El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.
1 Juan 5:10
Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios.
1 Juan 3:21
Porque Dios lo dijo
«Nací en una familia cristiana; cuando era niño, durante mucho tiempo pensé que estaba perdido. En el día no pensaba en ello, pero al llegar la noche, cuando me acostaba, sentía miedo y pensaba: Si muero esta noche, o si el Señor viene a buscar a los creyentes, ¿estaré perdido por la eternidad? Conocía a Dios, le confesaba nuevamente mis pecados y oraba para que me los perdonase, pero nunca estaba seguro de que me hubiese perdonado. Una noche, a mis 17 años de edad, muy desanimado pensé: orar no me sirve de nada. Hace tantos años le he pedido a Dios que me salve y no se ha producido ningún cambio.
En ese momento Dios me hizo recordar este versículo de la Biblia: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). ¿Sería esto falso? ¡No, Dios no miente! Entonces el Señor me mostró claramente que mis pecados fueron perdonados desde la primera vez que se los confesé sinceramente. Entonces, a partir de ese instante, la paz llenó mi corazón, y mi conciencia dejó de acusarme. ¡Tuve la seguridad de que mis pecados habían sido perdonados, y jamás volví a dudar de ello, pues Dios mismo me lo había dicho!».
Todavía hoy el Dios de toda gracia puede perdonar los pecados de todos los que se los confiesan. Él los declara “justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:24).
1 Juan 5:10
Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios.
1 Juan 3:21
Porque Dios lo dijo

«Nací en una familia cristiana; cuando era niño, durante mucho tiempo pensé que estaba perdido. En el día no pensaba en ello, pero al llegar la noche, cuando me acostaba, sentía miedo y pensaba: Si muero esta noche, o si el Señor viene a buscar a los creyentes, ¿estaré perdido por la eternidad? Conocía a Dios, le confesaba nuevamente mis pecados y oraba para que me los perdonase, pero nunca estaba seguro de que me hubiese perdonado. Una noche, a mis 17 años de edad, muy desanimado pensé: orar no me sirve de nada. Hace tantos años le he pedido a Dios que me salve y no se ha producido ningún cambio.
En ese momento Dios me hizo recordar este versículo de la Biblia: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). ¿Sería esto falso? ¡No, Dios no miente! Entonces el Señor me mostró claramente que mis pecados fueron perdonados desde la primera vez que se los confesé sinceramente. Entonces, a partir de ese instante, la paz llenó mi corazón, y mi conciencia dejó de acusarme. ¡Tuve la seguridad de que mis pecados habían sido perdonados, y jamás volví a dudar de ello, pues Dios mismo me lo había dicho!».
Todavía hoy el Dios de toda gracia puede perdonar los pecados de todos los que se los confiesan. Él los declara “justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:24).