Te damos la bienvenida a la comunidad de T!Estás a un paso de acceder al mejor contenido, creado por personas como vos.

O iniciá sesión con
¿No tenés una cuenta?
Un ciudadano uruguayo escribió en Ecos la voz del lector del diario El País, su reflexión sobre la educación en nuestro país, me parece interesante compartirla con ustedes.

“Ante la proximidad de las elecciones nacionales luego de dos gobiernos consecutivos del Frente Amplio, es el momento de la siguiente reflexión.

El primero otorgó el mayor presupuesto de la historia a la educación, impuso el Plan Ceibal y concretó una nueva ley de educación.

El segundo al asumir prometió ‘educación, educación y más educación’.

El balance de estos dos gobiernos tan comprometidos con la educación arroja que ella es el fracaso más sobresaliente y frustrante del progresismo.


La alerta objetiva surgió a partir de los resultados de las pruebas PISA en 2012, las cuales evalúan cada 3 años la capacidad de entender y razonar que han desarrollado los jóvenes de 15-16 años. La performance uruguaya en las PISA de 2012 fue la peor desde 2003 y por eso tomó fuerza la sensación térmica de que los índices de repetición eran subdeclarados por el gobierno.
Para informar responsable y profesionalmente sobre ellos, en 2013 el diario El País presentó una solicitud de acceso a la información pública al amparo de la Ley 18.381 ante las autoridades educativas. Sólo así los contribuyentes que financiamos el aumento del presupuesto dedicado a la educación pudimos saber que en ese mismo año 2012 la tasa de repetición en 4º año (franja en la que estaban comprendidos los jóvenes evaluados en las PISA del mismo año) fue del 34%, en 5º año fue del 43% y en 6º año fue del 60%.

Colonia presentaba los menores índices de repetición (28% en promedio) mientras que Montevideo presentaba los mayores (53% en promedio, casi el doble).

La razón por la cual se ocultaba con tanto celo esa información es que ella constituía un escándalo para el oficialismo: los jóvenes evaluados en las PISA y repetidores al 2012 correspondían a generaciones beneficiarias de la ceibalita en el primer gobierno progresista.


El Plan Ceibal es la versión uruguaya de OLPC (una computadora por niño), idea del norteamericano Nicholas Negroponte. El proyecto, que ha sido ‘vendido’ como humanitario, en realidad es un gran negocio, ya que la máquina se vende solo a los gobiernos.


Uruguay fue el primer país en el mundo en brindar una computadora a cada niño de la enseñanza pública. Pero la igualdad de acceso al conocimiento (objetivo del Plan Ceibal según su sitio web) no logró que los educandos adquirieran el conocimiento necesario para cumplir con éxito los planes educativos ni tampoco rankear en las pruebas PISA como los países de primera.

En 2012 los alumnos de 4º año que tenían 15-16 años, en 2007 tenían 10-11 años, los de 5º eran los de 11-12 y los de 6º eran los de 12-13. La mayoría de ellos habían estado comprendidos en el decreto que dispuso la entrega de la ceibalita a ‘todos los niños en edad escolar’ desde su aplicación a partir de 2007. Cuando en 2010 se inició la etapa de distribución de un nuevo modelo de ceibalita a los estudiantes de Secundaria, algunos hasta habrán obtenido su segunda ceibalita, mientras era la primera para los otros.

De la Dir. Gral.de Aduanas (sistema Lucia, posición arancelaria 8471301200) surge que se dilapidaron más de 200 millones de dólares para importar ceibalitas (por el LATU de 2007 a 2009 y por el Centro Ceibal de 2010 a la fecha). Esta sangría de divisas no reportó ningún beneficio a sus beneficiarios directos ni al país. Representan 200 escuelas de tiempo completo que se podrían haber construido en territorio uruguayo con ladrillos uruguayos producidos por mano de obra uruguaya.


Varios ceibaleros votarán por primera vez en octubre y probablemente lo hagan a favor de quien les facilitó su primera computadora: el mismo que pretende seducir con espejitos tecnológicos a los votantes del otro extremo de la pirámide poblacional.
Diez años de gobierno nacional y 25 años de gobierno departamental en la capital suman por lo menos 35 años de experimento progresista, suficientes para avalar su ineptitud para ejercer cualquier rol de gobierno”.