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El Nobel de la Paz sigue siendo la patata caliente de los prestigioso premios de la Academia Sueca. Parece que cada año es más divicil entregar el galardón estrella de los Nobel, y este año, como ha pasado en los último, los candidatos que se han conocido no gustan a casi nadie. El Papa Francisco se ha convertido en el gran favorito de las casas de apuestas para ganarlo. Según el medio inglés The Independent, el premio al argentino se paga 3 a 1. El próximo viernes 11 de octubre saldremos de dudas, pero existen poderosas razones para que el Pontífice no gane este año.

Todavía no lo merece
Las comparaciones son odiosas, pero necesarias en este caso. Francisco, a pesar denunciar las desigualdades que existen en nuestro planeta y señalar a los poderes económicos como los grandes causantes de los males de la humanidad, todavía no ha hecho nada parecido a lo que otros ilustres ganadores como la Madre Teresa de Calcuta, Martin Luther King o el último ganador, la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas.

Es pronto
Todavía es pronto. La llegada del Papa Francisco ha supuesto toda una revolución para la Iglesia Católica, pero no una revolución en el mundo. A pesar de sus intentos, no ha conseguido liderar ninguna iniciativa por la paz que diese resultados. Lo intentó con los últimos y sangrientos ataques de Israel a Palestina, y con la situación en Ucrania, pero sus llamadas a la paz y al entendimiento son solo eso, llamadas y no actos.

Sería un Nobel sospechoso
Pasaría a engrosar la lista de Nobles famosos, pero sospechosos. Obama lo ganó en 2009, cuando solo llevaba 10 meses ejerciendo como presidente de los Estados Unidos, y su designación generó una gran polémica, que todavía sigue muy presente. En concreto, cada vez que uno dron norteamericano causa una matanza de civiles.

La Unión Europea también pertenece a ese mismo club. Lo ganó en 2012, un año convulso en el que las decisiones económicas tomadas en Bruselas llevaron al abismo a miembros como Grecia, Portugal o España. Países cuyos ciudadanos criticaban con dureza las medidas comunitarias que tenían que sufrir. A la vez que nuestra prima de riesgo española se desbocaba, nuestro paro se disparaba y los impuestos subían, medidas que dos años después todavía no han conseguido que el desempleo baje del 24%, Europa era premiada por la paz

¿Premio a la Iglesia Católica?
Muchos entenderían que el premio no solo recae sobre el Papa, sino también sobre toda la Iglesia Católica, una institución que en la actualidad no goza de la mejor de las reputaciones, gracias a la gran cantidad de escándalos que o todavía no se han atajado, o que tienen difícil solución, o que están demasiado recientes: abusos a menores, su posición respecto al uso del preservativo en países en los que el Sida es toda una epidemia, la lujosa vida de algunos obispos, el Banco Vaticano… Demasiados frentes para una institución que en casi ningún país es considerada ejemplar.

Otros lo merecen más que él
Hay personas e instituciones que lo pueden ganar este año, y que puede que lo merezcan más que él. Edward Snowden, el hombre que ha sacado a la luz las técnicas de espionaje de EE.UU. a políticos y ciudadanos de todo el mundo, es uno de los favoritos. Malala Yusufzai, promotora del derecho a la educación femenina en su país y superviviente de un ataque talibán es otro de los nombres que suenan. Como Ban Ki-Moon, secretario general de Naciones Unidas. Tres candidatos cuyas acciones han tenido un impacto importante en el mundo en favor de la democracia, los derechos de las mujeres o la paz, respectivamente.


No es nada extraordinario para él
Porque es redundante. Cuando a Barack Obama le concedieron el premio en 2009, el jurado argumentó que se lo daban por “fomentar la paz y la reconciliación”. ¿No es precisamente ese el trabajo de cualquier Papa? Premiarle por una acción y una actitud que se le presupone es algo que perfectamente puede ser visto como reiterativo.

Otros líderes religiosos lo merecerían
¿Por qué él sí y otros líderes religiosos no? Su menaje es compartido por los patriarcas de la iglesia ortodoxa, muchos rabinos e imanes o los líderes protestantes. Es cierto que ninguno de ellos tiene la influencia ni la exposición mediática del Papa, pero su filosofía en cuanto a la paz es básicamente idéntica, así que lo merecerían igual que él.