Promesas y desilusiones
Aunque las reformas energéticas han dado fundamentos para un buen desempeño económico al país, las circunstancias externas sugieren la posible llegada de una nueva crisis.
El inicio del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto se ha caracterizado por echar sus cartas al futuro; sin embargo, el país se ha dejado llevar por las ilusiones de dejar atrás el crecimiento económico mediocre –en comparación con países latinoamericanos como Brasil, Chile, Perú y Colombia- al pensar que en el corto o mediano plazo se tendrán crecimientos anuales por arriba del 4 por ciento.
Dicho período presidencial tomó como eje en su plan sexenal un gran número de reformas que fueron impulsadas desde Los Pinos, teniendo a la reforma energética como la cereza del pastel –la que por fin nos podría traer el tan ansiado, y no encontrado, desarrollo-. Así comenzamos el 2014; de acuerdo a la última encuesta sobre expectativas del sector privado realizada por Banxico mensualmente, los especialistas sugieren un crecimiento del 2.56 por ciento para este año, cuando a principio de 2014 se esperaba un desarrollo de 3.4 por ciento.
Cabe mencionar que durante el 2013 se vio una tendencia negativa de las expectativas de crecimiento a los largo de dicho año. Es decir, si a inicios de año se esperaban crecimientos por arriba del 3.4 por ciento, para finales del 2013 dichas estimaciones se encontraban por la mitad.
Baja la suposición de que la reforma energética se convierta en el santo grial del desarrollo mexicano, los resultados podrían no ser vistos hasta dentro de varios años. Casos bien implementados como el de ‘Petrobras’ no sólo llevó consigo el crecimiento económico a Brasil, sino que también impulsó una serie de programas sociales que llevó desarrollo a los brasileños.
Tanto para las economías desarrolladas como para las emergentes, actualmente el contexto mundial es bastante complicado. Diversos analistas constataron que la recuperación de la economía de Estados Unidos (EUA) provocaría una fuga de capitales en los países emergentes, debido a que la FED (Banco Central de EUA) podría tener razones para subir sus tasas de referencia antes de lo que los inversionistas calculan, lo cual provocaría que la diferencia entre los bonos de los países emergentes y EUA sea cada vez menor, dando así incentivos a los inversionistas de retirar sus inversiones en países con mayor riesgo.
Aunado a ello, los conflictos geopolíticos en Medio Oriente (Franja de Gaza, Iraq y Siria), Europa del este (tensión en la fronteras de Rusia) y demás, han provocado un fuerte nerviosismo en los mercados. Por ello, los inversionistas han tendido a refugiar sus recursos en mercados más seguros (en países desarrollados).
No obstante, la especulación sobre una posible burbuja en el mercado accionario en EUA por el exceso de liquidez en dicha economía podría llevar a una crisis incluso peor a la que comenzó durante el 2008. A razón de ello, la mayoría de los países emergentes han visto en sus monedas gran volatilidad por éstas y demás razones. Diversos especialistas sugieren que el peso mexicano ha sido relativamente más estable debido a que el país goza de más fundamentos que sustentan su economía al largo plazo –dígase reformas (las cuales suponen una correcta aplicación)-.
En suma, como así se esperó en su momento que el petróleo nos llevaría al primer mundo, que la democracia en México llegaría en su plenitud con Fox; los mexicanos tendrán que ser pacientes con los procesos (reformas) que se acaban de implementar. Por lo que no queda más que darle el seguimiento que ameritan.
Aunque las reformas energéticas han dado fundamentos para un buen desempeño económico al país, las circunstancias externas sugieren la posible llegada de una nueva crisis.

El inicio del sexenio del presidente Enrique Peña Nieto se ha caracterizado por echar sus cartas al futuro; sin embargo, el país se ha dejado llevar por las ilusiones de dejar atrás el crecimiento económico mediocre –en comparación con países latinoamericanos como Brasil, Chile, Perú y Colombia- al pensar que en el corto o mediano plazo se tendrán crecimientos anuales por arriba del 4 por ciento.
Dicho período presidencial tomó como eje en su plan sexenal un gran número de reformas que fueron impulsadas desde Los Pinos, teniendo a la reforma energética como la cereza del pastel –la que por fin nos podría traer el tan ansiado, y no encontrado, desarrollo-. Así comenzamos el 2014; de acuerdo a la última encuesta sobre expectativas del sector privado realizada por Banxico mensualmente, los especialistas sugieren un crecimiento del 2.56 por ciento para este año, cuando a principio de 2014 se esperaba un desarrollo de 3.4 por ciento.
Cabe mencionar que durante el 2013 se vio una tendencia negativa de las expectativas de crecimiento a los largo de dicho año. Es decir, si a inicios de año se esperaban crecimientos por arriba del 3.4 por ciento, para finales del 2013 dichas estimaciones se encontraban por la mitad.
Baja la suposición de que la reforma energética se convierta en el santo grial del desarrollo mexicano, los resultados podrían no ser vistos hasta dentro de varios años. Casos bien implementados como el de ‘Petrobras’ no sólo llevó consigo el crecimiento económico a Brasil, sino que también impulsó una serie de programas sociales que llevó desarrollo a los brasileños.
Tanto para las economías desarrolladas como para las emergentes, actualmente el contexto mundial es bastante complicado. Diversos analistas constataron que la recuperación de la economía de Estados Unidos (EUA) provocaría una fuga de capitales en los países emergentes, debido a que la FED (Banco Central de EUA) podría tener razones para subir sus tasas de referencia antes de lo que los inversionistas calculan, lo cual provocaría que la diferencia entre los bonos de los países emergentes y EUA sea cada vez menor, dando así incentivos a los inversionistas de retirar sus inversiones en países con mayor riesgo.
Aunado a ello, los conflictos geopolíticos en Medio Oriente (Franja de Gaza, Iraq y Siria), Europa del este (tensión en la fronteras de Rusia) y demás, han provocado un fuerte nerviosismo en los mercados. Por ello, los inversionistas han tendido a refugiar sus recursos en mercados más seguros (en países desarrollados).
No obstante, la especulación sobre una posible burbuja en el mercado accionario en EUA por el exceso de liquidez en dicha economía podría llevar a una crisis incluso peor a la que comenzó durante el 2008. A razón de ello, la mayoría de los países emergentes han visto en sus monedas gran volatilidad por éstas y demás razones. Diversos especialistas sugieren que el peso mexicano ha sido relativamente más estable debido a que el país goza de más fundamentos que sustentan su economía al largo plazo –dígase reformas (las cuales suponen una correcta aplicación)-.
En suma, como así se esperó en su momento que el petróleo nos llevaría al primer mundo, que la democracia en México llegaría en su plenitud con Fox; los mexicanos tendrán que ser pacientes con los procesos (reformas) que se acaban de implementar. Por lo que no queda más que darle el seguimiento que ameritan.