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Contra reloj, a días del "día D", Cristina de Kirchner digitó una serie de movimientos para definir el relato de perfil épico con que el Gobierno atravesará la era default si antes de agosto no se produce un giro mágico propiciado por el juez Thomas Griesa y los fondos buitre. Dos cumbres de fin de semana, una en Córdoba y otra en Lanús, operaron como las usinas desde las que el kirchnerismo bajó, en particular orientado a su propia tropa, la línea argumental de la poesía del día después que se desglosa en varios puntos que van desde la objeción a la actuación del juez a la encerrona de la oposición.

Veamos:

I. CONTRA EL JUEZ. Como ocurre en episodios puntuales, la Presidente puso en la cancha pública a Carlos Zannini, la voz que en la cosmogonía K expresa con más precisión y autenticidad a Cristina de Kirchner. Zannini cerró el show kirchnerista cordobés donde, en otro movimiento simbólico, hubo un puñado de candidatos K. Zannini, como portavoz ultra-K, le puso palabras al fundamento principal que además del carácter especulativo de los fondos buitre apunta a la conducta de Griesa. "Este juez parecía que no ha entendido nada, que no sabe ni siquiera qué es lo que ha decidido" dijo el secretario de Legal y Técnica, en línea con las críticas que en medios de EE.UU. se hicieron al magistrado. Andrés "Cuervo" Larroque, vocero oficial de La Cámpora, y los candidatos Sergio Urribarri y Agustín Rossi transitaron, desde el escenario cordobés, el mismo libreto que tiene un eje puntual: existe un ataque de sectores externos, los holdouts y el juez, que afecta la soberanía argentina.

Desde Lanús, Jorge Taiana -otro candidato presidencial K-, el intendente anfitrión Darío Díaz Pérez y Fernando "Chino" Navarro, del Movimiento Evita, exploraron idénticos fundamentos durante la Segunda Asamblea Popular que propone discutir lo que Taiana define como "tomo dos" del proyecto K. "No hay dudas de que el fallo del juez Griesa no parece ni justo, ni equilibrado ni equitativo. Eso no sólo lo decimos nosotros sino que lo dicen incluso sectores del mundo financiero que pocas veces han coincidido con nosotros", precisó Taiana.



II. BUEN PAGADOR. El segundo punto es más técnico y políticamente más rugoso, y hace hincapié en la voluntad de pago del Gobierno K, que como señal al mercado financiero depositó u$s 1.100 millones en el Banco de Nueva York para pagarles a los tenedores que entraron al canje. Reedita, como hizo Néstor Kirchner cuando canceló la deuda de casi 10 mil millones con el Fondo Monetario Internacional (FMI); la épica del buen pagador, eso que Cristina de Kirchner definió como "pagador serial" y que ahora, según el Gobierno, Griesa impide que se siga haciendo cuando habilite el embargo de los fondos destinados a los demás bonistas. "La Argentina tiene recursos y paga. Esto no es un default, esto no va a ser un default", dijo Zannini en Córdoba. "La Argentina quiere pagarles a todos los acreedores", sumó, desde Lanús, Taiana como parte de una Biblia K genérica que esconde, además, un subtexto: la idea de no asumir el default, además de tener un sentido político y económico, tiene un valor jurídico porque la cláusula RUFO, que ahora opera como una trampa, se activa ante una modificación voluntaria por parte del Gobierno y el Gobierno aclara que acá se trata de una negociación forzada por el juez.



III. ENCERRONA. A su modo, el kirchnerismo intenta encontrar en un dato objetivamente delicado como el default técnico, un elemento político poderoso que le devuelve identidad y lo mantiene en el centro del ring político. Un factor con el que especulan en Casa Rosada es el referido al que, hasta acá, el conflicto con los buitres prácticamente no permite disidencias entre los políticos criollos, ni siquiera en aquellos que están fuerte y claramente parados en contra del Gobierno. De Mauricio Macri a Sergio Massa, con escalas en la diversidad radical de Julio Cobos y Ernesto Sanz, ninguno públicamente se arriesga a recargar de culpas a la Casa Rosada porque es amplísimo, según las mediciones que leen en Gobierno, en Bolívar 1 y en Tigre, la postura antibuitre que se detecta entre los votantes y cualquier palabra que pueda entenderse como un gesto a éstos podría ser política y electoralmente costosa. "La oposición queda otra vez en evidencia porque demuestran, todos, que no tienen propuestas ni proyectos" confió, ayer, uno de los referentes K que estuvo en el plenario ultra-K de Córdoba. El oficialismo está dispuesto a explotar esa especie de encerrona opositora donde a pesar de no coincidir con las medidas del Gobierno no tienen margen de ser muy críticos. De hecho, en Gobierno indican que desde que estalló el episodio buitre, la imagen presidencial subió algunos puntos. Según una encuesta muy frecuentada por el peronismo, hecha entre el 17 y el 18 de julio en la provincia de Buenos Aires, Cristina está empatada entre imagen buena y mala en 48 puntos.



IV. PUREZA INTERNA. Otro elemento, enfocado a la cuestión interna del dispositivo K, está ligado a que el oficialismo vuelve a someter a los suyos a un examen de lealtad y pureza K, lo que opera como un elemento para cerrar filas nuevamente. Daniel Scioli es, siempre, el blanco de esos movimientos del oficialismo y, en menor medida, Florencio Randazzo, porque son los que suelen moverse con más autonomía dentro del armado kirchnerista, algo que quedó claro con la causa de Amado Boudou. Julio De Vido fue, ayer, quien sin nombrarlo apuntó al gobernador cuando cuestionó a la Sociedad Rural y habló de "llamativos silencios" en referencia a los coqueteos de Scioli con Eduardo Buzzi y a lo que, según los K, implica una falta de voluntad del bonaerense de cuestionar a un sector abiertamente opositor como el campo. En la misma tónica, aunque oficialmente es invitado a los actos de Cristina en la provincia, a Scioli lo excluyen de otros encuentros donde se da visibilidad a dirigentes K como Urribarri o Rossi o Taiana. Randazzo, que tuvo una charla con De Vido y amansó tensiones añejas, tampoco suele aparecer en esos eventos de militancia ultra-K aunque sin fotos públicas se junta con dirigentes y militantes del oficialismo con un discurso en que se presenta como el verdadero kirchnerista: "Cristina me va a apoyar a mi" promete, osado, el ministro.