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A ocho años de la segunda desaparición de Julio López, se realizó la marcha de Congreso a Plaza de Mayo convocada por el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia.

Encabezada por las Madres de Plaza de Mayo Mirta Baravalle y Elia Espen, Carlos Lordkipanidse, de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, Myriam Bregman una de las abogadas de López y del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (CeProDH), la movilización recorrió Avenida de Mayo reclamando la aparición con vida de López y el castigo a los culpables de su desaparición. El gobierno nacional recibió críticas por ser parte del entramado de encubrimientos que tiene como consecuencia que en la causa que investiga el secuestro del testigo contra el genocida Etchecolatz no haya ningún imputado

La marcha estuvo integrada por numerosos organismos de derechos humanos como Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, el CeProDH, Correpi, Liberpueblo, Colectivo Memoria Militante, Apel, Apemia; estaba presente Luis Zamora, Norma Garrigue (madre de Ernesto Apendino, uno de los trabajadores de ATE detenido en Santa Cruz que vino especialmente a reclamar por su libertad); partidos políticos MST, PTS, IS, PO, junto a diversos movimientos sociales.

En la Plaza de Mayo se dio lectura al documento consensuado por las organizaciones convocantes, que señalaba entre otras cosas que “estamos en esta Plaza, enfrentando el silencio y la negación oficial. La impunidad y encubrimiento que rodean la segunda desaparición de Julio López se conecta directamente con la vigencia del aparato represivo de la dictadura y con la represión actual a las luchas obreras y populares”.


link: https://www.youtube.com/watch?v=XEfISnuoL4U

Ocho años sin Julio López, ocho años de impunidad y encubrimiento

Cada vez que se acerca un 18 de septiembre, día en que desaparece Julio López en el año 2006, algunos movimientos circulares dan la falsa idea de que la causa no está paralizada. Así sucedió estos días: la fiscalía quiere volver sobre pistas que se descartaron en el inicio de la investigación y que incriminan al entorno cercano a López; tan burdo es que Rubén, uno de los hijos de Julio señaló que tiene bronca porque la supuesta pista, de un testigo de identidad reservada, pretende incriminarlo a él y a un íntimo amigo, que serían quienes habrían matado y enterrado a López en un campo cercano. Algo absurdo, que ya se había descartado al inicio de la investigación y es sin dudas una más de las tantas pistas falsas que la Policía Bonaerense “planta” para alejar de la investigación a los máximos sospechados de estar vinculados al secuestro y desaparición. Porque esta causa si algo tiene son pistas, lo ausente por completo es la voluntad política de ir hacia donde conducen: justamente, a la Bonaerense y sus relaciones con retirados de esa fuerza implicados en el testimonio de Julio. Por eso a ocho años de la desaparición de López no hay un solo imputado.

El secuestro de Julio López fue un intento de tomar represalias contra quien denunció con valentía a los autores de los crímenes más atroces de la dictadura. Contra él y contra todos los testigos y sobrevivientes, contra los organismos de derechos humanos que siguen denunciando.

Monumento a la impunidad

Así se refería a la causa Adriana Calvo, primera testigo del Juicio a la Juntas en 1985 y quien, como miembro de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, luchó hasta el final de sus días por la aparición con vida de Julio.

Los integrantes del colectivo Justicia Ya! (1), querellantes en el juicio a Etchecolatz a las dos horas de la desaparición ya tenían una hipótesis y señalaban a la Bonaerense. Pero lo que siguió fue una burla: se buscó con perros, y cuando no encontraron nada se les echó la culpa diciendo que no estaban preparados; se siguió el dato de una supuesta vidente que vio a López convertido en pájaro.

Se pueden poner algunos ejemplos que hacen honor a este “monumento a la impunidad”, empezando por declaraciones de funcionarios como Aníbal Fernández, por entonces ministro del Interior del gobierno de Néstor Kirchner, que ensayó un ofensivo “debe estar en la casa de la tía”, luego de haber dicho que no descartaba ninguna hipótesis, eufemismo para hablar de la hipótesis que lleva a las fuerzas de seguridad.

En el penal de Marcos Paz, donde se alojan muchos represores, se realizó una inspección de la que los integrantes de la querella se enteraron por un cable de Télam. El operativo debía ser secreto. Había algo que olía a complicidad y encubrimiento

Myriam Bregman, integrante de la querella de Justicia Ya!, una de las abogadas de López y miembro del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos, relata que “El Caso López puso en evidencia un modus operandi de las fuerzas represivas del Estado. Las que, por supuesto, pueden quedar impunes ya que desde el poder político, tanto de Scioli como de la Presidenta, existe la decisión de seguir protegiendo a esa fuerza.” Y agrega: “Paradoja de la historia si las hay, Jorge Julio López fue secuestrado y está desaparecido bajo un gobierno que en la última década construyó su ’relato’ en una pretendida defensa de los derechos humanos. En la causa en la que debería investigarse su desaparición forzada no hay presos, ni siquiera un solo imputado. La causa está prácticamente paralizada. El nuevo secuestro y desaparición de López es todo un símbolo del encubrimiento estatal. De un Estado comandado desde hace más de diez años por el mismo elenco gubernamental. Lo poco que se hizo, se hizo tarde y mal.”

Tarde y mal se apartó a la Bonaerense de la causa, y luego a la Federal. Qué esperar más que encubrimiento, si en el curso de la investigación funcionarios del gobierno reconocieron que en se momento había más de nueve mil policías bonaerenses en funciones desde la dictadura.

Silencio

Cristina Fernández jamás mencionó públicamente a López. “Encubrimiento”, denuncia Myriam Bregman,“Peor aún, cuando Scioli asumió como gobernador nombró a muchos de esos policías que provienen de la dictadura, que estaban en funciones cuando Julio López fue secuestrado por primera vez, como máximos funcionarios de la Bonaerense. Nosotros se lo dijimos en persona y nos prometió una respuesta en cuarenta y ocho horas. Lo único que recibimos, a los pocos días, fue la utilización de la Bonaerense en el desalojo de los trabajadores de la fábrica textil Mafissa de La Plata. Y tiempo después, en 2009, en la represión a los obreros de Kraft”.