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Los comicios municipales en el décimo segundo distrito electoral del país, Santiago del Estero, arrojaron un previsible triunfo arrollador del aliado al FPV, Frente Cívico Santiagueño, que sigue controlando 24 de los 26 departamentos provinciales, contando la capital.
En tanto que, en La Banda ganó Mirolo, un aliado a Massa, y en Pinto, ganó por apenas 71 votos, el radical Rached. (Nota: aquel ex "radical K" que, según se rumoreo en tiempos del tratamiento de la Resolución 125 en el Senado, cotizó en un millón de razones su voto no positivo como senador por su provincia. Eso produjo el empate, el cual a su vez posibilitó a otro tránsfuga ex "radical k", Cobos Iscariote, su ingreso en la historia universal de la infamia).
En la populosa capital santiagueña, ganó el Frente Cívico por el 48%, con 28 puntos de ventaja sobre UNEN, y tercero salió el Pro con 11%.
A nivel provincial el frente conducido por el matrimonio Gerardo Zamora y su esposa la gobernadora Claudia Ledesma Abdala, demostró una vez más su aplastante hegemonía electoral, tantas veces probada.
En tanto que, el sello aliado al massismo, logró figurar en el top ten de partidos provinciales.
En séptimo lugar, según dijo anoche Gerardo Zamora.
No conforme con ese escuálido rendimiento, pero sí con que sus aliados de La Banda hayan conservado la intendencia que manejan desde hace un cuarto de siglo, Sergio Tomás viajó en una avioneta de 15 mil dólares promedio el vuelo, para mandarse un breve speech ante algunos seguidores.
En su discursete relató, con cierta afectación, que fue: "un triunfo de la gentee, un triunfo de la libertad y de la democracia contra el feudalismo".
A su lado, el ex señor feudal Chabay Ruiz, hombre fuerte de La banda -quien se borocoteó el año pasado hacia la masita, ofendido porque Zamora no lo eligió a él sino a su esposa para sucederlo en la gobernación- aplaudió a rabiar.
La república no ganará nunca en Santiago, donde en intendencias pierde por goleada 2 a 24, empero gracias a una solitaria intendencia, STM intentó disimular un poquito, la ominosa orfandad norteña de la "renovación".
Sino en la realidad, al menos en las coberturas de los comicios santiagueños, de La Nación y Clarín.