El ataque fue a la hora en que unas 50.000 personas que trabajaban allí empezaban sus tareas. Todavía no se sabe el número de muertos ni de heridos, pero podrían ser decenas de miles.
Las torres gemelas del World Trade Center, emblemas de Nueva York y del poderío económico de los Estados Unidos no existen más, y el desastre parece imposible de dimensionar. Con una diferencia de 18 minutos, dos aviones comerciales repletos de pasajeros —secuestrados por supuestos terroristas suicidas y desviados en pleno vuelo— chocaron contra los edificios de 110 pisos, que unos minutos después se desplomaron por completo frente a las cámaras de televisión y ante la vista de cientos de horrorizados testigos. En un primer momento, el desconcierto fue total y se pensaba que el primer avión se había estrellado en un accidente. Pero lo que parecía un horror en ese momento fue, al término de la tarde, el principio de una tragedia impensada.
En medio del drama y sin datos precisos, el alcalde Rudolph Giuliani no pudo ser más directo: "Mi impresión es que el número de vidas perdidas es horrible", dijo.
Unas horas después del terrible atentado todavía era muy difícil para las autoridades calcular la cantidad de víctimas. Se descontaba que no había sobrevivientes en los aviones, que se estrellaron contra la torres a las 8.45 y a las 9.03, horarios pico de oficina. En el Boeing 767 de American Airlines, que iba de Boston a Los Angeles, viajaban 81 pasajeros y 11 tripulantes. El otro avión era un Boeing 737 de United Airlines, que hacía la ruta Washington—Los Angeles. La empresa informó que en ese vuelo iban 58 pasajeros, dos pilotos y cuatro asistentes.
En la torres gemelas, un mundo aparte dentro de una enome ciudad, trabajaban unas 50.000 personas y los visitantes, entre ellos turistas, llegaban a los 150.000 por día. Muchos alcanzaron a escapar durante los minutos que pasaron entre el primer impacto y el segundo. Con un dato inicial y terriblemente parcial de seis muertos y unos 10 heridos solo dentro de los edificios, la Policía no dudaba en calcular en centenares —o tal vez en miles— la cantidad de víctimas.
Se cree que entre los escombros de los edificios puede haber decenas de socorristas que habían llegado al lugar antes de que los dos enormes edificios se desmoronaran. El desastre fue total en el sur de de Manhattan, el sector de Nueva York donde estaban las torres.
Los que podían escapaban hacia el puente de Brooklyn, donde los socorristas les entregaban máscaras de oxígeno para darles un poco de alivio. Los túneles de acceso a la isla se taponaron de autos como nunca y se repitieron las disputas por los teléfonos públicos, vitales para llamar a familiares aterrorizados.
Frente a los negocios, cientos de personas, entre desesperadas y curiosas, se agolparon para seguir por los televisores las escenas de una tragedia que nunca hubieran creído.
Todo ocurría en medio de una densa capa de humo y polvoque cubrió la zona y volvió más fuerte todavía la sensación de caos. Con las torres, también se desplomó otro edificio más pequeño que estaba a unos pocos metros.
Muchos de los que alcanzaron a escapar desde las oficinas, o que justo pasaban cerca del lugar, no olvidarán nunca las imágenes que les toco presenciar. Algunos llegaron a ver al segundo avión cuando chocaba contra las torres. Otros observaron impotentes como muchas personas se arrojaban desde las ventanas hechas pedazos. Muchos se tiraban desde los pisos más altos, directo a una muerte segura.
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Las torres gemelas del World Trade Center, emblemas de Nueva York y del poderío económico de los Estados Unidos no existen más, y el desastre parece imposible de dimensionar. Con una diferencia de 18 minutos, dos aviones comerciales repletos de pasajeros —secuestrados por supuestos terroristas suicidas y desviados en pleno vuelo— chocaron contra los edificios de 110 pisos, que unos minutos después se desplomaron por completo frente a las cámaras de televisión y ante la vista de cientos de horrorizados testigos. En un primer momento, el desconcierto fue total y se pensaba que el primer avión se había estrellado en un accidente. Pero lo que parecía un horror en ese momento fue, al término de la tarde, el principio de una tragedia impensada.
En medio del drama y sin datos precisos, el alcalde Rudolph Giuliani no pudo ser más directo: "Mi impresión es que el número de vidas perdidas es horrible", dijo.
Unas horas después del terrible atentado todavía era muy difícil para las autoridades calcular la cantidad de víctimas. Se descontaba que no había sobrevivientes en los aviones, que se estrellaron contra la torres a las 8.45 y a las 9.03, horarios pico de oficina. En el Boeing 767 de American Airlines, que iba de Boston a Los Angeles, viajaban 81 pasajeros y 11 tripulantes. El otro avión era un Boeing 737 de United Airlines, que hacía la ruta Washington—Los Angeles. La empresa informó que en ese vuelo iban 58 pasajeros, dos pilotos y cuatro asistentes.
En la torres gemelas, un mundo aparte dentro de una enome ciudad, trabajaban unas 50.000 personas y los visitantes, entre ellos turistas, llegaban a los 150.000 por día. Muchos alcanzaron a escapar durante los minutos que pasaron entre el primer impacto y el segundo. Con un dato inicial y terriblemente parcial de seis muertos y unos 10 heridos solo dentro de los edificios, la Policía no dudaba en calcular en centenares —o tal vez en miles— la cantidad de víctimas.
Se cree que entre los escombros de los edificios puede haber decenas de socorristas que habían llegado al lugar antes de que los dos enormes edificios se desmoronaran. El desastre fue total en el sur de de Manhattan, el sector de Nueva York donde estaban las torres.
Los que podían escapaban hacia el puente de Brooklyn, donde los socorristas les entregaban máscaras de oxígeno para darles un poco de alivio. Los túneles de acceso a la isla se taponaron de autos como nunca y se repitieron las disputas por los teléfonos públicos, vitales para llamar a familiares aterrorizados.
Frente a los negocios, cientos de personas, entre desesperadas y curiosas, se agolparon para seguir por los televisores las escenas de una tragedia que nunca hubieran creído.
Todo ocurría en medio de una densa capa de humo y polvoque cubrió la zona y volvió más fuerte todavía la sensación de caos. Con las torres, también se desplomó otro edificio más pequeño que estaba a unos pocos metros.
Muchos de los que alcanzaron a escapar desde las oficinas, o que justo pasaban cerca del lugar, no olvidarán nunca las imágenes que les toco presenciar. Algunos llegaron a ver al segundo avión cuando chocaba contra las torres. Otros observaron impotentes como muchas personas se arrojaban desde las ventanas hechas pedazos. Muchos se tiraban desde los pisos más altos, directo a una muerte segura.
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