
Fotos: Daniel Walker / Página Siete. Juan Carlos Salazar, director de Página Siete; embajador Armando Arriazola; e Isabel Mercado
Página Siete / La Paz
El embajador de México en Bolivia, Armando Arriazola Peto-Rueda, evoca el "desbarajuste” que provocó la guerra del gas (una "circunstancia desafortunada” que convirtió a México en víctima colateral del frustrado proyecto para la exportación de gas a Norteamérica), para llamar la atención sobre el nuevo impulso que se proponen dar ambos países para intensificar su relación política, económica y comercial.
Entrevistado en el marco del Desayuno de Trabajo de Página Siete en vísperas del Grito de Dolores, la fiesta patria mexicana, el diplomático admite que las relaciones bilaterales están lejos del nivel que deberían tener dos países unidos por grandes lazos históricos y culturales.
Página Siete. - Bolivia y México tienen grandes similitudes culturales e históricas, como países de raíz indígena y mestiza, protagonistas de las primeras revoluciones sociales del siglo XX, pero tales coincidencias no parecen tener un correlato en la cooperación bilateral.
Coincido con usted plenamente. Es muy curioso cómo, habiendo tantos elementos comunes entre los dos países -yo diría que la raíz indígena nos une irremediablemente-, con un mestizaje tan fuerte como el que ha habido en Bolivia y México, con procesos históricos y sociales también bastante similares (la Revolución mexicana de 1910 y la Revolución de Bolivia de 1952), no tenga ese correlato. Coincido plenamente en esa apreciación. Es un tema, por un lado, para los especialistas, identificar qué es lo que no nos ha mantenido tan cercanos como debería de ser; aunque es un tema también geográfico. Es muy curioso cómo, no sólo con Bolivia, sino con los países latinoamericanos en general, a pesar de nuestra afinidad lingüística, que es tan fuerte, no concretemos esta afinidad en procesos de cohesión, de hermanamiento, de fusión, de objetivos comunes.
Los últimos presidentes mexicanos que realizaron visitas oficiales a Bolivia fueron Carlos Salinas de Gortari, en 1990, y Vicente Fox, en 2005. Tenemos entendido que el presidente Evo Morales no hizo ninguna visita oficial a México.
Visita oficial, no, aunque una de las cosas que quiero decir es que tuvimos una reunión de la Comisión Binacional Permanente en México el 2 y 3 de julio pasado. Yo tuve la oportunidad de viajar a México acompañando a la delegación boliviana que iba encabezada por el viceministro de Relaciones Exteriores, Juan Carlos Alurralde, y el viceministro de Asuntos Económicos, Wálter Endara. La comisión sesionó después de siete años, lo cual es bastante sintomático de cómo no nos hemos dado oportunidad de encontrar esos tiempos para poder conversar sobre temas de interés mutuo. Una de las cosas que se acordó es una visita del canciller de México, José Antonio Meade, a Bolivia en enero próximo, todavía con un marco por definir, pero también con el objetivo de concretar una visita a nivel presidencial en el momento que sea conveniente.
Suponemos que ha influido también en este distanciamiento la poca afinidad ideológica del Gobierno boliviano con los dos gobiernos conservadores mexicanos anteriores. Había más afinidad con los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI), sobre todo en la época de la UDP y el MNR en Bolivia.
Eso es evidente. Hubo algunas afinidades, ciertos acercamientos que se daban por afinidad. Es evidente que existe la percepción del aprecio que tienen ciertos sectores bolivianos hacia determinados partidos en México, en este caso el PRI. Aquí quiero destacar el interés del presidente Enrique Peña Nieto en fortalecer la presencia de México en Bolivia y América Latina. La agenda de visitas del Presidente, del ministro de Relaciones Exteriores, de la subsecretaria para América Latina, que estuvo en octubre del año pasado aquí, es fundamental.
¿Cuál fue el resultado de la última reunión binacional?
El simple hecho de haberla llevado a cabo es el reflejo de un nuevo tipo de relación entre Bolivia y México. La comisión tiene diferentes ámbitos. Tiene una Comisión de Asuntos Políticos, donde se discute precisamente el contexto de la relación, donde se pudo percibir que en efecto la relación está pasando por un momento muy positivo. Otro de los ámbitos es la relación económico-comercial. Hay gran interés de empresas mexicanas en invertir en Bolivia. Están analizando continuamente cuál es la situación en Bolivia, ya que se trata de un mercado que va creciendo permanentemente. En septiembre del año pasado, estuvieron aquí varios funcionarios del Gobierno mexicano para acompañar la firma en Santa Cruz de la vía de doble comunicación Montero-Yapacaní, cuya construcción fue adjudicada mediante licitación a la empresa mexicana Tradeco. Esta empresa tiene mucho interés en trabajar en Bolivia. Éste es su primer proyecto, pero están a la espera de otros.
¿Qué otras empresas mexicanas tienen inversiones en Bolivia?
Está la empresa Omnilife, muy conocida en México, que trabaja con productos energéticos y suplementos nutricionales. También está Vitro, que es una empresa de cristalería, una compañía de telecomunicaciones y otras. Tenemos un acuerdo de complementación económica con Bolivia, que permite mantener el intercambio comercial y de inversión a nivel conveniente para los dos países. Subrayo la palabra conveniente. El potencial de la economía boliviana y de la mexicana da para mucho más de lo que tenemos actualmente, pero su ampliación depende de muchos factores, como la conectividad aérea entre México y Bolivia. Uno de los avances que hemos tenido es que Amaszonas ha recibido los derechos para el traslado de mercancías hacia México.
¿Cuáles son las cifras del intercambio comercial y de inversiones?
Hasta el año 2013 teníamos 320 millones de dólares. Es una cantidad muy pequeña, pero reitero que el potencial es muy alto. Además, en los últimos 10 años, el intercambio ha sido muy irregular, no hay un producto específico que se mantenga en un periodo largo de tiempo. México vende principalmente productos automotrices, automóviles armados y autopartes, y Bolivia algunos productos metálicos, con variaciones bastante fuertes entre un año y otro, porque no hay un producto bandera. Uno de los proyectos que hay es una feria comercial en México con productos textiles. Está también la idea de hacer una feria sobre la quinua e identificar otras áreas en las cuales se pueda comerciar entre los dos países.
Ud. menciona el potencial en materia de inversiones, pero existen muchas quejas, sobre todo de países europeos, sobre la falta de seguridad jurídica en Bolivia…
Es un proceso en el que las mismas empresas mexicanas están continuamente viendo cuál es la situación que existe en Bolivia y cuáles son las condiciones para comerciar e invertir. Por eso mencioné el caso de Tradeco, que es una de las empresas más grandes de construcción de México. Estas empresas llegan con esquemas e información. No llegan a preguntar cuál es la situación, sino con un esquema bien definido. Tradeco llegó así y nos dijo que habían hecho la evaluación y que se sentían satisfechos. Aprovecho esta observación para decir que hay otras áreas en las cuales hay un gran interés mutuo. Por ejemplo, en la reunión de la Comisión Bilateral se habló sobre hidrocarburos. Tenemos algunas actividades muy pequeñas en nuestro programa de cooperación técnica con Bolivia relacionadas con el tema de hidrocarburos, pero también aquí hay mucho interés. Hemos tenido un intercambio de información muy fructífero con el Ministerio de Energía y YPFB. Es un área en la que se ve un gran potencial. Sé que cuando uno habla de potencialidades todavía hay que concretarlos, pero por lo menos vamos en la vía de identificar oportunidades.
Llama la atención que nunca se haya podido avanzar en un tema como éste, siendo que la industria petrolera mexicana podría aportar mucho a la boliviana.
Es un tema pendiente. De hecho, a propósito de ese periodo de enfriamiento de las relaciones entre los dos países, es parte de una serie de circunstancias desafortunadas que le tocaron a México de manera marginal y que finalmente influyeron en la relación, durante la época de la llamada guerra del gas. Había el proyecto que involucraba el traslado de gas boliviano a Norteamérica, EEUU, vía México. Como parte de todo ese proyecto y el desbarajuste que se produjo, la relación se vio afectada y ahora estamos tratando de trabajar en el sentido contrario.
De Pedro Infante y Cantinflas,
a Juan Gabriel y el Chavo del 8
Hay relaciones entre países que no siempre se reflejan en el campo diplomático ni en acuerdos bilaterales. Tal es el caso de las relaciones mexicano-bolivianas. A pesar de la distancia geográfica, México ha tenido y tiene una gran influencia en Bolivia. Concretamente, en el cine, la música y la cultura en general.
Bolivia ha heredado muchas expresiones del lenguaje popular mexicano, con la influencia de personajes como el Chavo del 8 y antes Cantinflas. "A pesar de que Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, ya debe tener 30 años que no hace el Chavo, en Bolivia, igual que en México, la televisión lo sigue transmitiendo”, dice el embajador. ¿Y la música? La influencia data de la época de oro del cine mexicano, con Pedro Infante y Jorge Negrete. "En Bolivia hay mariachis tan buenos como los mexicanos”, sostiene el diplomático.
Perseguidos por las dictaduras de las décadas de los años 70 y 80, cientos de bolivianos, entre ellos numerosos intelectuales, buscaron refugio en México, donde actuaron como verdaderos embajadores de Bolivia y, a su retorno, como embajadores de México. Se los conoce como los bolmex. Entre los más destacados figuran Marcelo Quiroga Santa Cruz, René Zavaleta Mercado, Alberto Bailey Gutiérrez y Mario Miranda Pacheco, entre otros.
Las grandes reformas de Peña Nieto en México
El gobierno del presidente mexicano Enrique Peña Nieto ha emprendido en los últimos 20 meses una serie de reformas de gran calado en áreas hasta ahora "intocables”, como la energética, la educativa y la de telecomunicaciones, que involucra a Televisa, un gigante que ejercía un verdadero monopolio, y a Teléfonos de México (TELMEX), comenta Arriazola.
"La reforma más visible o la más importante es la de la industria petrolera, que fue un monopolio estatal desde su creación y ahora permitirá la participación de inversión privada en explotación y exploración”, dijo el embajador.
Hay diferentes porcentajes de participación privada, dependiendo de las áreas, pero el Estado mexicano seguirá manteniendo en todas la mayoría. Es más, Petróleos Mexicanos (PEMEX) mantendrá la exclusividad de la explotación en campos promisorios, como ocurre con Petrobras en Brasil.
"Esperamos que esta reforma genere los recursos que se necesitan para la explotación petrolera, que son altísimos y que requieren de una gran especialización”, agregó.
Fin coleites
