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Atrevido, desfachatado y auténtico, Dady Brieva hace de su estilo de vida, su profesión. Tras más de veinte años con el trío Midachi, el actor santafesino disfruta de un presente exitoso en “Guapas” y con su espectáculo “Dadyman, recuerdos de barrio”, que presenta en Rosario.

En su espectáculo, Dady monologa sobre su infancia en Santa Fe hasta sus primeros tiempos en Buenos Aires, pasando por pinceladas de la familia, las fiestas, los hijos y la nueva paternidad, transitando como sólo él sabe hacerlo por situaciones plenamente identificables. En este espectáculo, Dady se ofrece como un “relator de situaciones de las que no hay registro” apelando a entrañables personajes, música, canciones, anécdotas, nostalgia y fundamentalmente al humor.

Antes de las dos funciones de “Dadyman, recuerdos de barrio”, hoy a las 21.30 y mañana, a las 20.30, en el teatro Broadway (San Lorenzo 1223), Brieva atendió a Escenario en medio de la grabación de “Guapas” y habló sobre la identificación del público con sus anécdotas.

Además, el santafesino contó cómo es el amor según pasan los años, cómo vive su personaje del Tano en “Guapas” (ver aparte), opinó sobre los actores que aprovechan su popularidad para hacer política, habló de la portada que hizo para la revista de cultura cannábica THC y hasta se animó a explicar cómo funciona su costado femenino.

  —Cada vez que venís a Rosario con “Dadyman, recuerdos de barrio” tenés que agregar funciones...
  —Sí, es la cuarta vez que voy a Rosario este año, y me pongan a la hora que sea, funciona bien. Esta vez voy a estar antes de una obra con Gianolla (“Sé infiel y no mires con quien”) y vamos muy bien de ventas. Lo más probable es que agotemos las dos. Este show lo vengo haciendo desde hace tres años por todo el país. La semana pasada estuve en Paraguay y nos está yendo muy bien. El espectáculo tiene que ver con relatos de cosas que han quedado guardadas en el recuerdo de distintas generaciones y que no se podían grabar como ahora. Entonces, uno como cronista se vuelve un relator de esas épocas y activa la memoria de cosas de las que no se tiene registro.

  —Dijiste que sos una especie de Pilar Sordo con Claudio María Domínguez por el vínculo que lográs con el público.
  —Sí, en el sentido de que la gente pasa un buen momento con esos relatos. Porque hay cosas que van quedando anestesiadas y, gracias a estos ejercicios que hago que son una especie de autoayuda, la gente las recuerda. La gente sale muy agradecida del show y me dice: “tal cual, es verdad, cuando mi papá se afeitaba cantaba tango como el tuyo”, “yo tenía una tía gorda que era parecida a tu tía Porota”, “las fiestas de Navidad y año nuevo eran así”.

  —Se cumplen cuatro años desde que hicieron el último show con Midachi junto a Miguel Torres Del Sel y Darío “Chino” Volpato. ¿Cómo sigue su relación?
  —Nosotros estuvimos casados, nos divorciamos y después seguimos como amantes. La última presentación fue en 2010 cuando Miguel se despidió para ser candidato a gobernador. Y bueno, hoy por hoy, seguimos separados sin ninguna posibilidad de volver pero tenemos contacto permanentemente. O nos reunimos o nos llamamos, pero siempre sabemos uno del otro.

  —¿Con qué te quedás, con el actor que milita como Pablo Echarri o con los que dan el salto directo a una candidatura como el caso de Miguel o Pachu Peña que recientemente anunció la posibilidad de postularse en Santa Fe acompañando a Scioli?
  —Voy a hablar de mí. Yo soy de una época en la que se ponía plata para militar. La militancia en los setenta era a corazón abierto, esperábamos construir un mundo mejor. Ahora, trato de unificar mi oficio con la militancia y trato de hacer bien lo mío, esa es mi postura. Y después, de los demás, acepto lo que quieran hacer. Me parece bien que los actores aprovechen su popularidad para hacer política y ayudar a la gente. Después hay matices... A Pachu no lo conozco mucho, sí lo conozco a Miguel. Y a Echarri lo conozco de vista. No sé qué los motiva o los moviliza así que no podría hablar de eso.

  —Dijiste que leés Clarín aunque sabés que miente y que ves “6, 7, 8” pero tomás todo con pinzas. ¿Sos optimista o crítico con respecto a la realidad de país?
  —No soy ninguna de las dos cosas. Soy optimista porque soy un tipo esperanzado aún ante la enfermedad que no tiene cura. De todas maneras, también soy crítico. No es que me guste todo Rosario, o todo Buenos Aires, o todo Córdoba, hay cosas que me gustan y otras que no. Así que tiendo a salir del sistema, porque este sistema te ubica en Newell’s o Central, pero en la vida no debería ser así. Creo que no hay que comprar la tranquera cerrada... se le dice así cuando comprás un campo con todo lo que viene adentro y no tenés posibilidad de elegir. Hay cosas que me parece que están bien y otras que no me gustan, y las voy diciendo a medida que van pasando. El sistema no te permite salir cien veces seguidas con un mismo vago y que no te lo c... y tampoco te permite que en la primera noche le chupes la p... a un conocido, es medio jodido...

  —Acabás de ser la tapa de la revista THC, dedicada a la cultura cannábica. ¿Pensaste que se iba a levantar tanta polvareda con esa entrevista?
  —Sí, la nota levantó mucha polémica pero sin estar yo presente, ¿viste? Porque hice una nota y después hicieron cien programas replicando lo que decían los portales de noticias con los títulos, pero sin haber leído la nota. Entonces es tramposo, pero yo también sé cómo se juega este juego. Lo importante de todo esto es que yo no quiero ser el Ivo Cutzarida de la marihuana, El otro día me dijeron que yo hago apología, y yo les dije, apología hacen ustedes, que se la pasaron haciendo 25 programas hablando de mí sin que esté yo. Yo hice declaraciones a una revista de culto, que es como si hablara de vinos o de jazz, que la consume sólo esa gente, no es el diario La Capital que es masivo y que entra a cualquier lado. Por eso no debería replicar como replica si la gente no compra la revista. Me parece bien despenalizar el aborto, la prostitución y el consumo prudente de marihuana, porque creo que todo lo que se penaliza, forma un negocio paralelo, eso es básico.

  —¿Con el paso de los años, considerás que encontraste tu lado más femenino y eso te permite estar más relajado?
  —El lado femenino enseguida uno lo relaciona con los tacos altos y un consolador en el c... Y creo que ese no es el lado femenino. Me parece que a medida que pasan los años uno se va acercando a la perfección, que es lo femenino. Para mí la perfección de la especie humana es lo femenino. Por eso uno se acerca a los costados más sensibles y eso te permite cosas como emocionarte, cocinar o cultivar rosas. Cosas que esas cosas están definidas para el lado femenino, pero que no debería ser así.