Yo, yo soy vuestro consolador… Porque yo el Señor… soy tu Dios.
Isaías 51:12, 15
Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros.
Isaías 66:13
Yo soy
(Marcos 6:45-52)
Sin duda el mar estaba sereno cuando los discípulos de Jesús subieron a la barca. Pero de repente se levantó un viento contrario, y la frágil embarcación se vio zarandeada por las olas.
¿Quién no ha pasado por momentos de angustia en su vida? ¿Qué hacer en esos momentos? Mirar alrededor de sí es experimentar que “vana es la ayuda de los hombres” (Salmo 60:11). ¡Tratar de salir del problema por sí mismo, remando con todas nuestras fuerzas, no conduce a nada!
Los discípulos habían seguido las instrucciones que Jesús les había dado a orillas del mar, pero ya habían olvidado confiar en él.
Jesús se acercó a ellos andando sobre el mar (Marcos 6:48). Los discípulos se asustaron y gritaron: “¡Un fantasma!” (Mateo 14:26). ¿Ya habían olvidado que, con sólo dos palabras, otro día de tempestad Jesús había hablado al viento y al mar, e inmediatamente se había hecho gran bonanza? (Marcos 4:39). Gritaron debido al miedo que tenían. Jesús pasó de largo para probar su fe. Pero, ¿volvería a la orilla y los dejaría angustiados? ¡Por supuesto que no! Jesús les habló sin reprocharles por no haberlo reconocido y los tranquilizó, diciéndoles: “Yo soy”. Yo, Jesús. “Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento” (Marcos 6:50-51).
Amigo cristiano que tiene grandes preocupaciones, que quizás esté pasando por momentos difíciles, Jesús se acerca a usted y le habla. ¡Escúchele! Él conoce su prueba; ¡ábrale su corazón!
Isaías 51:12, 15
Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros.
Isaías 66:13
Yo soy
(Marcos 6:45-52)

Sin duda el mar estaba sereno cuando los discípulos de Jesús subieron a la barca. Pero de repente se levantó un viento contrario, y la frágil embarcación se vio zarandeada por las olas.
¿Quién no ha pasado por momentos de angustia en su vida? ¿Qué hacer en esos momentos? Mirar alrededor de sí es experimentar que “vana es la ayuda de los hombres” (Salmo 60:11). ¡Tratar de salir del problema por sí mismo, remando con todas nuestras fuerzas, no conduce a nada!
Los discípulos habían seguido las instrucciones que Jesús les había dado a orillas del mar, pero ya habían olvidado confiar en él.
Jesús se acercó a ellos andando sobre el mar (Marcos 6:48). Los discípulos se asustaron y gritaron: “¡Un fantasma!” (Mateo 14:26). ¿Ya habían olvidado que, con sólo dos palabras, otro día de tempestad Jesús había hablado al viento y al mar, e inmediatamente se había hecho gran bonanza? (Marcos 4:39). Gritaron debido al miedo que tenían. Jesús pasó de largo para probar su fe. Pero, ¿volvería a la orilla y los dejaría angustiados? ¡Por supuesto que no! Jesús les habló sin reprocharles por no haberlo reconocido y los tranquilizó, diciéndoles: “Yo soy”. Yo, Jesús. “Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento” (Marcos 6:50-51).
Amigo cristiano que tiene grandes preocupaciones, que quizás esté pasando por momentos difíciles, Jesús se acerca a usted y le habla. ¡Escúchele! Él conoce su prueba; ¡ábrale su corazón!