La política de ajuste de tasas de interés para mantener a raya a la cotización del dólar, está secando la plaza financiera, restringiendo la oferta de créditos para inversiones y consumo.
sin crédito no hay inversión ni consumo. Las empresas, salvo que tengan ahorros, no pueden acceder a préstamos para comprar maquinas para producir más y generar empleo. Con las familias pasa lo mismo, ya que sin financiamiento tienen menos opciones o se hace mucho más cuesta arriba consumir, comprar un auto o cambiar los electrodomésticos. Este cuadro de situación es bien conocido por el Gobierno, lo que ocurre es que en el actual contexto económico argentino el crédito es la “víctima colateral” en una guerra desatada por contener al dólar y evitar que el Banco Central siga perdiendo reservas.
No hay crédito en la Argentina sencillamente porque desde el Banco Central, su titular el mendocino Juan Carlos Fábrega, se lanzó a combatir la fuga de dólares con un ajuste ortodoxo de tasas de interés. Mucho más a partir de la devaluación de más del 30% del peso argentino allá por enero de este año.
Las consecuencias ya están a la vista, según un estudio de la consultora KPMG sobre la evolución del crédito en la Argentina.
En lo que va de 2014, los préstamos al sector privado en pesos continuaron reduciendo su tasa de variación anual (en relación con igual día del año anterior) hasta alcanzar un valor de 23%, luego de lograr variaciones cercanas al 40% en el tercer trimestre del año 2013. Esta variación interanual, por ende, ya se ubica bastante por debajo de la tasa de variación de los precios y muestra que la economía está reduciendo el financiamiento bancario en relación con el nivel nominal de actividad económica, afirman desde KPMG.
Visto con una perspectiva de mediano plazo, la evolución del crédito en 2014 es por lejos más fría y lenta que en los anteriores cuatro años en la Argentina.
La contracción del crédito fue la consecuencia directa de la suba de tasas dispuesta desde enero, que afectó el costo de la mayoría de las líneas, en conjunto con la percepción de un deterioro de las expectativas sobre el desempeño económico. Precisamente, las líneas de peor desempeño en los últimos dos meses (Documentos y Prendarios) corresponden a las de mayor aumento de tasas en los últimos meses y a las destinadas mayormente a empresas, afectadas por la actividad económica. Mientras que en el caso de las familias, los créditos Personales, otrora el motor del consumo interno, están creciendo por debajo de la inflación real, mientras que en el caso del financiamiento con tarjetas de crédito también se mueven al ritmo de los precios. No hay un crecimiento real.
Desde diciembre de 2013 hasta abril de 2014, las tasas subieron aproximadamente 6,5 puntos porcentuales (p.p.) en los prendarios y documentos, contra 5 p.p. de Adelantos y los 3 p.p. de los Personales (incluyendo tarjetas), con información que no incluye otros gastos por comisiones y seguros que son parte del costo financiero total de las líneas. Las tasas “limpias” (sin otros gastos) de los hipotecarios apenas subieron menos de 1 p.p. Recordemos que en ese período de diciembre a abril, la tasa Badlar de bancos privados aumentó 6 p.p. y la de las Lebacs unos 12 p.p. en promedio, destaca el informe de KPMG.
sin crédito no hay inversión ni consumo. Las empresas, salvo que tengan ahorros, no pueden acceder a préstamos para comprar maquinas para producir más y generar empleo. Con las familias pasa lo mismo, ya que sin financiamiento tienen menos opciones o se hace mucho más cuesta arriba consumir, comprar un auto o cambiar los electrodomésticos. Este cuadro de situación es bien conocido por el Gobierno, lo que ocurre es que en el actual contexto económico argentino el crédito es la “víctima colateral” en una guerra desatada por contener al dólar y evitar que el Banco Central siga perdiendo reservas.
No hay crédito en la Argentina sencillamente porque desde el Banco Central, su titular el mendocino Juan Carlos Fábrega, se lanzó a combatir la fuga de dólares con un ajuste ortodoxo de tasas de interés. Mucho más a partir de la devaluación de más del 30% del peso argentino allá por enero de este año.
Las consecuencias ya están a la vista, según un estudio de la consultora KPMG sobre la evolución del crédito en la Argentina.
En lo que va de 2014, los préstamos al sector privado en pesos continuaron reduciendo su tasa de variación anual (en relación con igual día del año anterior) hasta alcanzar un valor de 23%, luego de lograr variaciones cercanas al 40% en el tercer trimestre del año 2013. Esta variación interanual, por ende, ya se ubica bastante por debajo de la tasa de variación de los precios y muestra que la economía está reduciendo el financiamiento bancario en relación con el nivel nominal de actividad económica, afirman desde KPMG.
Visto con una perspectiva de mediano plazo, la evolución del crédito en 2014 es por lejos más fría y lenta que en los anteriores cuatro años en la Argentina.

La contracción del crédito fue la consecuencia directa de la suba de tasas dispuesta desde enero, que afectó el costo de la mayoría de las líneas, en conjunto con la percepción de un deterioro de las expectativas sobre el desempeño económico. Precisamente, las líneas de peor desempeño en los últimos dos meses (Documentos y Prendarios) corresponden a las de mayor aumento de tasas en los últimos meses y a las destinadas mayormente a empresas, afectadas por la actividad económica. Mientras que en el caso de las familias, los créditos Personales, otrora el motor del consumo interno, están creciendo por debajo de la inflación real, mientras que en el caso del financiamiento con tarjetas de crédito también se mueven al ritmo de los precios. No hay un crecimiento real.

Desde diciembre de 2013 hasta abril de 2014, las tasas subieron aproximadamente 6,5 puntos porcentuales (p.p.) en los prendarios y documentos, contra 5 p.p. de Adelantos y los 3 p.p. de los Personales (incluyendo tarjetas), con información que no incluye otros gastos por comisiones y seguros que son parte del costo financiero total de las líneas. Las tasas “limpias” (sin otros gastos) de los hipotecarios apenas subieron menos de 1 p.p. Recordemos que en ese período de diciembre a abril, la tasa Badlar de bancos privados aumentó 6 p.p. y la de las Lebacs unos 12 p.p. en promedio, destaca el informe de KPMG.