Comité. La boliviana Romaneth Áñez Palomeque cuenta su encuentro con Francisco en Seúl, Corea del Sur
Alegría. Fotos proporcionadas por Romaneth, quien llevó la tricolor al encuentro con el Papa; fueron tomadas por un filipino. Foto: Romanet Añez.
La Razón (Edición Impresa) / Erick Ortega / La Paz
01:34 / 16 de agosto de 2014
Diez y media de la mañana del miércoles 13 de agosto. La hora y la fecha quedarán grabadas por siempre en la memoria de Romaneth Áñez Palomeque. Aquel día, la boliviana recibió al papa Jorge Bergoglio en el aeropuerto internacional de Seúl, Corea del Sur.
Pasaron dos días y pocos minutos desde aquel encuentro, cuando Romaneth responde a la solicitud periodística de La Razón. Aún está nerviosa y eso se le nota en la conversación.
“Es que nunca pensé que el papa Francisco se iba a quedar ahí a hablar conmigo”, cuenta la mujer que nació en Guayaramerín, Beni, hace 28 años. “Nos dijeron que lo más probable era que él camine por la alfombra roja y que se pase de largo, volando; pero se quedó ahí y habló con nosotros”.
Tres meses antes de la llegada del Sumo Pontífice a territorio surcoreano, ella ya sabía que se encontraría en el selecto grupo de recepción a la máxima autoridad de los católicos como representante del Centro Pastoral Coreano. Sin embargo, el encuentro sobrepasó todas sus expectativas.
Encuentro. El avión del Papa, de nacionalidad argentina, arribó puntual en un aeropuerto privado de Seúl. Cuando se apagaron los motores, una alfombra roja se desplegó hasta el final de la escalinata por donde bajó. Aproximadamente tres decenas de personas formaban parte de la delegación y quien lideraba el grupo era la presidenta de Corea del Sur, Park Geun Hye.
La Mandataria surcoreana y la autoridad eclesiástica intercambiaron algunas frases ayudados por un traductor. Posteriormente, Francisco se acercó a la comisión que le dio la bienvenida; dio la mano a cada uno de ellos.
“Yo estaba sacando fotografías con mi celular todo el rato, emocionada veía cómo se acercaba el Papa hacia donde estaba mi persona”, rememora Romaneth, quien quería recibir al Vicario de Cristo luciendo un traje típico de Bolivia y se mandó a preparar un tipoy. Sin embargo, su pedido nunca llegó a Corea del Sur.
En el comité de recepción se encontraban coreanos y pocas personas de otras naciones. De acuerdo con Romaneth, los “internacionales” eran unos cinco. Con todos ellos, Francisco se portó amable y sonriente. Con todos, también requería del traductor para intercambiar palabras amigables.
La última persona que lo saludó, antes de la boliviana, fue un filipino. Después se dirigió a Romaneth y ella le saludó con un “bienvenido Papa”. Apenas le escuchó, el Sumo Pontífice le preguntó: “¿Mexicana?”. Ella negó con la cabeza. Entonces Bergoglio puso la mirada en la tricolor que llevaba la joven y le regaló una sonrisa. Romaneth aprovechó para seguir con su saludo: “Bienvenido Papa, recibimos su bendición en Corea del Sur”.
El argentino le dio su bendición y se alejó lentamente. Aquel encuentro es una de las tres cosas más lindas que le sucedió a la beniana en ese país asiático. Ella llegó allí nueve años atrás, se casó con un coreano y en la actualidad es madre de dos niños. El mayor tiene siete años y el otro apagará su primera velita.
Por el momento, la joven no trabaja y solamente se dedica a la atención de su bebé. Antes, cuando llegó a Corea del Sur, era profesora de idiomas y enseñaba español a los niños coreanos. “Siempre les hablé de Bolivia y de nuestras costumbres”.
Romaneth seguirá de cerca las actividades del papa Francisco. El líder católico participará en la beatificación de 123 mártires surcoreanos. Posteriormente proseguirá su viaje. “Él dejó una huella imborrable en mi corazón”, sostiene la compatriota, quien al otro lado del auricular aún da señales de nerviosismo y alegría por el encuentro con Su Santidad.
Bergoglio denuncia los estragos del materialismo
AFP
El papa Francisco pronunció ante 45.000 fieles reunidos en un estadio cerca de Seúl un discurso contra los estragos que causa la sociedad de consumo, responsable —según él— del “cáncer de la desesperanza”.
En el segundo día de su visita a Corea del Sur, Francisco celebró la misa de Asunción ante miles de devotos en el World Cup Stadium de la ciudad de Daejeon. Esta jornada coincidió en Corea con el aniversario de la liberación en 1945 de la península del yugo colonial japonés.
“La esperanza ofrecida por el Evangelio es el antídoto para el espíritu de desesperanza que parece crecer, como un cáncer en la sociedad que exteriormente es próspera pero que frecuentemente vive la experiencia de la tristeza interior y el vacío”, dijo el Papa. “¡A cuántos de nuestros jóvenes esta desesperanza les hizo pagar su tributo!”, sostuvo, haciendo alusión a las adicciones y al suicidio.
“Puedan los cristianos de esta nación combatir la atracción del materialismo que asfixia a los auténticos valores espirituales y culturales, así como al espíritu de competencia desenfrenado que genera egoísmo y conflictos. Que rechacen también los modelos económicos inhumanos que crean nuevas formas de pobreza y marginalizan a los trabajadores”, declaró el Papa argentino.
En una fuerte crítica al modelo de sociedad competitiva que se expande cada vez más en Asia, el jefe de la Iglesia Católica advirtió sobre “la cultura de la muerte que devalúa la imagen de Dios, el Dios de la vida, y viola la dignidad de cada hombre, mujer y niño”.
fin del post coleites



Alegría. Fotos proporcionadas por Romaneth, quien llevó la tricolor al encuentro con el Papa; fueron tomadas por un filipino. Foto: Romanet Añez.
La Razón (Edición Impresa) / Erick Ortega / La Paz
01:34 / 16 de agosto de 2014
Diez y media de la mañana del miércoles 13 de agosto. La hora y la fecha quedarán grabadas por siempre en la memoria de Romaneth Áñez Palomeque. Aquel día, la boliviana recibió al papa Jorge Bergoglio en el aeropuerto internacional de Seúl, Corea del Sur.
Pasaron dos días y pocos minutos desde aquel encuentro, cuando Romaneth responde a la solicitud periodística de La Razón. Aún está nerviosa y eso se le nota en la conversación.
“Es que nunca pensé que el papa Francisco se iba a quedar ahí a hablar conmigo”, cuenta la mujer que nació en Guayaramerín, Beni, hace 28 años. “Nos dijeron que lo más probable era que él camine por la alfombra roja y que se pase de largo, volando; pero se quedó ahí y habló con nosotros”.
Tres meses antes de la llegada del Sumo Pontífice a territorio surcoreano, ella ya sabía que se encontraría en el selecto grupo de recepción a la máxima autoridad de los católicos como representante del Centro Pastoral Coreano. Sin embargo, el encuentro sobrepasó todas sus expectativas.
Encuentro. El avión del Papa, de nacionalidad argentina, arribó puntual en un aeropuerto privado de Seúl. Cuando se apagaron los motores, una alfombra roja se desplegó hasta el final de la escalinata por donde bajó. Aproximadamente tres decenas de personas formaban parte de la delegación y quien lideraba el grupo era la presidenta de Corea del Sur, Park Geun Hye.
La Mandataria surcoreana y la autoridad eclesiástica intercambiaron algunas frases ayudados por un traductor. Posteriormente, Francisco se acercó a la comisión que le dio la bienvenida; dio la mano a cada uno de ellos.
“Yo estaba sacando fotografías con mi celular todo el rato, emocionada veía cómo se acercaba el Papa hacia donde estaba mi persona”, rememora Romaneth, quien quería recibir al Vicario de Cristo luciendo un traje típico de Bolivia y se mandó a preparar un tipoy. Sin embargo, su pedido nunca llegó a Corea del Sur.
En el comité de recepción se encontraban coreanos y pocas personas de otras naciones. De acuerdo con Romaneth, los “internacionales” eran unos cinco. Con todos ellos, Francisco se portó amable y sonriente. Con todos, también requería del traductor para intercambiar palabras amigables.
La última persona que lo saludó, antes de la boliviana, fue un filipino. Después se dirigió a Romaneth y ella le saludó con un “bienvenido Papa”. Apenas le escuchó, el Sumo Pontífice le preguntó: “¿Mexicana?”. Ella negó con la cabeza. Entonces Bergoglio puso la mirada en la tricolor que llevaba la joven y le regaló una sonrisa. Romaneth aprovechó para seguir con su saludo: “Bienvenido Papa, recibimos su bendición en Corea del Sur”.
El argentino le dio su bendición y se alejó lentamente. Aquel encuentro es una de las tres cosas más lindas que le sucedió a la beniana en ese país asiático. Ella llegó allí nueve años atrás, se casó con un coreano y en la actualidad es madre de dos niños. El mayor tiene siete años y el otro apagará su primera velita.
Por el momento, la joven no trabaja y solamente se dedica a la atención de su bebé. Antes, cuando llegó a Corea del Sur, era profesora de idiomas y enseñaba español a los niños coreanos. “Siempre les hablé de Bolivia y de nuestras costumbres”.
Romaneth seguirá de cerca las actividades del papa Francisco. El líder católico participará en la beatificación de 123 mártires surcoreanos. Posteriormente proseguirá su viaje. “Él dejó una huella imborrable en mi corazón”, sostiene la compatriota, quien al otro lado del auricular aún da señales de nerviosismo y alegría por el encuentro con Su Santidad.
Bergoglio denuncia los estragos del materialismo
AFP
El papa Francisco pronunció ante 45.000 fieles reunidos en un estadio cerca de Seúl un discurso contra los estragos que causa la sociedad de consumo, responsable —según él— del “cáncer de la desesperanza”.
En el segundo día de su visita a Corea del Sur, Francisco celebró la misa de Asunción ante miles de devotos en el World Cup Stadium de la ciudad de Daejeon. Esta jornada coincidió en Corea con el aniversario de la liberación en 1945 de la península del yugo colonial japonés.
“La esperanza ofrecida por el Evangelio es el antídoto para el espíritu de desesperanza que parece crecer, como un cáncer en la sociedad que exteriormente es próspera pero que frecuentemente vive la experiencia de la tristeza interior y el vacío”, dijo el Papa. “¡A cuántos de nuestros jóvenes esta desesperanza les hizo pagar su tributo!”, sostuvo, haciendo alusión a las adicciones y al suicidio.
“Puedan los cristianos de esta nación combatir la atracción del materialismo que asfixia a los auténticos valores espirituales y culturales, así como al espíritu de competencia desenfrenado que genera egoísmo y conflictos. Que rechacen también los modelos económicos inhumanos que crean nuevas formas de pobreza y marginalizan a los trabajadores”, declaró el Papa argentino.
En una fuerte crítica al modelo de sociedad competitiva que se expande cada vez más en Asia, el jefe de la Iglesia Católica advirtió sobre “la cultura de la muerte que devalúa la imagen de Dios, el Dios de la vida, y viola la dignidad de cada hombre, mujer y niño”.
fin del post coleites
