El comite olimpico argentino supo cosechar a lo largo de la historia 70 medallas olimpicas en los juegos olimpicos de verano.
La mayor cantidad de medallas las consiguio entre 1924 y 1950, descendiendo la cantidad considerablemente durante las decadas del 1960, 1970 y 1980 con pocas cosechas.
AQUI UN POCO DE INFORMACION DE LOS AÑOS 1924 HASTA 1952
PARÍS 1924
Tras varios intentos por enviar participantes a los Juegos, la historia olímpica argentina comenzó en París 24. El punto de partida fue el 31 de diciembre de 1923 cuando el presidente Marcelo T. de Alvear, por decreto, creó el Comité Olímpico Argentino (COA) y votó una partida de 250 mil pesos para solventar los gastos con fondos de premios no cobrados por los beneficiarios de la Lotería Nacional. En Europa, el recuerdo de la Primera Guerra Mundial todavía estaba latente y aún se veían las huellas de las bombas cuando un grupo integrado por 93 argentinos (todos hombres) se atrevió a cruzar el océano Atlántico en barco. Curiosamente, en ese viaje que demandó cuatro semanas eternas, realizaron la etapa final de su preparación.
El COA envió representantes en yachting, remo, tiro, natación, pesas, esgrima, atletismo (100, 200 y 400 metros, 110 y 400 metros con vallas, posta 4x100 metros, decatlon y saltos en largo y triple), pentatlon moderno, boxeo, tenis, ciclismo y polo. Aquel equipo de polo había empezado a seleccionar los caballos que llevarían a la capital francesa un año antes de la partida. Y justamente fue este deporte el que llegó a París con el objetivo y la confianza de ganar una medalla. Y no defraudó. Guillermo Brooke Naylor, Juan Miles, Enrique Padilla, Arturo Kenny, Jack Nelson y Alfredo Peña demostraron que el polo argentino era (y todavía lo es, claro) el mejor del mundo para lograr la primera medalla de oro en la historia de Argentina. En su camino a la gloria, los ‘Cuatro grandes del Sur’ (así fueron conocidos internacionalmente Kenny, Nelson, Padilla y Miles) disputaron cuatro partidos marcando 46 goles y recibiendo sólo 14. Los atletas de Francia y España fueron derrotados por 15 a 2 y 16 a 1 respectivamente, y luego quedaron en el camino los de Gran Bretaña por 9 a 5. Ya en la final frente a Estados Unidos, el partido fue más parejo y se definió para los argentinos por 6 a 5 con un gol agónico de Jack Nelson en los segundos finales del séptimo y último chukker.
Sin embargo fue el boxeador Pedro Quartucci (luego sería un reconocidísimo actor) el primero en obtener una medalla olímpica individual al ganar el bronce en la categoría pluma. Desde ese momento el boxeo empezó a escribir la página más gloriosa del deporte olímpico argentino ya que la de Quartucci fue la primera de las 24 medallas que este deporte consiguió a lo largo de los Juegos, algo que ninguna otra disciplina ha obtenido. A esas dos medallas en la primera participación del COA hay que sumarles también las de plata de Héctor Méndez y Horacio Copello en boxeo (categorías medio mediano y liviano, respectivamente) y la de Luis Brunetto en salto triple. Pero hubo además una de bronce, de Alfredo Porzio, entre los pesados de boxeo. El caso de Brunetto fue para destacar ya que siendo un atleta desconocido estuvo al frente de toda la competición con una marca de 15,42 metros. Pero en su último intento el australiano A. W. Winter, con 15,52, batió el récord olímpico y mundial y se quedó con el oro.
LOS ANGELES 1932
Inscriptos en atletismo, boxeo, esgrima, natación, pesas y tiro, los argentinos viajaron, una vez más, con todas las ilusiones. Sólo 36 atletas partieron hacia la costa oeste de Estados Unidos. Una delegación notablemente más pequeña a las que habían representado al COA en los Juegos anteriores. Como ya era habitual, el boxeo aportó la mayor cantidad de medallas: dos de oro y una de plata. Aquellas las consiguieron Santiago Lovell en la categoría pesado y Carmelo Robledo en pluma; y la de plata, Amado Azar en mediano. Lovell, de chico, había sido vendedor de diarios y más de una vez había tenido que defender su puesto a las trompadas. Por eso lo apodaban ‘Terror de Dock Sud’ a quien partió a los Juegos con la convicción de que traería la medalla de oro. Y así lo hizo. Venció por puntos al italiano Luigi Rovati en el combate decisivo y cumplió con su pronóstico. Carmelo Robledo también había sido repartidor de diarios en su infancia, en la esquina de avenida Córdoba y Rodríguez Peña. Allí, en la calle, aprendió a boxear a los 12 años. En Los Ángeles 32, en tres días sucesivos, tuvo tres combates, con tres claras victorias, demostrando toda su experiencia ganada en Amsterdam 28. La pelea por el oro fue ante el alemán Josef Schleinkofer pero para esa pelea hay una historia: increíblemente el transporte que debió llevarlo desde la villa Olímpica hasta el estadio no llegó. Entonces el cocinero de la delegación nacional, que era un argentino radicado en Los Ángeles, se ofreció a llevarlo en su auto particular. Felizmente llegó a tiempo y derrotó a Schleinkofer por puntos sin dejar dudas ante un rival que lo superaba físicamente. Para recordar, al volver a Argentina le regaló a su madre dos fotos que se había sacado con los actores Mary Astor y Clark Gable, dos estrellas de Hollywood.
LONDRES 1948
En estos Juegos se dio una de las hazañas más grandes que el deporte argentino supo conseguir. El rosarino Juan Carlos Zabala, el ‘Ñandú criollo’, se dio el gusto de ganar el maratón. Huérfano desde los 6 años, Zabala se había criado en un orfanato de Marcos Paz donde comenzó a destacarse en el atletismo. A la hora de la largada de aquel inolvidable 7 de agosto, Paavo Nurmi, el ‘Finlandés volador’, se le acercó y le dijo que si corría con la cabeza ganaría. Zabala salió primero del estadio Olímpico repleto por 75 mil espectadores. Siempre se mantuvo entre los puestos de punta y a cuatro kilómetros de la meta recuperó el liderazgo para no dejarlo jamás. El joven con el número 12 en la espalda y una ‘A’ en el pecho de su camiseta de algodón blanca con una franja celeste, cruzó la meta luego de competir durante dos horas, 31 minutos y 36 segundos estableciendo un nuevo récord olímpico y ganándose un lugar en la historia grande del atletismo argentino y mundial.
Con 242 atletas, el COA envió la delegación más numerosa de su historia hasta la fecha rumbo a la nueva cita olímpica en una ciudad elegida luego de la Segunda Guerra Mundial. Los deportistas nacionales fueron inscriptos en atletismo, lucha, basquetbol (dos años más tarde este equipo sería campeón del mundo), natación, boxeo, pesas, ciclismo, pentatlón moderno, esgrima, remo, equitación, tiro, gimnasia, waterpolo, hockey sobre césped y yachting. Una vez más los atletas argentinos cosecharon una buena cantidad de medallas. Y nuevamente el 7 fue el número de la suerte. Mauro Cía logró una de ellas, de bronce en la categoría medio pesado. Entre las de plata se encontraron las de Enrique Díaz Sáenz Valiente en la competencia de tiro con pistola automática y la del bote de la clase 6 metros de Enrique Sieburger, Enrique Sieburger (h), Julio Sieburger, Rodolfo Rivademar y Emilio Homps. También fue de plata la medalla que obtuvo Noemí Simonetto en salto en largo. Justamente Simonetto fue la única de las 11 mujeres argentinas que viajaron que subió al podio y en la capital inglesa se convirtió en la segunda medallista de la historia. Su marca de 5,60 metros fue superada en nueve centímetros por la húngara V. Gyarmati.
Rafael Iglesias es otro nombre de oro en la memoria olímpica argentina. Ninguna otra medalla fue conquistada con tanta garra y tanta hombría. Otra vez el boxeo. Y otra vez los pesados. En su segundo combate le aplicaron un golpe en el ojo derecho que lo mantuvo totalmente cerrado hasta el final de la competencia. Luego de dejar afuera a tres rivales (un español, un italiano y un sudafricano), la pelea decisiva fue ante el imponente sueco Gunnar Nilson. En el primer round Iglesias soportó dos tremendos golpes del adversario pero enseguida se colocó a la ofensiva. En el segundo asalto tiró a Nilson, pero éste pudo levantarse cuando la cuenta llegó a nueve. Entonces Iglesias remató a la mole rubia con otro derechazo que se hundió en su cuerpo. Esta vez el rival no se levantó. Dentro de aquel grupo de boxeadores hubo uno muy especial, muy particular. Su nombre era Pascual Pérez. El pequeño mendocino ya había conquistado todo: la corona de su ciudad, la de su provincia, la argentina, la rioplatense y la latinoamericana, todas en la categoría mosca. Un título olímpico
era su próxima estación. Pérez tenía que realizar cuatro peleas para alcanzar la final. Todas las sorteó con su notable técnica, sentido del tiempo y distancia y una pegada sumamente agresiva para su kilaje.
Dos nocauts técnicos y dos triunfos por puntos lo depositaron en el combate por el oro, donde aguardaba el italiano Spartaco Bandinelli. Los dos primeros asaltos fueron de guerra, en los que el argentino desplegó su variedad de recursos y actuó siempre de manera exacta en los esquives. Pero el último fue una fiesta. Mientras Bandinelli fue al frente con valentía sabiéndose perdedor, Pérez no se alejó de la lucha y respondió de igual manera, tanto que llegó fatigado al término del combate. Con 22 años tocó el cielo con las manos. Había alcanzado la gloria olímpica. Pero si hay una actuación olímpica que brota con rapidez de la boca cuando se habla de las grandes proezas del deporte argentino, ésa es la que tuvo como inolvidable protagonista a Delfo Cabrera. Peculiarmente sucedió un 7 de agosto, la misma fecha en la que 16 años antes Juan Carlos Zabala había ingresado gallardo y primero a la pista del Coliseum de Los Ángeles. Los 42,195 kilómetros del maratón londinense sufrieron en su recorrido 43 cuestas pronunciadas, 13 vueltas con ángulo cerrado y desniveles de 50 metros de altura en tramos de apenas 400 metros. En el programa, con el número 233, se anunció a un tal ‘Delfio Cabrora’. En el kilómetro 37, Cabrera iba sexto y alcanzó a Eusebio Guiñez, también argentino, quien venía sufriendo dolores hepáticos. Cuando emparejó su marcha, Guiñez sólo alcanzó a alentarlo. El momento más dramático se vivió en la entrada al estadio Wembley. El belga E. Gailly hizo contacto con la pista tambaleándose totalmente exhausto, pero seguía primero. Quince segundos después, Cabrera hizo lo mismo aunque con un estado físico diferente. Con la cabeza siempre al frente fue disolviendo diferencias hasta que, faltando una vuelta, superó a Gailly, que parecía caerse. Todo Wembley se puso de pie y comenzó a alentarlo. Cabrera continuó su marcha y tras 2h34m51 cortó con su pecho la cinta de llegada. Con el arribo de Eusebio Guiñez en el quinto puesto y de Armando Sensini en el noveno, se produjo la más grande actuación del atletismo argentino en la historia de los Juegos. Cabrera y Zabala ganaron el maratón el mismo día. Es por eso que el 7 de agosto es el día Olímpico Argentino.
HELSINKI 1952
Los Juegos Olímpicos vieron flamear la bandera argentina en lo más alto y escuchar el Himno Nacional por última vez en un largo tiempo. Es que en la capital finlandesa los atletas argentinos lograron su última medalla de oro hasta Atenas 2004. Los 134 deportistas de nuestro país participaron en atletismo, basquetbol (con los campeones mundiales), boxeo, ciclismo, equitación, esgrima, gimnasia, lucha, natación, waterpolo, pentatlón moderno, pesas, remo, tiro y yachting. Todos ellos partieron rumbo a Helsinki con el objetivo de mejorar o superar la gran actuación en Londres cuatro años antes. Y quedaron cerca ya que la producción final fue de cinco medallas, dos menos que en la capital inglesa.
Un deporte que hasta ese momento no había tenido actuaciones destacadas fue motivo de orgullo y medalla para Argentina: el pesista Humberto Selvetti logró la de bronce en la categoría completo. Un desconocido se transformó en noticia. Cuatro años más tarde, volvería a ser centro de atención. Una vez más el boxeo aportó dos medallas. Una fue de plata ganada por Antonio Pacenza en la categoría mediopesado y la otra fue obtenida por Eladio Herrera en los superwelters. A esta altura el boxeo había acostumbrado mal a los argentinos por su cosecha de (varias) medallas en cada Juego. Argentina volvió a sorprender a todos en el maratón: Reynaldo Gorno secundó al mítico atleta checoslovaco Emil Zatopek y generó un gran revuelo ya que estuvo cerca de quedarse con la medalla de oro.
Sin embargo lo más destacado llegó desde el agua. El bote con el que corrían dos remeros se lo habían prestado en Regatas de San Nicolás. Era muy pesado y no estaba en las mejores condiciones. Junto con Tranquilo Capozzo y Eduardo Guerrero llegaron a la final del doble par junto a atletas de otros cuatro Comités Olímpicos: los de Unión Soviética, Checoslovaquia, Uruguay y Francia. A la mitad de la carrera los argentinos, sin que se les notara los diez kilos de más que pesaba su bote, pasaron al frente y nunca más abandonaron la primera posición al irse escapando lentamente. A 500 metros de la llegada ya le llevaban un bote y medio de ventaja a los checoslovacos y tres a los soviéticos y la historia ya estaba escrita. Un dato curioso: esa dupla se formó recién a principios de 1952 y sólo había corrido junta seis veces ganando las seis regatas. Después de esa inolvidable temporada, Capozzo y Guerrero nunca más remaron juntos.
DESPUES RECIEN SE VOLVIO A COSECHAR UN NUMERO CONSIDERABLE DE MEDALLAS EN ATENAS 2004
Los atletas argentinos habían tenido una brillante actuación en Sydney, pero lo hecho en Atenas fue histórico. La misión cosechó seis medallas: dos de oro y cuatro de bronce para darse el gusto de volver a ganar un título tras 52 años de sequía.
Con una delegación de 156 deportistas, el COA viajó a la cuna del olimpismo con participantes inscriptos en atletismo, basquetbol, boxeo, beach volley, canotaje, ciclismo, natación, equitación, esgrima, hockey sobre césped, fútbol, judo, pesas, taekwondo, remo, tenis, tenis de mesa, tiro, triatlón, voleibol y yachting.
P
ara estos Juegos, Buenos Aires había perdido la candidatura en la fase final de la elección. Nuevamente llegó una alegría desde el agua y otra vez con Carlos Espínola, quien además se convirtió en el primer deportista argentino en ganar tres medallas olímpicas consecutivas. Aunque esta vez el abanderado de la delegación participó junto a Santiago Lange en la clase Tornado.
Otras que volvieron a ratificar su gran nivel fueron las Las Leonas. El conjunto dirigido por Sergio Vigil se subió nuevamente al podio tras vencer a su par chino por 1 a 0 luego de que perdiera su chance de pelear por el oro ante el conjunto holandés. Otras dos medallas llegaron a través de la natación con Georgina Bardach en los 400 metros medley (bronce) y del tenis con el dobles integrado por Paola Suárez y Patricia Tarabini (bronce). Pero el gran día, el día soñado, sería el penúltimo de los Juegos. Justamente un sábado 28 de agosto Argentina tocó el cielo con las manos con dos medallas de oro. Primero fue el fútbol. Tras vencer en la final a Paraguay por 1 a 0, el seleccionado de Marcelo Bielsa conquistó el único logro que le faltaba al país en su basta historia futbolística. El equipo, que tuvo a Carlos Tevez (fue el máximo goleador) como su máxima figura, fue claramente superior a sus rivales. Tanto fue así que ganó el torneo invicto (disputó seis partidos) y sin ningún gol en contra.
La otra gran alegría fue la del básquetbol. Con una mística inconfundible que llegó al corazón de todos, la llamada ‘Generación de oro’ conformada por Emanuel Ginóbili (MVP del torneo), Alejandro Montecchia, Fabricio Oberto, Luis Scola y Juan Ignacio Sánchez entre otros gigantes, tuvo un desempeño superlativo. El primer golpe fue ante los representativos del Comité Olímpico de Serbia y Montenegro: 83 a 82 con un doble agónico de Ginóbili para tomarse revancha de la final del Mundial de Estados Unidos 2002. Luego de dos derrotas ante los de España e Italia, en la fase decisiva el conjunto dirigido por Rubén Magnano sacó lo mejor de sí. Por las semifinales venció al temible Dream Team por 91 a 89 en un encuentro que difícilmente podrá olvidarse no sólo por lo intenso sino por el simple hecho de que los argentinos, tal como lo hicieran en el Mundial, dejaron otra vez al de Estados Unidos fuera de competencia. Y luego —sin Oberto, lesionado en las semifinales— se tomó revancha de los italianos y les ganaron la final. Otros argentinos que no llegaron a obtener medallas pero que cumplieron buenos actuaciones fueron Alejandra García, que llegó a la final de salto con garrocha y Santiago Fernández, cuarto en la final del single de remo.
Y BEIJING 2008
Cuatro años después, la historia se volvió a repetir. Argentina igualó en Beijing 2008 la cantidad de medallas obtenidas en Atenas 2004. La misión, que tuvo como abanderado al basquetbolista Emanuel Ginóbili, cosechó seis podios (dos medallas de oro y cuatro de bronce) y alcanzó sus picos con las sólidas actuaciones del seleccionado de fútbol y de la dupla de ciclismo compuesta por Juan Curuchet y Walter Pérez.Además se destacaron la Selección femenina de hockey sobre césped, el seleccionado de basquetbol, la judoca Paula Pareto y la dupla Carlos Espínola-Santiago Lange en yachting.
En fútbol, el conjunto dirigido por Sergio Batista defendió el título conseguido por el de Marcelo Bielsa cuatro años atrás y se quedó con la medalla de oro tras vencer en la final a Nigeria por 1 a 0 con un gol de Ángel Di María en un encuentro que se jugó en el formidable Nido de Pájaro.
Curuchet y Pérez también se subieron a lo más alto del podio olímpico tras consagrarse en la americana luego de superar a los españoles Joan Llaneras y Antonio Pérez y a los rusos Mikhail Ignatyev y Alexei Markov. Las Leonas no pudieron conquistar el oro y volvieron a quedarse con el bronce después de derrotar a Alemania por 3 a 1.
Pareto obtuvo una medalla histórica de bronce para su deporte en la categoría hasta 48 kilogramos y Espínola y Lange también fueron de bronce en la clase Tornado. Con seis medallas, Argentina igualó la quinta mejor producción en la historia de los Juegos Olímpicos.
En total tenemos en nuestras 24 participaciones en los juegos olimpicos de verano 18 oro, 24 plata y 28 bronces totalizando 70 medallas en toda nuestra historia en los juegos olimpicos.
La mayor cantidad de medallas las consiguio entre 1924 y 1950, descendiendo la cantidad considerablemente durante las decadas del 1960, 1970 y 1980 con pocas cosechas.
AQUI UN POCO DE INFORMACION DE LOS AÑOS 1924 HASTA 1952
PARÍS 1924
El COA envió representantes en yachting, remo, tiro, natación, pesas, esgrima, atletismo (100, 200 y 400 metros, 110 y 400 metros con vallas, posta 4x100 metros, decatlon y saltos en largo y triple), pentatlon moderno, boxeo, tenis, ciclismo y polo. Aquel equipo de polo había empezado a seleccionar los caballos que llevarían a la capital francesa un año antes de la partida. Y justamente fue este deporte el que llegó a París con el objetivo y la confianza de ganar una medalla. Y no defraudó. Guillermo Brooke Naylor, Juan Miles, Enrique Padilla, Arturo Kenny, Jack Nelson y Alfredo Peña demostraron que el polo argentino era (y todavía lo es, claro) el mejor del mundo para lograr la primera medalla de oro en la historia de Argentina. En su camino a la gloria, los ‘Cuatro grandes del Sur’ (así fueron conocidos internacionalmente Kenny, Nelson, Padilla y Miles) disputaron cuatro partidos marcando 46 goles y recibiendo sólo 14. Los atletas de Francia y España fueron derrotados por 15 a 2 y 16 a 1 respectivamente, y luego quedaron en el camino los de Gran Bretaña por 9 a 5. Ya en la final frente a Estados Unidos, el partido fue más parejo y se definió para los argentinos por 6 a 5 con un gol agónico de Jack Nelson en los segundos finales del séptimo y último chukker.
Sin embargo fue el boxeador Pedro Quartucci (luego sería un reconocidísimo actor) el primero en obtener una medalla olímpica individual al ganar el bronce en la categoría pluma. Desde ese momento el boxeo empezó a escribir la página más gloriosa del deporte olímpico argentino ya que la de Quartucci fue la primera de las 24 medallas que este deporte consiguió a lo largo de los Juegos, algo que ninguna otra disciplina ha obtenido. A esas dos medallas en la primera participación del COA hay que sumarles también las de plata de Héctor Méndez y Horacio Copello en boxeo (categorías medio mediano y liviano, respectivamente) y la de Luis Brunetto en salto triple. Pero hubo además una de bronce, de Alfredo Porzio, entre los pesados de boxeo. El caso de Brunetto fue para destacar ya que siendo un atleta desconocido estuvo al frente de toda la competición con una marca de 15,42 metros. Pero en su último intento el australiano A. W. Winter, con 15,52, batió el récord olímpico y mundial y se quedó con el oro.
LOS ANGELES 1932
Inscriptos en atletismo, boxeo, esgrima, natación, pesas y tiro, los argentinos viajaron, una vez más, con todas las ilusiones. Sólo 36 atletas partieron hacia la costa oeste de Estados Unidos. Una delegación notablemente más pequeña a las que habían representado al COA en los Juegos anteriores. Como ya era habitual, el boxeo aportó la mayor cantidad de medallas: dos de oro y una de plata. Aquellas las consiguieron Santiago Lovell en la categoría pesado y Carmelo Robledo en pluma; y la de plata, Amado Azar en mediano. Lovell, de chico, había sido vendedor de diarios y más de una vez había tenido que defender su puesto a las trompadas. Por eso lo apodaban ‘Terror de Dock Sud’ a quien partió a los Juegos con la convicción de que traería la medalla de oro. Y así lo hizo. Venció por puntos al italiano Luigi Rovati en el combate decisivo y cumplió con su pronóstico. Carmelo Robledo también había sido repartidor de diarios en su infancia, en la esquina de avenida Córdoba y Rodríguez Peña. Allí, en la calle, aprendió a boxear a los 12 años. En Los Ángeles 32, en tres días sucesivos, tuvo tres combates, con tres claras victorias, demostrando toda su experiencia ganada en Amsterdam 28. La pelea por el oro fue ante el alemán Josef Schleinkofer pero para esa pelea hay una historia: increíblemente el transporte que debió llevarlo desde la villa Olímpica hasta el estadio no llegó. Entonces el cocinero de la delegación nacional, que era un argentino radicado en Los Ángeles, se ofreció a llevarlo en su auto particular. Felizmente llegó a tiempo y derrotó a Schleinkofer por puntos sin dejar dudas ante un rival que lo superaba físicamente. Para recordar, al volver a Argentina le regaló a su madre dos fotos que se había sacado con los actores Mary Astor y Clark Gable, dos estrellas de Hollywood.
LONDRES 1948
En estos Juegos se dio una de las hazañas más grandes que el deporte argentino supo conseguir. El rosarino Juan Carlos Zabala, el ‘Ñandú criollo’, se dio el gusto de ganar el maratón. Huérfano desde los 6 años, Zabala se había criado en un orfanato de Marcos Paz donde comenzó a destacarse en el atletismo. A la hora de la largada de aquel inolvidable 7 de agosto, Paavo Nurmi, el ‘Finlandés volador’, se le acercó y le dijo que si corría con la cabeza ganaría. Zabala salió primero del estadio Olímpico repleto por 75 mil espectadores. Siempre se mantuvo entre los puestos de punta y a cuatro kilómetros de la meta recuperó el liderazgo para no dejarlo jamás. El joven con el número 12 en la espalda y una ‘A’ en el pecho de su camiseta de algodón blanca con una franja celeste, cruzó la meta luego de competir durante dos horas, 31 minutos y 36 segundos estableciendo un nuevo récord olímpico y ganándose un lugar en la historia grande del atletismo argentino y mundial.
Rafael Iglesias es otro nombre de oro en la memoria olímpica argentina. Ninguna otra medalla fue conquistada con tanta garra y tanta hombría. Otra vez el boxeo. Y otra vez los pesados. En su segundo combate le aplicaron un golpe en el ojo derecho que lo mantuvo totalmente cerrado hasta el final de la competencia. Luego de dejar afuera a tres rivales (un español, un italiano y un sudafricano), la pelea decisiva fue ante el imponente sueco Gunnar Nilson. En el primer round Iglesias soportó dos tremendos golpes del adversario pero enseguida se colocó a la ofensiva. En el segundo asalto tiró a Nilson, pero éste pudo levantarse cuando la cuenta llegó a nueve. Entonces Iglesias remató a la mole rubia con otro derechazo que se hundió en su cuerpo. Esta vez el rival no se levantó. Dentro de aquel grupo de boxeadores hubo uno muy especial, muy particular. Su nombre era Pascual Pérez. El pequeño mendocino ya había conquistado todo: la corona de su ciudad, la de su provincia, la argentina, la rioplatense y la latinoamericana, todas en la categoría mosca. Un título olímpico
Dos nocauts técnicos y dos triunfos por puntos lo depositaron en el combate por el oro, donde aguardaba el italiano Spartaco Bandinelli. Los dos primeros asaltos fueron de guerra, en los que el argentino desplegó su variedad de recursos y actuó siempre de manera exacta en los esquives. Pero el último fue una fiesta. Mientras Bandinelli fue al frente con valentía sabiéndose perdedor, Pérez no se alejó de la lucha y respondió de igual manera, tanto que llegó fatigado al término del combate. Con 22 años tocó el cielo con las manos. Había alcanzado la gloria olímpica. Pero si hay una actuación olímpica que brota con rapidez de la boca cuando se habla de las grandes proezas del deporte argentino, ésa es la que tuvo como inolvidable protagonista a Delfo Cabrera. Peculiarmente sucedió un 7 de agosto, la misma fecha en la que 16 años antes Juan Carlos Zabala había ingresado gallardo y primero a la pista del Coliseum de Los Ángeles. Los 42,195 kilómetros del maratón londinense sufrieron en su recorrido 43 cuestas pronunciadas, 13 vueltas con ángulo cerrado y desniveles de 50 metros de altura en tramos de apenas 400 metros. En el programa, con el número 233, se anunció a un tal ‘Delfio Cabrora’. En el kilómetro 37, Cabrera iba sexto y alcanzó a Eusebio Guiñez, también argentino, quien venía sufriendo dolores hepáticos. Cuando emparejó su marcha, Guiñez sólo alcanzó a alentarlo. El momento más dramático se vivió en la entrada al estadio Wembley. El belga E. Gailly hizo contacto con la pista tambaleándose totalmente exhausto, pero seguía primero. Quince segundos después, Cabrera hizo lo mismo aunque con un estado físico diferente. Con la cabeza siempre al frente fue disolviendo diferencias hasta que, faltando una vuelta, superó a Gailly, que parecía caerse. Todo Wembley se puso de pie y comenzó a alentarlo. Cabrera continuó su marcha y tras 2h34m51 cortó con su pecho la cinta de llegada. Con el arribo de Eusebio Guiñez en el quinto puesto y de Armando Sensini en el noveno, se produjo la más grande actuación del atletismo argentino en la historia de los Juegos. Cabrera y Zabala ganaron el maratón el mismo día. Es por eso que el 7 de agosto es el día Olímpico Argentino.
HELSINKI 1952
Los Juegos Olímpicos vieron flamear la bandera argentina en lo más alto y escuchar el Himno Nacional por última vez en un largo tiempo. Es que en la capital finlandesa los atletas argentinos lograron su última medalla de oro hasta Atenas 2004. Los 134 deportistas de nuestro país participaron en atletismo, basquetbol (con los campeones mundiales), boxeo, ciclismo, equitación, esgrima, gimnasia, lucha, natación, waterpolo, pentatlón moderno, pesas, remo, tiro y yachting. Todos ellos partieron rumbo a Helsinki con el objetivo de mejorar o superar la gran actuación en Londres cuatro años antes. Y quedaron cerca ya que la producción final fue de cinco medallas, dos menos que en la capital inglesa.
Un deporte que hasta ese momento no había tenido actuaciones destacadas fue motivo de orgullo y medalla para Argentina: el pesista Humberto Selvetti logró la de bronce en la categoría completo. Un desconocido se transformó en noticia. Cuatro años más tarde, volvería a ser centro de atención. Una vez más el boxeo aportó dos medallas. Una fue de plata ganada por Antonio Pacenza en la categoría mediopesado y la otra fue obtenida por Eladio Herrera en los superwelters. A esta altura el boxeo había acostumbrado mal a los argentinos por su cosecha de (varias) medallas en cada Juego. Argentina volvió a sorprender a todos en el maratón: Reynaldo Gorno secundó al mítico atleta checoslovaco Emil Zatopek y generó un gran revuelo ya que estuvo cerca de quedarse con la medalla de oro.
Sin embargo lo más destacado llegó desde el agua. El bote con el que corrían dos remeros se lo habían prestado en Regatas de San Nicolás. Era muy pesado y no estaba en las mejores condiciones. Junto con Tranquilo Capozzo y Eduardo Guerrero llegaron a la final del doble par junto a atletas de otros cuatro Comités Olímpicos: los de Unión Soviética, Checoslovaquia, Uruguay y Francia. A la mitad de la carrera los argentinos, sin que se les notara los diez kilos de más que pesaba su bote, pasaron al frente y nunca más abandonaron la primera posición al irse escapando lentamente. A 500 metros de la llegada ya le llevaban un bote y medio de ventaja a los checoslovacos y tres a los soviéticos y la historia ya estaba escrita. Un dato curioso: esa dupla se formó recién a principios de 1952 y sólo había corrido junta seis veces ganando las seis regatas. Después de esa inolvidable temporada, Capozzo y Guerrero nunca más remaron juntos.
DESPUES RECIEN SE VOLVIO A COSECHAR UN NUMERO CONSIDERABLE DE MEDALLAS EN ATENAS 2004
Los atletas argentinos habían tenido una brillante actuación en Sydney, pero lo hecho en Atenas fue histórico. La misión cosechó seis medallas: dos de oro y cuatro de bronce para darse el gusto de volver a ganar un título tras 52 años de sequía.
Con una delegación de 156 deportistas, el COA viajó a la cuna del olimpismo con participantes inscriptos en atletismo, basquetbol, boxeo, beach volley, canotaje, ciclismo, natación, equitación, esgrima, hockey sobre césped, fútbol, judo, pesas, taekwondo, remo, tenis, tenis de mesa, tiro, triatlón, voleibol y yachting.
P
Otras que volvieron a ratificar su gran nivel fueron las Las Leonas. El conjunto dirigido por Sergio Vigil se subió nuevamente al podio tras vencer a su par chino por 1 a 0 luego de que perdiera su chance de pelear por el oro ante el conjunto holandés. Otras dos medallas llegaron a través de la natación con Georgina Bardach en los 400 metros medley (bronce) y del tenis con el dobles integrado por Paola Suárez y Patricia Tarabini (bronce). Pero el gran día, el día soñado, sería el penúltimo de los Juegos. Justamente un sábado 28 de agosto Argentina tocó el cielo con las manos con dos medallas de oro. Primero fue el fútbol. Tras vencer en la final a Paraguay por 1 a 0, el seleccionado de Marcelo Bielsa conquistó el único logro que le faltaba al país en su basta historia futbolística. El equipo, que tuvo a Carlos Tevez (fue el máximo goleador) como su máxima figura, fue claramente superior a sus rivales. Tanto fue así que ganó el torneo invicto (disputó seis partidos) y sin ningún gol en contra.
La otra gran alegría fue la del básquetbol. Con una mística inconfundible que llegó al corazón de todos, la llamada ‘Generación de oro’ conformada por Emanuel Ginóbili (MVP del torneo), Alejandro Montecchia, Fabricio Oberto, Luis Scola y Juan Ignacio Sánchez entre otros gigantes, tuvo un desempeño superlativo. El primer golpe fue ante los representativos del Comité Olímpico de Serbia y Montenegro: 83 a 82 con un doble agónico de Ginóbili para tomarse revancha de la final del Mundial de Estados Unidos 2002. Luego de dos derrotas ante los de España e Italia, en la fase decisiva el conjunto dirigido por Rubén Magnano sacó lo mejor de sí. Por las semifinales venció al temible Dream Team por 91 a 89 en un encuentro que difícilmente podrá olvidarse no sólo por lo intenso sino por el simple hecho de que los argentinos, tal como lo hicieran en el Mundial, dejaron otra vez al de Estados Unidos fuera de competencia. Y luego —sin Oberto, lesionado en las semifinales— se tomó revancha de los italianos y les ganaron la final. Otros argentinos que no llegaron a obtener medallas pero que cumplieron buenos actuaciones fueron Alejandra García, que llegó a la final de salto con garrocha y Santiago Fernández, cuarto en la final del single de remo.
Y BEIJING 2008
Cuatro años después, la historia se volvió a repetir. Argentina igualó en Beijing 2008 la cantidad de medallas obtenidas en Atenas 2004. La misión, que tuvo como abanderado al basquetbolista Emanuel Ginóbili, cosechó seis podios (dos medallas de oro y cuatro de bronce) y alcanzó sus picos con las sólidas actuaciones del seleccionado de fútbol y de la dupla de ciclismo compuesta por Juan Curuchet y Walter Pérez.Además se destacaron la Selección femenina de hockey sobre césped, el seleccionado de basquetbol, la judoca Paula Pareto y la dupla Carlos Espínola-Santiago Lange en yachting.
En fútbol, el conjunto dirigido por Sergio Batista defendió el título conseguido por el de Marcelo Bielsa cuatro años atrás y se quedó con la medalla de oro tras vencer en la final a Nigeria por 1 a 0 con un gol de Ángel Di María en un encuentro que se jugó en el formidable Nido de Pájaro.
Pareto obtuvo una medalla histórica de bronce para su deporte en la categoría hasta 48 kilogramos y Espínola y Lange también fueron de bronce en la clase Tornado. Con seis medallas, Argentina igualó la quinta mejor producción en la historia de los Juegos Olímpicos.
En total tenemos en nuestras 24 participaciones en los juegos olimpicos de verano 18 oro, 24 plata y 28 bronces totalizando 70 medallas en toda nuestra historia en los juegos olimpicos.