
Europa teme las represalias económicas y energéticas que pueda adoptar Putin.
Barack Obama no logra frenar a Vladimir Putin en Ucrania. Sabe que arma a los rebeldes pero no logra probarlo. Y menos aún puede probar que el misil con el que fue derribado el avión de Malaysian Airlines fuera entregado por Rusia a los separatistas.
Pero, aunque las supuestas pruebas que esgrime Estados Unidos no son más sólidas que las presentadas por Rusia para demostrar lo contrario –que fue en realidad un caza del Gobierno prooccidental de Kiev el que abatió el Boeing 777–, Obama quiere arrastrar a sus aliados europeos a una ofensiva de boicot y aislamiento del régimen de Putin.
Decenas de expertos internacionales de la OSCE (Organización para la Seguridad y el Desarrollo en Europa) y policías de los diez países que perdieron ciudadanos en el siniestro, se encuentran ya desde hace días en la zona donde se estrelló el avión malasio, cercana a la frontera con Rusia y rodeada de localidades donde tienen lugar fuertes enfrentamientos. Los expertos intentan localizar restos humanos de 16 pasajeros que no han podido ser localizados todavía, y buscan también sobre el terreno todo tipo de rastro útil para la investigación. A Holanda, país que identificará a los cuerpos, han llegado hasta ahora 282 cadáveres o fragmentos de cuerpos.
Pero Estados Unidos no quiere esperar ni los resultados de los forenses ni los de los expertos de la OSCE, ni tampoco las investigaciones de la comisión de Holanda y Reino Unido que analiza las dos cajas negras. Estados Unidos da por hecho que los rebeldes prorrusos son los responsables de la destrucción del avión de Malaysian Airlines, por lo que quiere que se castigue dura y rápidamente al Gobierno de Putin, que es sin duda quien les ha permitido aumentar drásticamente su capacidad militar.
Una vez más, el caso encuentra similitudes con la guerra contra Irak. En 2002 e inicios de 2003 el Gobierno de Bush junior rechazó esperar los resultados de las investigaciones de los más de 1.000 expertos de la ONU enviados a Irak para comprobar si realmente existían armas de destrucción masiva, y decidió iniciar la guerra al margen del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
El general Igor Konashenkov, portavoz del Ministerio de Defensa ruso, descalificó las supuestas “pruebas” mostradas estos días por el embajador de Estados Unidos en Kiev, Geoffrey Pyatt: “Es imposible comprobar la autenticidad de las fotos que Pyatt publicó en Twiter, no hay en ellas ningún tipo de referencia topográfica y son de pésima calidad”.
El general ruso aseguró que eran tan falsas como las presentadas por el Gobierno de Ucrania. Esas otras imágenes fueron tomadas directamente de las redes sociales y su origen no es evidentemente el que se le pretendía atribuir, una verdadera chapuza. Una de las “pruebas” es un video de una batería de misiles BUK como la que habría alcanzado al avión malasio, pero anuncios publicitarios que aparecen en él demuestran que no fue grabado en zonas controladas por los rebeldes prorrusos, sino controladas precisamente por las fuerzas gubernamentales.
El canciller ruso, Serguéi Lavrov, ha desafiado a Estados Unidos a presentar las fotos del satélite que dicen tener, en las cuales supuestamente se vería la entrega en la frontera rusa de armamento a los rebeldes. La Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, reconoció que “no hay pruebas contundentes de entrega de armas rusas a los rebeldes” y advirtió que ambas partes podrían tener que responder ante un tribunal internacional por los crímenes que están cometiendo contra la población civil.
Buena parte de la actividad industrial y minera de las zonas orientales controladas por los rebeldes está paralizada como consecuencia de la intensidad de los combates.
Sanciones a Rusia. Las sanciones aplicadas a Rusia tanto por la UE como por Estados Unidos son las más serias desde el desmoronamiento de la URSS y los países del Este de Europa a inicios de los ’90. A nivel financiero se ponen serias restricciones a las operaciones de los bancos públicos rusos, como el Banco de Moscú, el Banco Agrícola y el VTB, y se prohíbe a los operadores europeos comprar o vender acciones de bancos en los que el Estado ruso tenga al menos el 51% del capital. En el terreno energético, no se otorgarán licencias de exportación de tecnología utilizada para nuevas operaciones de extracción de gas o petróleo. Y a nivel militar se acuerda aplicar un embargo de venta de armas a Rusia o de tecnología que pueda ser utilizada con objetivos militares.
Pese a la espectacularidad del anuncio, Obama sabe que las relaciones entre la UE y Rusia seguirán siendo muy importantes en todos los órdenes y no es nada evidente de que puedan afectar más a Moscú que a Bruselas.
Buena parte de los 28 países miembro de la UE importan de Rusia por medio de gasoductos y oleoductos que atraviesan Ucrania un alto porcentaje del petróleo y gas que utilizan para su industria y el abastecimiento a la población. Y son muchos también los países que tienen una estrecha relación comercial con Rusia.
Un país como Holanda, que está en el epicentro de la crisis al ser el país que más ciudadanos perdió en el derribo del avión, exporta productos por más de 30.000 millones de euros anuales a Rusia e importa por cerca de 70.000 millones. Casi 4.000 empresas holandesas están involucradas en el comercio entre ambos países.
Francia y Reino Unido se acusan a su vez de hipócritas al apoyar por un lado el embargo de armas a Rusia mientras mantienen en pie suculentos contratos de venta de armas a ese país. El primer ministro británico, David Cameron, se jactaba pocos días atrás de que su país haya sido el primero en decretar un embargo de armas unilateral, e instaba a Francia a hacer otro tanto. Cameron hacía alusión en concreto al contrato de 2011 por el que Francia acordó a construir en el astillero de Saint-Nazaire dos portahelicópteros Mistral para la flota naval rusa.
Los buques, que pueden transportar 16 helicópteros de ataque cada uno, tanques y más de 1.600 soldados, vendidos por 1.700 millones de euros, deben ser entregados en octubre próximo. Paradójicamente, podrían estacionarse en la base naval rusa de Sebastopol, en la península de Crimea, ex Ucrania, desde hace meses anexionada a Rusia.
Pero Cameron tuvo que callarse pronto la boca. La Comisión de Exteriores de la Cámara de los Comunes (Cámara de Diputados británica) acaba de revelar que Reino Unido tiene vigentes aún casi 200 licencias de ventas de armas a Rusia por un valor de 170 millones de euros. Y París le recuerda también a Cameron que los oligarcas rusos tienen cada vez más peso en la City londinense.
El fin de la Guerra Fría y la acelerada globalización económica de las últimas dos décadas dan lugar a contradicciones de ese tipo. Todos se necesitan, todos pueden ser aliados hoy y enemigos mañana.
El coronel Muamar el Gadafi financió buena parte de la campaña electoral de Nicolas Sarkozy en 2007, pero cuatro años más tarde, cuando el líder libio cayó en desgracia, el mismo Sarkozy fue el primero que envió sus cazas Mirage para bombardear sus palacios. “Business is business” y donde hay negocios las fidelidades no son eternas.
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