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Reseña histórica de la Batalla de Boquerón



Ese 18 de julio de 1866, habiendo dejado 30 kms al Sur el caudaloso Paraná, las “tropas de Línea” de la Brigada de Infantería Oriental, al mando del Coronel León de Palleja, reforzadas con dos Batallones de Guardia Nacional argentinos y una Compañía de Zapadores brasileros, avanzaron hacia el Norte por el camino de la margen oriental del río Paraguay






Las fuerzas de retardo del Ejército Paraguayo al mando del Mariscal Francisco Solano López, se internaron por sinuosos senderos selváticos que sólo ellos conocían confluyendo hacia un punto de emboscada donde el camino torcía al Este conformando un “boquerón”, abertura grande en la espesura del monte. Esta vía tenía unos cuarenta metros de ancho, encajonada entre muros de árboles enmarañados que le daban un aspecto sombrío y se encontraba obstruida por un gran foso protector de una trinchera fortificada en alto parapeto, atiborrada de fusileros paraguayos, donde se emplazaban 3 piezas de su Artillería.





Decididos a atacar, la Brigada avanzó a “paso ligero” los cuatrocientos metros de aquella calle del infierno orillando los dos lados del camino, sufriendo el fuego de metralla por el frente y por los flancos y el impacto directo de la Artillería, cuyas granadas estallaban por doquier causando estragos. La columna atacó impertérrita como una ola embravecida, tropezando con los muertos y los heridos hasta cruzar el foso y lanzar con furor su asalto al arma blanca. Cesadas las detonaciones que aturdían, dominando el ruido seco de los aceros que chocaban y los disparos que erizaban con el horror de la muerte, los paraguayos defendieron la trinchera ciegos de coraje, a bayonetazos, con piedras y balas de cañón que lanzaban con la mano, paladas de arena que arrojaban para cegar al asaltante, a culatazos, a golpes de escobillón artillero y a sablazos. El sonoro chasquido de aquella lidia fue imponente, más al momento mismo de materializar la victoria cae herido de un balazo mortal, al propio pie de la trinchera, el Coronel León de Palleja.



El Capitán Pereda, que comandaba una Compañía del Batallón Florida, habiendo visto caer al Coronel de Palleja mandó al Teniente Villegas que estaba allí cerca, que lo recogiera y lo condujera fuera del campo de pelea. Inmediatamente ordenó cesar el fuego y trasladándose al centro del Batallón, mandó retomar la alineación y presentar sus armas durante el pasaje del héroe, rindiéndole los honores de ordenanza bajo el fuego enemigo. Más, quienes lo vivieron refieren: este hecho del Capitán Pereda, estos honores rendidos en aquella barahúnda de tiros, de quejidos, de humo y de sangre, es lo bastante para pintar su serenidad y sangre fría, y a la vez, demostración inequívoca de la veneración que él y todo el Batallón tenía por su inolvidable y valiente Jefe.”




La Diana León de Palleja surgió con motivos de rendir honores al patrono de la infantería Oriental. La trascendencia de ese 18 de julio, reafirma la significación de éste día que es conmemorado como el Día del Arma de Infantería en nuestro Ejército Nacional.




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