La peregrinación cumplió 40 añosSoportaron el viento y la lluvia bajo la consigna “Madre, ayúdanos a trabajar por la paz”.
Empapados. Los fieles, anoche peregrinando rumbo a Luján. /TN
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Eva Molina camina mirando un punto fijo adelante, sobre la Avenida Rivadavia, a toda velocidad y cargando sobre su hombro izquierdo todo el peso de la imagen cabecera de la Virgen de Luján. “Ni loca la largo, hasta Merlo no puedo dejarla”, dice, y deja en evidencia que en ese esfuerzo viaja alguna promesa. Eva conoce este camino de casi 60 kilómetros de memoria: ayer la peregrinación a Luján cumplió 40 años y ella es una de las pocas peregrinas que viene caminando a Luján ininterrumpidamente desde la primera vez, en 1974.
Eva partió a las 12 del mediodía junto a otros miles de fieles desde Rivadavia y General Paz, en Liniers. “La primera vez vine a pedir por la salud de mi hijo que había nacido mal, prematuro, y estaba en incubadora. La Virgen finalmente se lo llevó pero después me trajo otro”, recuerda y el viento frío le revuelve la cabellera rubia. Ese otro hijo hoy tiene 34 años: él y todos los nietos de Eva también son peregrinos.
El lema de esta 40° edición fue “Madre, ayúdanos a trabajar por la paz”, el de aquella primera vez, en cambio, fue otro: “Argentina estaba en un momento muy difícil y fuimos a pedir por la Patria”, cuenta a ClarínMarcelo Mitchell, un docente de matemáticas y catequista que en aquel momento tenía 20 años. “Era todo muy distinto: hoy se difunde por redes sociales pero recuerdo que para aquella primera peregrinación fuimos a esperar a Julio Lagos, a Badía en Flecha Juventud y a buscar al Gordo Muñoz para que nos ayudaran a difundir. Fuimos involucrando a la juventud de manera muy artesanal”, cuenta emocionado.
La lluvia, finalmente, no arruinó la largada desde la iglesia San Cayetano, pero el viento obligó a quienes empujaban vírgenes montadas en bicicletas o en carros a armarles cerramientos con nylon grueso. El lema no pasó desapercibido: se notó en los hombros de Brisa (14) y Hugo (22) que a poco de empezar a andar decidieron comprar dos banderas: una de Boca para ella, una de River para él, y caminar así, juntos, hasta llegar a destino: la Basílica de Luján.
Así, antes de las 7 de la mañana de hoy, asistirán a la misa que celebrará Monseñor Poli. “Porque no sólo hay que pedir por la familia y la salud, también por la paz y el bienestar de todos”, dice Hugo, y se pierde entre la multitud.

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Eva Molina camina mirando un punto fijo adelante, sobre la Avenida Rivadavia, a toda velocidad y cargando sobre su hombro izquierdo todo el peso de la imagen cabecera de la Virgen de Luján. “Ni loca la largo, hasta Merlo no puedo dejarla”, dice, y deja en evidencia que en ese esfuerzo viaja alguna promesa. Eva conoce este camino de casi 60 kilómetros de memoria: ayer la peregrinación a Luján cumplió 40 años y ella es una de las pocas peregrinas que viene caminando a Luján ininterrumpidamente desde la primera vez, en 1974.
Eva partió a las 12 del mediodía junto a otros miles de fieles desde Rivadavia y General Paz, en Liniers. “La primera vez vine a pedir por la salud de mi hijo que había nacido mal, prematuro, y estaba en incubadora. La Virgen finalmente se lo llevó pero después me trajo otro”, recuerda y el viento frío le revuelve la cabellera rubia. Ese otro hijo hoy tiene 34 años: él y todos los nietos de Eva también son peregrinos.
El lema de esta 40° edición fue “Madre, ayúdanos a trabajar por la paz”, el de aquella primera vez, en cambio, fue otro: “Argentina estaba en un momento muy difícil y fuimos a pedir por la Patria”, cuenta a ClarínMarcelo Mitchell, un docente de matemáticas y catequista que en aquel momento tenía 20 años. “Era todo muy distinto: hoy se difunde por redes sociales pero recuerdo que para aquella primera peregrinación fuimos a esperar a Julio Lagos, a Badía en Flecha Juventud y a buscar al Gordo Muñoz para que nos ayudaran a difundir. Fuimos involucrando a la juventud de manera muy artesanal”, cuenta emocionado.
La lluvia, finalmente, no arruinó la largada desde la iglesia San Cayetano, pero el viento obligó a quienes empujaban vírgenes montadas en bicicletas o en carros a armarles cerramientos con nylon grueso. El lema no pasó desapercibido: se notó en los hombros de Brisa (14) y Hugo (22) que a poco de empezar a andar decidieron comprar dos banderas: una de Boca para ella, una de River para él, y caminar así, juntos, hasta llegar a destino: la Basílica de Luján.
Así, antes de las 7 de la mañana de hoy, asistirán a la misa que celebrará Monseñor Poli. “Porque no sólo hay que pedir por la familia y la salud, también por la paz y el bienestar de todos”, dice Hugo, y se pierde entre la multitud.