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Preparan cultos a los fieles difuntos



Según la tradición, en esta fecha las almas regresan a la tierra y las familias las esperan con una mesa de ofrendas y gustosas comidas


Este fin de semana las familias jujeñas se preparan para celebrar el culto a los fieles difuntos, motivo por el cual el domingo será día no laborable en la provincia en tanto se busca dar espacio para la conmemoración de esta fecha tan sentida de recordación de familiares fallecidos.
Esta celebración es una muestra más de la identidad de esta zona del país que año a año se contrapone con costumbres importadas que no nos representan y solo disfrazan una cultura ajena a nuestra tierra.
La celebración a los difuntos es un rito que se transmite de generación en generación, lo realizaban nuestros antepasados para recordar a los muertos y después el cristianismo también se hizo parte para rezar por todas esas almas que hoy no están.
Se dice que en esta fecha las almas regresan a la tierra, a sus casas por lo que la familia las esperan con mucho respeto, preparando una mesa de ofrendas. Estas ofrendas, son panes salados y dulces con formas de escaleras, cruces, wawas, palomas, animales y ángeles que representan el viaje del alma al cielo. También se colocan bebidas y platos de comida que al difunto le gustaban, como así también cigarrilos y hojas de coca si eran de agrado del fallecido. Se encienden velas, y se colocan imágenes sagradas, rosarios y la foto del difunto y se adorna con flores y agua bendita. Esta mesa se prepara el 1 de noviembre para esperar que el alma baje y al día siguiente, la familia levanta la mesa y reparte las ofrendas a familiares y amigos que los han acompañado en esta celebración.



Jujuy es tierra de fe, tierra donde su pueblo, en los cuatro puntos cardinales, mantiene vivo antiquísimos rituales, que tienen que ver con el legado de sus antepasados. Por ello, ya al culminar el mes de octubre, las familias se preparan para honrar a sus fieles difuntos, fecha que adquiere en el corazón un significado especial.
Si bien en cada región el ritual varía, según el lugar de origen de los abuelos que dejaron su legado para las presentes generaciones, la finalidad es la misma, todo apunta hacia la misma dirección y tiene el mismo espíritu, que no es otro que honrar, esperar y celebrar la visita de sus seres queridos fallecidos.
Este ritual, que se vive con profunda solemnidad, está enmarcado en un profundo respeto hacia las almas de los difuntos, ya sean angelitos o almas grandes y se lo conoce con el nombre de "Tosantos", que no es otra cosa que el convite para las almas de las personas queridas que ya no están
Lamentablemente este ritual, que tiene detalles singulares, es poco conocido, será tal vez porque las familias prefieren vivenciarlo en la intimidad del hogar, o porque lleva casi una semana poder cubrirlo en su totalidad.
Pero volviendo a este homenaje para las almas, quien tiene la dicha de compartir con las familias, descubre que todos, incluso los niños, participan con entusiasmo y mucha fe en la preparación de las ofrendas, todos anhelan que sus seres queridos, al llegar a visitarlos, experimenten la felicidad de saber que son recordados con amor y que tienen preparada su mesa.


Los dos últimos días de octubre, la familia se aboca a la preparación de las ofrendas de pan, panes dulces y salados que tienen características especiales para la ocasión, por su forma, adorno o tamaño. Los niños, guiados por las mujeres, realizan el amasado y la formación de las figuras que se convertirán en las "ofrendas". Para ellos se convierte en un acontecimiento especial y dan rienda suelta a su imaginación, recreando una gran variedad de animales, objetos y plantas. Para ello, utilizan tijeras y peines además otros utensilios. Ante los ojos de quien observa todo cobra trascendencia, todo se vuelve mágico, en esa unidad que se palpita y se disfruta plenamente. Las manos laboriosas, van recreando toda una magia de figuras que serán un ameno decorativo de este ritual. La masa "negra" para hacer los ojos, boca, cabellos y letras, la obtienen pasando varias veces la masa por tizne (hollín de ollas y sartenes), aunque también emplean algunos colorantes vegetales. Como es costumbre, en cada hogar está el horno de barro, un compañero para esta ocasión y cuando todo ya está preparado se comienza a hornear.
También se prepara la chicha, comidas y bebidas típicas, todo lo que el especial "invitado", solía degustar en esta vida. En la mesa, se coloca cigarrillos, coca, velas, golosinas, flores, coronas, la flor de cebolla, la quinoa , una cruz de masa blanca con el nombre del finado en letras negras, coronas de pan, agua de airampo, escaleras para que las almas suban al cielo y agua bendita. Todo permanece allí, durante dos o tres días.




Para algunas familias es importante tener la mesa preparada antes del mediodía del 31 para los "santos y angelitos" y antes del mediodía del 1 para las "almas grandes". Tienen un especial respeto sobre todo, por el segundo día debido a que el alma de un adulto "recorre" todos los lugares que visitó durante su vida, no así con el día anterior, pues los "angelitos" hicieron trayectos cortos. Otra creencia es aquella en la que consideran que las almas, se alimentan del aroma de las comidas, bebidas y otros preparados.
Esta ceremonia culmina el día 2, cuando concurren al cementerio llevando las coronas, bebidas, cigarrillos, coca, velas y flores que estaban en la mesa. Al regresar, proceden a rezar para luego "levantar" el resto de las ofrendas y repartirlas entre los familiares, amigos y conocidos, que acompañaron el ritual. Las comidas que se han preparado, no se las reparte, sino que se las quema. De este modo, los pobladores de la provincia toda, reeditan cada año este rito ancestral, que aún permanece vigente, es el rito de las almas que esperan se las recuerden y que quedan con sus sueños entre la tierra y el cielo.