En el último año ya se fugaron 6.796 millones de dólares de la argentina, pertenecientes a depósitos bancarios en esa moneda norteamericana.
Los depósitos en dólares en los bancos privados cedieron desde u$s 12.100 millones a u$s 8.118 millones entre el 4 de mayo -cuando la AFIP bloqueó totalmente la compra de dólares para atesoramiento- y el 28 de septiembre, vale decir el 33%, sólo en el último cuatrimestre.
La ola de retiros de depósitos en dólares por parte de los ahorristas comenzó a operar en noviembre de 2011, cuando el Gobierno aplicó un corset (no gusta la palabra cepo) cambiario que impidió el acceso del público e importadores a la compra de divisas.
Entonces, huelga decirlo, el problema que tiene la argentina es debido a la falta de dólares. Al faltar billetes en esa moneda el gobierno se ve obligado a realizar medidas extremas para preservar esos billetes. Cómo por ejemplo impedir la libre compra-venta de los mismos o limitar su entrega a los viajeros al exterior.
Para el ex ministro de Economía Roberto Lavagna, la falta de divisas es porque el país las utiliza para comprar energía y que para afrontarlo el Gobierno aplica el cepo cambiario. “Entonces toda la restricción de dólares y el superávit por exportaciones agropecuarias, sirve para estas compras”, dijo.
Por parte del gobierno se argumentan otras cosas. Por ejemplo el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, aseguró que prefería que los “argentinos veraneen en el país”, en lugar del exterior (eso aplicaría las restricciones a la entrega de divisas para viajes al exterior y el gravamen del 15% para las compras con tarjeta fuera del país).
Para la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, “Para ahorrar hay que ahorrar en moneda local como en todos los países del mundo”, “la fuga interna de divisas para el ahorro le significaban al país la fuga de recursos que se retiraban de la producción, de la inversión y de la distribución del ingreso”. Argentina no “puede darse el lujo de perder el 3% de su PBI que se extraía y se hundía en el ahorro”, dijo la funcionaria.
Este panorama de declaraciones demuestra que hoy por hoy, cada billete verde cuenta. Sin embargo, existen dos sectores que le están “succionando” una cifra cuatro veces superior al total de dólares que los argentinos tarjetean fuera del país, y ellos son el energético y las empresas tecnológicas de Tierra del Fuego.
En efecto, durante los primeros seis meses del año:
Las compras de energía, fuel oil, gasoil y nafta, dejaron un “agujero” de u$s 2.200 millones.
Las terminales de ensamble fueguinas demandaron unos u$s 1.600 millones por importaciones de insumos.
Además, el fisco resignó de cobrar u$s 400 millones por el régimen de promoción fueguino.
De este modo, en total, estos tres factores le restaron a la economía unos u$s 4.200 millones.
Panorama oscuro para la energía
Para el analista Ramiro Castiñeira, de la consultora Econométrica, “el cuadro energético se llevó puesto el modelo. Ya no hay superávit fiscal, ni externo, ni energético, ni tipo de cambio competitivo”.
En lo que se refiere a importaciones, “pasamos a requerir de una fila de 80 barcos anuales que se reparten entre los puertos de Bahía Blanca y Escobar, inyectando gas a la red local a un costo cercano a los u$s3.500 millones. Se suman otros u$s1.000 millones comprados a Bolivia y, en cuanto a las adquisiciones de fuel oil y gasoil la factura asciende a unos u$s6.000 millones”, acotó el experto.
Así, la pérdida de autoabastecimiento le está costando caro a la Argentina: para este año se estima que las importaciones de combustibles y lubricantes alcanzarán los u$s11.000 millones, las cuales no se verán compensadas del todo por las exportaciones, lo que terminaría arrojando un déficit de u$s4.500 millones a lo largo de 2012.
Frente a esto, un reciente informe del IERAL reveló lo fundamental que resulta el alto precio de la soja para cubrir este agujero, dado que entre 2003 y 2009 la importación de energía se llevó el 13% de las liquidaciones de divisas del agro -en promedio-, mientras que en la actualidad “chupan” el 40% de los dólares que entran vía sector rual.
En buen romance: las compras energéticas ya “succionan” 4 de cada 10 dólares que deja en la economía el campo, principalmente de la mano del “yuyito”.
Esto llevó a que el ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, afirmara que “para comprender este escenario de restricciones cambiarias hay que entender que su origen es el gran fracaso de la política energética en el país”.
El costo de la electrónica nacional
El polo industrial fueguino recibió el gran espaldarazo a fines del 2010, con la sanción de la normativa que pasó a beneficiar la producción electrónica en el sur del país y, como contrapartida, a castigar impositivamente a todo producto importado.
Así, el objetivo que viene persiguiendo el Gobierno es que la mayor cantidad de televisores, celulares, notebooks y netbooks que se ofrecen en los comercios salgan de las líneas de montaje ubicadas en esa provincia austral.
Sin embargo, el mayor problema es el alto nivel de componente importado en cada uno de los productos que tienen el sello Tierra del Fuego, que puede llegar a superar el 95% en algunos artículos.
Es así como el Ejecutivo, al alentar y festejar los buenos niveles de venta de bienes tecnológicos en el mercado doméstico, también termina impulsando el auge importador vía piezas y componentes.
Frente a esto, y pese a ser durante años uno de los sectores “mimados” por el Gobierno, a comienzos de este año el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, comenzó a exigirles a las empresas de este rubro que compensen los dólares de importaciones con ventas al exterior por el mismo valor.
El problema es que, hasta el momento, esto no se ha podido plasmar, salvo por algunas firmas que, para esquivar el cerrojo, optaron por comercializar a otros países productos que nada tienen que ver con el rubro, como por ejemplo pescado.
Los expertos aseguran que algunas de esas operaciones de exportación son un simple “pase de manos” que, en vez de computarse a una compañía pesquera, terminan asignándose firmas tecnológicas.
Así, un directivo de una cámara electrónica y que pidió off the record aseguró que “la compensación de la balanza comercial deficitaria del sector electrónico de Tierra del Fuego no sería del todo genuina”.
A esto se agrega que las empresas del sector anualmente reciben beneficios impositivos por unos u$s 800 millones anuales, es decir, dinero que no entra en las arcas del fisco y que acrecienta el faltante de divisas.
La soja, nuestra salvadora
En este escenario, el valor de la súper soja, que el martes alcanzó los u$s 623 por tonelada, se vuelve cada vez más relevante y determinante para el Gobierno.
Por ello, desde la consultora Abeceb opinaron que “con una oleaginosa valiendo la mitad, las restricciones serían atroces, no tendríamos dólares para importar energía o pagar la deuda”.
En la misma línea, desde el departamento de Economía de la Sociedad Rural explicaron que “si estuviera por debajo de los 600 dólares la tonelada, la Argentina estaría en situación más compleja que la actual por los requerimientos de caja que tiene el Gobierno debido al excesivo gasto público que debe afrontar mensualmente. También habría un menor ingreso de divisas, que dificultaría el mantenimiento del esquema cambiario de dólar controlado”.

Los depósitos en dólares en los bancos privados cedieron desde u$s 12.100 millones a u$s 8.118 millones entre el 4 de mayo -cuando la AFIP bloqueó totalmente la compra de dólares para atesoramiento- y el 28 de septiembre, vale decir el 33%, sólo en el último cuatrimestre.
La ola de retiros de depósitos en dólares por parte de los ahorristas comenzó a operar en noviembre de 2011, cuando el Gobierno aplicó un corset (no gusta la palabra cepo) cambiario que impidió el acceso del público e importadores a la compra de divisas.
Entonces, huelga decirlo, el problema que tiene la argentina es debido a la falta de dólares. Al faltar billetes en esa moneda el gobierno se ve obligado a realizar medidas extremas para preservar esos billetes. Cómo por ejemplo impedir la libre compra-venta de los mismos o limitar su entrega a los viajeros al exterior.
Para el ex ministro de Economía Roberto Lavagna, la falta de divisas es porque el país las utiliza para comprar energía y que para afrontarlo el Gobierno aplica el cepo cambiario. “Entonces toda la restricción de dólares y el superávit por exportaciones agropecuarias, sirve para estas compras”, dijo.
Por parte del gobierno se argumentan otras cosas. Por ejemplo el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, aseguró que prefería que los “argentinos veraneen en el país”, en lugar del exterior (eso aplicaría las restricciones a la entrega de divisas para viajes al exterior y el gravamen del 15% para las compras con tarjeta fuera del país).
Para la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, “Para ahorrar hay que ahorrar en moneda local como en todos los países del mundo”, “la fuga interna de divisas para el ahorro le significaban al país la fuga de recursos que se retiraban de la producción, de la inversión y de la distribución del ingreso”. Argentina no “puede darse el lujo de perder el 3% de su PBI que se extraía y se hundía en el ahorro”, dijo la funcionaria.

Este panorama de declaraciones demuestra que hoy por hoy, cada billete verde cuenta. Sin embargo, existen dos sectores que le están “succionando” una cifra cuatro veces superior al total de dólares que los argentinos tarjetean fuera del país, y ellos son el energético y las empresas tecnológicas de Tierra del Fuego.
En efecto, durante los primeros seis meses del año:
Las compras de energía, fuel oil, gasoil y nafta, dejaron un “agujero” de u$s 2.200 millones.
Las terminales de ensamble fueguinas demandaron unos u$s 1.600 millones por importaciones de insumos.
Además, el fisco resignó de cobrar u$s 400 millones por el régimen de promoción fueguino.
De este modo, en total, estos tres factores le restaron a la economía unos u$s 4.200 millones.
Panorama oscuro para la energía
Para el analista Ramiro Castiñeira, de la consultora Econométrica, “el cuadro energético se llevó puesto el modelo. Ya no hay superávit fiscal, ni externo, ni energético, ni tipo de cambio competitivo”.
En lo que se refiere a importaciones, “pasamos a requerir de una fila de 80 barcos anuales que se reparten entre los puertos de Bahía Blanca y Escobar, inyectando gas a la red local a un costo cercano a los u$s3.500 millones. Se suman otros u$s1.000 millones comprados a Bolivia y, en cuanto a las adquisiciones de fuel oil y gasoil la factura asciende a unos u$s6.000 millones”, acotó el experto.
Así, la pérdida de autoabastecimiento le está costando caro a la Argentina: para este año se estima que las importaciones de combustibles y lubricantes alcanzarán los u$s11.000 millones, las cuales no se verán compensadas del todo por las exportaciones, lo que terminaría arrojando un déficit de u$s4.500 millones a lo largo de 2012.
Frente a esto, un reciente informe del IERAL reveló lo fundamental que resulta el alto precio de la soja para cubrir este agujero, dado que entre 2003 y 2009 la importación de energía se llevó el 13% de las liquidaciones de divisas del agro -en promedio-, mientras que en la actualidad “chupan” el 40% de los dólares que entran vía sector rual.
En buen romance: las compras energéticas ya “succionan” 4 de cada 10 dólares que deja en la economía el campo, principalmente de la mano del “yuyito”.
Esto llevó a que el ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, afirmara que “para comprender este escenario de restricciones cambiarias hay que entender que su origen es el gran fracaso de la política energética en el país”.
El costo de la electrónica nacional
El polo industrial fueguino recibió el gran espaldarazo a fines del 2010, con la sanción de la normativa que pasó a beneficiar la producción electrónica en el sur del país y, como contrapartida, a castigar impositivamente a todo producto importado.
Así, el objetivo que viene persiguiendo el Gobierno es que la mayor cantidad de televisores, celulares, notebooks y netbooks que se ofrecen en los comercios salgan de las líneas de montaje ubicadas en esa provincia austral.
Sin embargo, el mayor problema es el alto nivel de componente importado en cada uno de los productos que tienen el sello Tierra del Fuego, que puede llegar a superar el 95% en algunos artículos.
Es así como el Ejecutivo, al alentar y festejar los buenos niveles de venta de bienes tecnológicos en el mercado doméstico, también termina impulsando el auge importador vía piezas y componentes.
Frente a esto, y pese a ser durante años uno de los sectores “mimados” por el Gobierno, a comienzos de este año el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, comenzó a exigirles a las empresas de este rubro que compensen los dólares de importaciones con ventas al exterior por el mismo valor.
El problema es que, hasta el momento, esto no se ha podido plasmar, salvo por algunas firmas que, para esquivar el cerrojo, optaron por comercializar a otros países productos que nada tienen que ver con el rubro, como por ejemplo pescado.
Los expertos aseguran que algunas de esas operaciones de exportación son un simple “pase de manos” que, en vez de computarse a una compañía pesquera, terminan asignándose firmas tecnológicas.
Así, un directivo de una cámara electrónica y que pidió off the record aseguró que “la compensación de la balanza comercial deficitaria del sector electrónico de Tierra del Fuego no sería del todo genuina”.
A esto se agrega que las empresas del sector anualmente reciben beneficios impositivos por unos u$s 800 millones anuales, es decir, dinero que no entra en las arcas del fisco y que acrecienta el faltante de divisas.
La soja, nuestra salvadora
En este escenario, el valor de la súper soja, que el martes alcanzó los u$s 623 por tonelada, se vuelve cada vez más relevante y determinante para el Gobierno.
Por ello, desde la consultora Abeceb opinaron que “con una oleaginosa valiendo la mitad, las restricciones serían atroces, no tendríamos dólares para importar energía o pagar la deuda”.
En la misma línea, desde el departamento de Economía de la Sociedad Rural explicaron que “si estuviera por debajo de los 600 dólares la tonelada, la Argentina estaría en situación más compleja que la actual por los requerimientos de caja que tiene el Gobierno debido al excesivo gasto público que debe afrontar mensualmente. También habría un menor ingreso de divisas, que dificultaría el mantenimiento del esquema cambiario de dólar controlado”.