. En primer plano, la estación meteorológica y los edificios anexos.
No todos participaron en la empresa, claro. Muchos de los esclavos trataron de huir con pequeñas balsas hechas de restos del naufragio. Un grupo de dieciocho esclavos partió al cabo de unos años hacia Madagascar, pero se desconoce por completo su destino. Probablemente se hundió en el mar antes de cumplir su propósito. Otros simplemente se dejaron ir flotando sobre los restos del barco. Pero la mayoría optó por hacer lo que los seres humanos llevamos inscrito en los genes: intentar sobrevivir.
Con unos pocos útiles de cocina y los maderos que iban obteniendo del pecio hundido pudieron sobrevivir durante años gracias a una dieta basada en tortugas, aves marinas y pescado. En el centro de la isla instalaron un fuego perpetuo que mantuvieron encendido durante todo su cautiverio. Que acabaría durando mucho más de lo que podían imaginar. Quince años tuvieron que esperar en un islote de menos de un kilómetro cuadrado a que vinieran a recogerles. Cuando llegó el momento, del grupo de 60 esclavos iniciales apenas quedaban 13. Que sumaban catorce si contamos al niño que había nacido en la isla, único nacimiento registrado allí en toda la historia de la humanidad.
Restos de las viviendas que construyeron los náufragos de Tromelin con bloques de coral y arena compactada (fuente)
Década y media después del naufragio, ya en 1776, un mercante francés pasó cerca de la isla y vio a los náufragos, que para entones habían sido olvidados y dados por muertos. Un marino fue enviado en un bote para averiguar qué sucedía, y embarrancó cerca de la isla. Una vez allí y con los materiales disponibles (procedentes del pecio hundido tres lustros atrás) armaron una balsa que le permitió escapar del islote junto con seis náufragos (tres hombres y tres mujeres) y llegar, días después, a la actual Mauricio. Allí la noticia corrió como la pólvora e inmediatamente un barco de guerra francés acudió a socorrer a los náufragos. Al mando estaba el capitán Bernard Boudin de Tromelin, en cuyo honor se renombró la isla. En total había habido trece supervivientes del naufragio, y un niño nacido en la isla, que sobrevivió junto a su madre y su abuela.
Restos arqueológicos en Tromelin (fuente)
En la Isla de Francia había un gobernador con más corazón que el anterior y declaró a los supervivientes como hombres libres. Después adoptó al niño de ocho meses como hijo suyo y le llamó Jacques Moise. Moise es como en francés se llama a Moisés, que según la leyenda bíblica también fue recuperado del agua. Concluía así una historia de supervivencia y superación absolutamente increible, la de unos robinsones esclavos que se negaron a aceptar el final que el destino y las leyes de los hombres les tenían preparados. Los catorce supervivientes se quedaron a vivir en Mauricio y es probable que sus descendientes sigan hoy allí.
Un par de gaviotas en Tromelin. Nótese lo desolado del paisaje.
La historia de los supervivientes de Tromelin ha salido a la luz gracias a una excavación arqueológica en marcha desde 2006 y financiada por la Unesco,

Vista aérea de la Isla de Tromelin
Para empezar, ubiquémonos geográficamente. Tromelin es un islote, casi un banco de arena, de aproximadamente dos kilómetros de largo y cuatrocientos metros de ancho, con una altura máxima de seis metros sobre el nivel del mar, situado medio millar de kilómetros al norte de Reunión y cuatrocientos cincuenta kilómetros al este de Madagascar, que es también la tierra firme más cercana desde la minúscula isla. Fue descubierta en 1722 por un marino francés llamado Jean Marie Briand, y bautizada como Île des Sables, o sea, Isla de la Arena, básicamente porque eso y arbustos es lo único que hay allí. La vegetación es prácticamente nula y evidentemente no hay fuentes de agua potable. Aunque actualmente es una posesión de Francia, fue una dependencia de la colonia británica de Mauricio hasta 1954, cuando fue transferida a Francia (aunque, dicho sea de paso, Mauricio no opina lo mismo, y reclama con insistencia el territorio como propio. Y también las Seychelles. Muchas novias para un novio tan feo, sinceramente). En la actualidad hay una estación meteorológica francesa operada por personal de Reunión, que acude allí en avioneta y usa la pequeña pista de aterrizaje abierta en la maleza.

Localización de Tromelin en el Océano Índico. .
Nuestra historia comienza en 1760. El 17 de noviuembre de ese año zarpó del puerto francés de Bayona un barco llamado L’Utile, un buque de la Compañía Francesa de las Indias Orientales con unas 150 personas a bordo. Era, como solía suceder en la época, una tripulación mestiza y multinacional. Tras hacer una breve escala en Pasajes (Guipúzcoa) continuaron su travesía hacia Madagascar, a donde llegarían unos meses más tarde. La esclavitud no fue abolida en Francia y su imperio hasta 1794 (fue posteriormente restaurada y abolida definitivamente en 1848) y su monopolio estaba reservado a instancias más altas que el Utile. Pese a ello, los tripulantes del barco, cuando se vieron en Madagascar, compraron y embutieron en las sucias y húmedas bodegas del barco a un número indeterminado de malgaches para llevarlos de contrabando a Mauricio, por entonces colonia francesa llamada Île de France.

Sello francés dedicado al islote..
El 31 de julio de 1761, en pleno invierno austral, y menos de un año después de haber zarpado de Bayona, el Utile embarrancó en los bajíos próximos a la isla de Tromelin y acto seguido se fue a pique. La mayor parte de la tripulación y sesenta esclavos sobrevivieron, pero en las bodegas del buque pereció un número indeterminado de malgaches para los que aquel fue el primer y único viaje en barco de sus vidas. También perdieron la vida más de veinte tripulantes. Los supervivientes se quedaron en Tromelin con una gran parte de los suministros que llevaba el barco, y empezó entonces el reto de sobrevivir.

Del pecio hundido habían conseguido sacar agua y víveres, pero ambos suministros estaban reservados para los aproximadamente 120 marinos supervivientes. Los esclavos tuvieron que apañarse por su cuenta. En el cuaderno de bitácora se lee que “unos 20 negros murieron al no recibir agua”. Durante los siguientes meses unos y otros sobrevivieron a base de pescado, marisco, tortugas y aves marinas, mientras la tripulación del barco montaba una balsa que pudiera navegar hasta puerto seguro. Cuando llevaban medio año en la isla finalmente la terminaron y marcharon. Pero no se llevaron a los esclavos. Los sesenta fueron abandonados con algo de agua y víveres, y con la promesa de que volverían a por ellos en unos meses. No lo hicieron.

Avión en la isla de Tromelin en 1981
Cuando los náufragos llegaron a Isla de Francia (la actual Mauricio) dieron aviso de la situación, pero el gobernador se negó a acudir en ayuda de los esclavos. De hecho él mismo había prohibido la importación de esclavos desde Madagascar, puesto que al estar en guerra con Inglaterra (Guerra de los Siete Años) un ataque de la flota inglesa de la India podría encontrarles con demasiadas bocas que alimentar. Se produjo una cierta polémica en la sociedad de Isla de Francia, con intercesión de algunos dignatarios locales para enviar una expedición de rescate, pero el gobernador no dio su brazo a torcer. Eran esclavos, no merecía la pena arriesgar un barco por ellos. El siglo XVIII no era un lugar seguro para ser negro.

Plano del islote (clic en la imagen para ampliarlo). La altura máxima apenas sobrepasa la media docena de metros.
Así que allí se quedaron los supervivientes del naufragio, abandonados a su suerte, en una isla donde no había nada. Ni agua potable, ni alimentos, ni madera, nada. Y sin embargo se decidieron a sobrevivir. Los maderos del buque hundido les sirvieron para encender un fuego, pudieron cazar aves y tortugas y fabricaron herramientas y algunos recipientes para almacenar el agua de lluvia. Con bloques de coral construyeron precarios edificios que les resguardaban de las frecuentes tempestades y de las mareas altas, que podían y pueden llegar a cubrir la isla por completo.

Vista aérea de Tromelin. En primer plano, la estación meteorológica y los edificios anexos.
No todos participaron en la empresa, claro. Muchos de los esclavos trataron de huir con pequeñas balsas hechas de restos del naufragio. Un grupo de dieciocho esclavos partió al cabo de unos años hacia Madagascar, pero se desconoce por completo su destino. Probablemente se hundió en el mar antes de cumplir su propósito. Otros simplemente se dejaron ir flotando sobre los restos del barco. Pero la mayoría optó por hacer lo que los seres humanos llevamos inscrito en los genes: intentar sobrevivir.

Con unos pocos útiles de cocina y los maderos que iban obteniendo del pecio hundido pudieron sobrevivir durante años gracias a una dieta basada en tortugas, aves marinas y pescado. En el centro de la isla instalaron un fuego perpetuo que mantuvieron encendido durante todo su cautiverio. Que acabaría durando mucho más de lo que podían imaginar. Quince años tuvieron que esperar en un islote de menos de un kilómetro cuadrado a que vinieran a recogerles. Cuando llegó el momento, del grupo de 60 esclavos iniciales apenas quedaban 13. Que sumaban catorce si contamos al niño que había nacido en la isla, único nacimiento registrado allí en toda la historia de la humanidad.

Restos de las viviendas que construyeron los náufragos de Tromelin con bloques de coral y arena compactada (fuente)
Década y media después del naufragio, ya en 1776, un mercante francés pasó cerca de la isla y vio a los náufragos, que para entones habían sido olvidados y dados por muertos. Un marino fue enviado en un bote para averiguar qué sucedía, y embarrancó cerca de la isla. Una vez allí y con los materiales disponibles (procedentes del pecio hundido tres lustros atrás) armaron una balsa que le permitió escapar del islote junto con seis náufragos (tres hombres y tres mujeres) y llegar, días después, a la actual Mauricio. Allí la noticia corrió como la pólvora e inmediatamente un barco de guerra francés acudió a socorrer a los náufragos. Al mando estaba el capitán Bernard Boudin de Tromelin, en cuyo honor se renombró la isla. En total había habido trece supervivientes del naufragio, y un niño nacido en la isla, que sobrevivió junto a su madre y su abuela.

Restos arqueológicos en Tromelin (fuente)
En la Isla de Francia había un gobernador con más corazón que el anterior y declaró a los supervivientes como hombres libres. Después adoptó al niño de ocho meses como hijo suyo y le llamó Jacques Moise. Moise es como en francés se llama a Moisés, que según la leyenda bíblica también fue recuperado del agua. Concluía así una historia de supervivencia y superación absolutamente increible, la de unos robinsones esclavos que se negaron a aceptar el final que el destino y las leyes de los hombres les tenían preparados. Los catorce supervivientes se quedaron a vivir en Mauricio y es probable que sus descendientes sigan hoy allí.

Un par de gaviotas en Tromelin. Nótese lo desolado del paisaje.
La historia de los supervivientes de Tromelin ha salido a la luz gracias a una excavación arqueológica en marcha desde 2006 y financiada por la Unesco,