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Bienvenido a mi post, capo.


Como les da a entender el título, viví por primera vez (y espero que última) una experiencia muy disgustante. Vivo en Colombia, un país azotado por desigualdad social y económica, donde la filosofía del dinero fácil se ha venido desarrollando desde las épocas de Pablo Escobar.

Mi historia fue así: Salí de mi casa con rumbo a mi gimnasio (si lince ibérico, voy al gimnasio), y opté por caminar por una vía pública, en donde muchos carros transitan diariamente.


Carrera 70 con calle 14, Cali - Colombia.


En fin, ya iba a mitad del trayecto, escuchando música con mi iPod (grave error en un país tercermundista como éste) cuando alcanzo a ver por el rabillo del ojo que un sujeto cruza la calle hacia mí, justo cuando me ve. La verdad no le di mucha importancia a ésto, lo que me alarmó fue que después se dirigió hacia un puesto de un vendedor ambulante, y le hizo una pregunta; noté que hizo eso simplemente para esperarme.

Me hice el bobo y seguí derecho, cuando siento algo como ésto:




El tipo me pregunta: ¿Joven, donde queda la 66 con pasoancho?, yo le doy la respuesta cuando intempestivamente me va escupiendo palabras, tartamudeando; pude escuchar que estaba muy nervioso. Me dijo: "Vea parcero, yo soy de tal frente de las farc y voy armado, estamos haciendo operativos y usted me va a ir respondiendo unas pregunticas. No se le ocurra correr porque le tiro bala, panita."

La verdad me dio muchísima rabia, me sentía impotente pero prepotente.


Me hizo éstas preguntas:

¿Usted estudia?
¿Tiene dinero en efectivo?
¿Tiene algún dispositivo para comunicarse?
¿Es usted adicto a las drogas?


Le respondí que si estudio, que no tengo ni un puto peso, que sólo tenía mi iPod nano de segunda generación y que no me metía nada. Me dijo que nunca fuera a meter vicio, que era malo; como que él no estaba enterado que su supuesta organización exportaba toneladas de coca cada mes. Me sacó mucho la rabia que me dijera que me perdonaba, como si YO hubiera sido el culpable de algo, cuando él me intentaba robar.

Al final me dejó ir y me dijo "Dios lo bendiga hermanito, y no le vaya a decir a nadie que usted sabe que lo mato."

El fin de este post es que a ustedes, hermanos colombianos, bolivianos, peruanos, venezolanos, argentinos, uruguayos, chilenos o de donde vivan, sean muy precavidos; espero que este pequeño relato les halla servido para que sean bastante precavidos a la hora de caminar por la calle.


Unite al club del crap.

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