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Argentina: "Hay un modelo inclusivo"

Adrián Paenza defiende las políticas implementadas en el área educativa y va por más: "Hay que distribuir el capital intelectual", asegura. Entrevista exclusiva de Tiempo Argentino.





Adrián Paenza viajó a Buenos Aires para grabar la octava temporada de Alterados por Pi, la número 12 de Científicos Industria Argentina y para presentar su libro La puerta equivocada. Una nueva entrada al parque de diversiones de la matemática. Un par de meses atrás, la Unión Matemática Internacional (UMI) lo distinguió con el premio Leelavati por "por su decisiva contribución en cambiar la mente de todo un país acerca de cómo la matemática es percibida en la vida diaria. Esto lo ha realizado a través de sus libros, sus programas de televisión y el regalo único de su pasión y entusiasmo por comunicar las bellezas y la alegría de la matemática."

Hace una década que Adrián Paenza vive en Estados Unidos ("Allí tengo la posibilidad de escribir. En diez años, publiqué nueve libros". Cuenta a Tiempo Argentino que su trabajo lo hace "acá en Argentina y en castellano". Aunque ya no da clases, aún integra el plantel docente de la Universidad de Buenos Aires, en carácter de profesor honorario.

–¿Sospechabas que les estabas cambiando la percepción de la matemática a los argentinos?

–Así dicho, no… Me enteré de que existía el premio en enero de 2013 y también de que si un país considera que tiene un candidato para integrar la UMI, puede proponerlo. De hecho, sin que yo lo supiera, un grupo de matemáticos argentinos me postuló. La verdad es que yo no me hubiera premiado... Me parece que había la intencionalidad de demostrar que no todos los estudios matemáticos tienen que ser en inglés. Quiero decir, había la intención de reconocer la contribución a las matemáticas del Hemisferio Sur… Porque, en general, las cosas pasan en inglés y en el Hemisferio Norte. De manera que, recibir el Leelavati fue un impacto muy fuerte, me sorprendió. Ahora: es imposible responder acerca de la percepción matemática de los argentinos. ¿Dónde estuvo medida antes, para poder compararla con la percepción que existe hoy? Lo que sí puedo decir es lo siguiente: que le dieran el Ramanuján a Miguel Walsh [se refiere al premio que recibió el joven matemático argentino, por su contribución a las teorías de números y ergódica], de que Alicia Dickenstein haya sido elegida vicepresidenta de la UMI son antecedentes que demuestran que mi premio no fue un hecho aislado. Hay una cantidad de cosas que están pasando en la Argentina que contribuyeron para que eso suceda. Porque suponete que haya una persona que es un buen comunicador y que, además, tenga cosas para comunicar. ¡Tiene que tener un lugar donde decirlas! Yo hice toda mi carrera de periodista especializado en la divulgación científica, a través de los medios públicos: en Canal 7, en Encuentro, en Pakapaka, en Tecnópolis TV. También, por supuesto, a través de Página/12 y de las editoriales Siglo XXI, Sudamericana y Random House. Es decir, hubo una cantidad de cosas que permitieron darle a la matemática una visibilidad que antes no tenía. Quiero decir que yo no estuve solo. Sin Claudio Martínez, sin Diego Golombek, sin Tristán Bauer, sin Martín Bonavetti, sin Ernesto Tiffenberg, sin Carlos Díaz esto hubiera sido imposible…

–El comunicado de UMI alude a "las bellezas de la matemática". ¿Se puede encontrar belleza en una ciencia que se ocupa de abstracciones?

–¿Y la música? ¿Y los cuadros? Cada una de ellas tiene una belleza que entra por un lugar diferente. Uno escucha una melodía agradable y le genera una sensación de placer. O contempla un cuadro, una foto, un amanecer o un cisne y siente la belleza que entra por los ojos. La matemática ofrece la belleza de descubrir patrones de razonamiento. Es como cuando tenés que armar un rompecabezas y descubrís que las piezas encajan de determinada manera. O como el mago que te seduce por las cosas que hace aparecer de la nada… La matemática, también, tiene el atractivo del juego, de la revelación. El título de mi libro alude a eso: entramos a la matemática por la puerta equivocada, como quien entra a una casa a través del baño. La gente de mi generación, posiblemente, alguna posterior también, liga la matemática con la aritmética. La aritmética forma parte de la matemática pero está lejos de ser lo único que la define. La matemática está a la búsqueda de patrones: abre la posibilidad de que haya cosas que estén en el ambiente (formas, figuras) que, de repente, se empiezan a ver. Es como un detective que tiene algunos datos que te permiten averiguar algo más… Hay cosas que parecen mágicas y uno se pregunta dónde están los hilos. ¿Cómo encripto un mensaje y vos lo desencriptás? ¿Por qué pongo una clave acá y se abre algo allá? Todo lo que tenga que ver con la robótica, con la criptografía, con la biónica son cuestiones muy atractivas y lúdicas. Imaginate un rompecabezas de un millón de piezas. Vos dirías, "esto no lo voy a poder armar nunca"… ¿Y si de pronto descubrieras que detrás de las piezas, hay un número? Otra percepción falsa es que la matemática está toda hecha…

–La descripción que hacés me recuerda el cuento de Poe, La carta robada: esa misiva que estaba a la vista y, no obstante, pasó desapercibida.

–Ese es un debate interno entre los matemáticos: ¿las cosas están ahí y uno las descubre, o no están y las crea? ¡Es una discusión eterna! En todo caso, todo niño nace con curiosidades, aunque más no sea, porque quiere saber cómo están compuestas las cosas. ¿En cuántas partes se puede romper algo? ¿Cuáles son las partículas que ya no se pueden romper? ¿Por qué las cosas no se desarman y se rompe todo? Son preguntas matemáticas.

–¿Caducan las verdades matemáticas?

–¡No! Las únicas cosas imperecederas son los teoremas. Fuera de la matemática, no hay otra ciencia que no haya tenido que revisar sus "verdades". En cambio, para la matemática cualquier cosa que fue probada tolera el paso del tiempo. El Teorema de Pitágoras va a ser cierto siempre, mientras se mantengan las condiciones. Mientras haya un triángulo rectángulo, el cuadrado de la hipotenusa va a ser igual a la suma de los cuadrados de los catetos. ¡No importa lo que pase! Las cosas demostradas son verdades para siempre.

–¿A qué se dedica un matemático?

–Investiga, piensa, trata de resolver problemas, esencialmente. Por ejemplo, un investigador en Medicina, sabe cuáles son los problemas abiertos: el Alzheimer, el Parkinson, distintos tipos de cáncer, el SIDA. Esos problemas son comprensibles porque todos nos enfermamos en algún momento. Por el contrario, carecemos de problemas de matemática, al menos, visibles. Sin embargo, la matemática no está toda armada y catalogada: por año, se publican alrededor de 200 mil teoremas, cuya solución se ignora. Desde luego, no todos son igualmente relevantes. Por empezar, para doctorarte, tenés que resolver un teorema que no haya sido resuelto antes. ¿Cómo se mide la importancia de un trabajo? Lo que importa no sólo es la solución, sino el impacto que tiene. Por ejemplo, Einstein escribió poco pero sus papers son los más citados del mundo en el campo de la Física. Porque el aporte que hizo fue sustancial: abrió una nueva rama de la Física, una nueva manera de entenderla desde la Teoría de la relatividad. De hecho, cambió la historia. En matemática también existe eso. Lo que pasa es que está alejado de la agenda de la gente.

–Gilles Deleuze escribió: "Pensar, es pensar otra cosa." De otro modo, nos limitamos a corroborar un saber previo. Cuando estimulás el pensamiento lateral o la dimensión lúdica de la matemática, ¿les asignás esa misma condición?

–¡Si el mensaje que llega es ese, es extraordinario! Mirar las cosas desde otro lugar, imaginar distinto y, yo propondría también (lo dije en la charla TED), erradicar de la escuela, la palabra "No". ¡A los chicos no hay que domarlos: hay que dejarlos que hagan lo que quieran! La escuela tiene competidores brutales como son Internet, la televisión, las redes sociales. Esas son fuentes de información mucho más veloces, directas, con un lenguaje más accesible. Todo lo cual podría servir para mejorar las condiciones de la escuela. Antes, el profesor "dictaba" las clases y los alumnos bajaban la cabeza y anotaban lo que escuchaban. Ahora, los chicos desarrollan capacidades de búsqueda en función de sus intereses.

El 25 de octubre, Paenza presentará La puerta equivocada en Tecnópolis. Como ocurrió con sus libros anteriores este se publicó, simultáneamente, en papel y en Internet para la descarga gratuita en español. "Estoy convencido de que la información y la educación no pueden depender del poder adquisitivo de la gente. Creo en la gratuidad de la educación y eso no es negociable", afirma.

–En uno de tus primeros libros, escribiste: "La gente grande discute sobre ideas. La gente promedio, habla de cosas. La gente pequeña, habla de otra gente." ¿Hay ideas que caracterizan la última década de gobierno?

–Es una pregunta que no sé si estoy preparado para responder... La sensación que tengo es que ahora estamos pensando el país. Hay un modelo con el que, no necesariamente, todo el mundo está de acuerdo, pero no es que nos está saliendo un país sin que nadie sepa adónde vamos. Es un modelo que está planificado con una dirección muy clara: es un modelo inclusivo. Yo creo que hay la idea de gobernar teniendo en cuenta las necesidades de los más débiles, de los que no tienen voz. Acá hubo muchas ideas (la Ley de Medios, entre otras) que tienen que ver con socializar la posibilidad de expresarse. La idea es que, si la comunicación es sinónimo de poder, hay que distribuir ese capital intelectual, por ejemplo, repartiendo computadoras a los chicos que nunca tuvieron acceso a Internet. Las personas que pensaron eso, tienen un modelo en la cabeza…

La cantidad de dinero que hay en el país no es infinita. Hacer política es establecer órdenes de prioridades. Entonces, con esa cantidad de dinero hay que elegir qué hacer. Elegir qué hacer es poner el acento en qué queremos hacer como país. A todo no nos podemos dedicar.

–¿Revalorizar la ciencia fue parte de ese plan?

–Revalorizarla y hacerla sentar a la mesa, fue una idea muy profunda. Ahora hay un Ministerio de Ciencia y Tecnología, un Polo Tecnológico, un canal dedicado a la Ciencia. El querer cubrir la órbita que nos corresponde y haber lanzado el satélite es también una idea genial. Esto necesita un desarrollo, mientras hay otro montón de cosas que pasan en simultáneo. La idea de crear la Asignación Universal por Hijo… Hace diez años estábamos entregando Cajas Pan y hoy entregamos Laptop. ¡Hay una diferencia enorme! Entonces, podés decir que el equipo juega de una manera que no te gusta. Lo que no podés hacer es falsear el resultado: si el partido terminó 2 - 0, no podés decir que está 1 - 1.

También, me parece que están pasando cosas que son producto de la tensión propia del crecimiento. En algún momento todo parece irracional y caótico… Las crisis de crecimiento son así. Estamos viviendo una época de más exposición: lo que estaba encubierto, ahora está dicho. Aparte, apareció la gente joven: una irrupción en la escena pública que yo celebro. Los jóvenes son la sabia nueva. Yo apuesto por ellos porque estoy seguro de que todo tiempo futuro será mejor. «



Así escribe adrián paenza



Prólogo.

"Este libro es un libro de cuentos. Sí, cuentos. Cuentos de magos, de aviones que se caen, de autos, que van muy rápido por la ruta. Cuentos sobre chocolate, sobre viajes de caballos en un tablero de ajedrez, de estrategias, de sorpresas. Cuentos sobre la escoba de quince o el juego del diez mil.
Algunos están más ligados con la vida cotidiana: ¿cuánto dinero tiene que invertir un padre si quiere ayudar a un hijo a comparar figuritas con jugadores de fútbol que le permitan llenar un álbum? Y si uno está en un supermercado y hay varias cajas, ¿por qué las de al lado se mueven siempre más rápido que la que eligió uno? O al menos, eso es lo que parece, ¿no? Y no me va a decir que nunca se preguntó como puede ser que consultando nada más que a mil personas uno puede inferir quién va a ser el futuro presidente elegido por más de 30 millones de personas. ¿Cómo saben? ¿Cómo se hace? ¿Será igual que para medir los ratings de televisión?”

¿Por qué la otra cola se mueve más rápido… siempre?

"… Hay una rama de la matemática que se dedica al estudio de las colas. Sí, más allá de la sonrisa que intuyo le genera mi frase, hay gente especializada en estudiar cómo se puede hacer para minimizar el tiempo de espera y maximizar la eficiencia (de las cajeras, por ejemplo). La 'teoría de colas' se usa en telecomunicaciones, en ciencias de la computación, en la organización del tráfico aéreo, en el diseño de parques temáticos (piense en Disneylandia, por ejemplo) o en cualquier área que involucre servicios en donde la demanda es aleatoria. Piense en la gente que hace cola para presenciar un River-Boca o un Estudiantes-Gimnasia. Hay decenas de libros y miles de trabajos científicos que hacen aportes sobre la 'teoría de colas' y se siguen publicando con una frecuencia cada vez mayor".

El precio de la coooperación.

“Es curioso cómo hay ciertos temas que son recurrentes. Ciertamente no soy un experto en analizar los comportamientos humanos, pero me fascina tratar de entender nuestras conductas. La matemática tiene una rama que se dedica a explorar algunos aspectos de nuestras reacciones: la Teoría de Juegos. Por supuesto que no somos todos iguales, por lo tanto se mide lo que es más probable que suceda y NO lo que seguro va a suceder. Eso sería imposible, aunque con las herramientas que tenemos a mano, podemos predecir, lo que no es poco. En todo caso, es preferible tener una expectativa razonable sobre lo que podría pasar que no tener ninguna.”

Predicador matemático

Se llamaba Matazza. Fue la culpable de develar mi negación hacia la matemática. "Sos un durazno", proclamó frente a todos mis compañeros cuando no supe responder qué es una asíntota. Desde el primer año de la secundaria, mi boletín con notas excelentes arrastraba la mancha de la matemática. No era una cuestión de capacidad ni de gusto. Yo negaba esa ciencia. Y la pobre Matazza, con su dudosa pedagogía, no hacía más que alentar mi rechazo. Durante esos años, la matemática era algo abstracto, un saber inútil. Un mal trago por el que había que atravesar, dos o tres veces por semana. Llegué a convencerme de que la prohibición de usar calculadora, tenía que ver con hacernos la vida más difícil. ¡A ver si descubríamos que había un aparatito que podía resolver los operaciones más enmarañadas! Después de eso, empecé una carrera universitaria que abandoné a mitad de camino, aún debiendo matemática del CBC. Hasta que elegí la opción que me libró de penurias. Una carrera cien por ciento libre de matemática: Producción periodística…

Acá estoy, por octavo año consecutivo, produciendo el ciclo Alterados por Pi. ¿Qué hice mal? Nada. Sólo que, en algún momento de mi carrera, me crucé con Adrián Paenza. Adrián es un evangelista, un predicador del entusiasmo matemático que, con su pasión, nos anima a intentarlo.

Hacemos el programa un equipo enorme de personas que, año tras año, nos ponemos la remera naranja y lo acompañamos en su misión: llevar un mensaje esperanzador a las escuelas. Aulas llenas de alumnos que, como yo, odiaban hacer cuentas. Chicos que, hasta la llegada de Adrián, suponían que los teoremas, la geometría y la aritmética son cosas aburridas...

La experiencia de trabajar con Adrián colocó sobre mi nariz un par de anteojos que me hace ver la matemática en todas partes. Ahora disfruto al especular soluciones "diferentes" para problemas cotidianos. Cómo repartir equitativamente una torta, qué camino tomar para llegar más rápido a un lugar, cómo combinar la ropa sin repetir nunca un conjunto. Son acciones que ya no puedo realizar sin razonar matemáticamente. Es más, me divierte hacerlo.

Tomá Matazza, esto es para vos: sí, la "durazno" ya no se asusta con la matemática… Aunque todavía no sepa qué es una asíntota.

* María Marta García Scarano es productora ejecutiva de Alterados por Pi.