En Noiva do Cordeiro, al sudeste de Brasil, hay abundancia de mujeres pero muy pocos hombres. La mayor parte de la población femenina tiene menos de 35 años y, ante la falta de candidatos, lanzaron un llamado público para que solteros de todas parte del país vengan a satisfacerlas.
Sí, suena como una mala película romántica de Hollywood, o más bien como una telenovela brasileña. Un pequeño pueblo brasileño tiene abundancia de mujeres y falta de hombres. ¿La fantasía masculina por antonomasia o el infierno en la tierra? Sea como fuere, Noiva do Cordeiro abre sus fronteras a solteros, preferentemente dispuestos a vivir en un matriarcado.
Son más de seiscientas las mujeres del pueblo que tienen entre 20 y 35 años, pero no hay igual número de hombres. No es que todas las damas sean solteras, pero en este rincón del mundo son las mujeres las que reinan, y tanto los esposos como los hijos mayores de 18 son enviados a trabajar fuera del pueblo, y solo pueden volver los fines de semana. Es una comunidad rural, donde se trabaja la tierra, pero se vive según las reglas femeninas, que se aplican tanto a la agricultura como a la planificación, la religión… y hasta la seducción.
“Nuestro pueblo se ve hermoso, más organizado y más armonioso porque lo dirigen mujeres”, considera Rosalee Fernandes, de 49 años. “Cuando hay disputas, las resolvemos a la manera femenina, buscando el consenso más que el conflicto. Compartimos todo, hasta la tierra que trabajamos y nadie compite con nadie, somos una para todas y todas para una”, completa. La mujer agrega además que muchas se juntan masivamente a ver telenovelas, pintare las uñas y chismear.
Claro, el férreo matriarcado ha dado sus visibles frutos, pero las ha dejado con un problema: conseguir hombres. Nelma Fernandes, de 23 años, comenta que es inentendible que sus hermosísimas vecinas no puedas conseguir esposos. “Aquí una solo puede conocer a un hombre cercano o casado, un primo quizás. Nos gusta vivir aquí pero no queremos tener que abandonar el pueblo para conseguir marido”. La solución ha sido sencilla: no mudarse ellas, sino traer a Mahoma a la montaña: abrir el llamado a otras partes del país, incluso del mundo.
“Nos gustaría conocer a hombres dispuestos a dejar la vida que llevan para ser parte de la nuestra”, dicen las damas, cuyo paraíso femenino queda en las colinas de Belo Vale, estado de Minas Gerais, y que fue fundado por Maria Senhorinha de Lima, una señora que abandonó a un marido al que no amaba para fundar este nuevo asentamiento regido por la mano de mujer. Esto ocurrió en 1891, cuando la Iglesia excomulgó a Lima por dejar a su marido por otro. Otras mujeres que apoyaban su libertad la siguieron, y todas se fueron a vivir al nuevo pueblo, aisladas de los prejuicios ajenos.
Por ese motivo, las mujeres de Noiva do Cordeiro no van a la iglesia ni siguen la fe cristiana. “No necesitamos casarnos frente a un cura o bautizar a nuestros hijos. Esas son reglas creadas por los hombres”, cuenta Fernandes. “Tenemos a Dios en nuestro corazón, no necesitamos ir a la iglesia”, concluye la dama, otro maravilloso exponente de este pueblo femenino y libre, al que solo le faltan algunos hombres dispuestos a vivir bajo el yugo de esta fuertes líderes.

Sí, suena como una mala película romántica de Hollywood, o más bien como una telenovela brasileña. Un pequeño pueblo brasileño tiene abundancia de mujeres y falta de hombres. ¿La fantasía masculina por antonomasia o el infierno en la tierra? Sea como fuere, Noiva do Cordeiro abre sus fronteras a solteros, preferentemente dispuestos a vivir en un matriarcado.

Son más de seiscientas las mujeres del pueblo que tienen entre 20 y 35 años, pero no hay igual número de hombres. No es que todas las damas sean solteras, pero en este rincón del mundo son las mujeres las que reinan, y tanto los esposos como los hijos mayores de 18 son enviados a trabajar fuera del pueblo, y solo pueden volver los fines de semana. Es una comunidad rural, donde se trabaja la tierra, pero se vive según las reglas femeninas, que se aplican tanto a la agricultura como a la planificación, la religión… y hasta la seducción.

“Nuestro pueblo se ve hermoso, más organizado y más armonioso porque lo dirigen mujeres”, considera Rosalee Fernandes, de 49 años. “Cuando hay disputas, las resolvemos a la manera femenina, buscando el consenso más que el conflicto. Compartimos todo, hasta la tierra que trabajamos y nadie compite con nadie, somos una para todas y todas para una”, completa. La mujer agrega además que muchas se juntan masivamente a ver telenovelas, pintare las uñas y chismear.

Claro, el férreo matriarcado ha dado sus visibles frutos, pero las ha dejado con un problema: conseguir hombres. Nelma Fernandes, de 23 años, comenta que es inentendible que sus hermosísimas vecinas no puedas conseguir esposos. “Aquí una solo puede conocer a un hombre cercano o casado, un primo quizás. Nos gusta vivir aquí pero no queremos tener que abandonar el pueblo para conseguir marido”. La solución ha sido sencilla: no mudarse ellas, sino traer a Mahoma a la montaña: abrir el llamado a otras partes del país, incluso del mundo.
“Nos gustaría conocer a hombres dispuestos a dejar la vida que llevan para ser parte de la nuestra”, dicen las damas, cuyo paraíso femenino queda en las colinas de Belo Vale, estado de Minas Gerais, y que fue fundado por Maria Senhorinha de Lima, una señora que abandonó a un marido al que no amaba para fundar este nuevo asentamiento regido por la mano de mujer. Esto ocurrió en 1891, cuando la Iglesia excomulgó a Lima por dejar a su marido por otro. Otras mujeres que apoyaban su libertad la siguieron, y todas se fueron a vivir al nuevo pueblo, aisladas de los prejuicios ajenos.
Por ese motivo, las mujeres de Noiva do Cordeiro no van a la iglesia ni siguen la fe cristiana. “No necesitamos casarnos frente a un cura o bautizar a nuestros hijos. Esas son reglas creadas por los hombres”, cuenta Fernandes. “Tenemos a Dios en nuestro corazón, no necesitamos ir a la iglesia”, concluye la dama, otro maravilloso exponente de este pueblo femenino y libre, al que solo le faltan algunos hombres dispuestos a vivir bajo el yugo de esta fuertes líderes.