Ernst Leitz, el pionero de las cámaras Leica, es el nuevo Schindler
En 1933, año de la llegada de Hitler al poder, ideó un sistema para hacer salir a amigos y socios judíos de Alemania. Su estrategia logró ser exitosa hasta 1939 cuando fue descubierto por la Gestapo.
Las cámaras Leica son sinónimo de calidad, fotografía de maestros como Robert Capa, Henri Cartier-Bresson o Sebastiao Salgado. Pero la historia de las Leica da para más.
Su impulsor, Leitz, se enfrentó al mismísimo Tercer Reich, salvó la vida a cientos de judíos y bien podría ser el protagonista de otra película de Steven Spielberg.
A principios del siglo XX, Oskar Barnack, un ingeniero alemán aficionado a la fotografía, se hartó de cargar con los instrumentos fotográficos de la época y se propuso inventar una cámara portátil y fácil de usar.
Barnack era empleado de la empresa óptica Carl Zeiss y se pasó a la fábrica de Leitz. Trabajaba entonces en un exposímetro para cámaras de cine y descubrió que, con unas modificaciones, su invento serviría para lograr un negativo fotográfico de mayor calidad para una pequeña cámara fotográfica.
La otra historia
Estos orígenes y el desarrollo de la vida de Leitz se recuperan ahora en el libro de su nieto Knut Kühn-Leitz, quien acaba de publicar Ernst Leitz II: el pionero de la Leica.
El libro desvela otra historia. Durante los primeros años del nazismo, Ernst y su hija Elsie se dedicaron a ayudar a ciudadanos judíos a huir de Alemania, mientras mantenían buenas relaciones con los jefes nazis para evitar que les expropiaran su empresa.
En 1933, año de la llegada de Hitler al poder, Leitz ideó un sistema para hacer salir a amigos y socios judíos de Alemania.
Era sencillo: los contrataba como empleados suyos y los enviaba a las oficinas de la compañía en Francia, Inglaterra, Hong Kong y Estados Unidos. Además, reclutaba a jóvenes judíos de Fránkfurt y Darmstadt, los formaba en la fabricación de sus cámaras y los enviaba al extranjero. Así salvó cientos de vidas.
El sistema funcionó hasta 1939, cuando Alemania, tras invadir Polonia, cerró sus fronteras.
Mantuvo relaciones con la jerarquía nazi, pero no dudó en enfrentarse a ellos cuando fue necesario.
El libro recoge el testimonio de Paul Rosenthal, quien huyó a Estados Unidos con la ayuda de Leitz.
En 1933, Rosenthal, hijo de una empleada de Leitz, fue detenido en uno de los primeros programas. Leitz llamó por teléfono al funcionario responsable y le dijo: "Si no libera inmediatamente al señor Rosenthal, mis empleados y yo recurriremos a la fuerza". Fue liberado.
Al descubierto
Pero la Gestapo descubrió sus argucias y detuvo a su hija Elsie acusada de ayudar a la huida de judíos, algo penado entonces con la reclusión en un campo de concentración. Luego de tres meses de detención Leitz consiguió rescatar a su hija.
Tras la Segunda Guerra Mundial, la empresa salió adelante no sin dificultades y su nombre se convirtió en un mito de la fotografía.
En la actualidad, las Leica son las cámaras más deseadas, se venden (las más baratas a 700 dólares) por cientos de miles. Han pasado con éxito a la era digital y siguen asociadas a una imagen romántica de la fotografía de otro tiempo. Cámaras que salvaron la vida de cientos de personas y que han pasado por las manos de fotógrafos como Avedon o Helmut Newton. Leitz estaría orgulloso.
IDAFE MARTÍN PÉREZ
PARA EL TIEMPO
DESDE BRUSELAS
En 1933, año de la llegada de Hitler al poder, ideó un sistema para hacer salir a amigos y socios judíos de Alemania. Su estrategia logró ser exitosa hasta 1939 cuando fue descubierto por la Gestapo.
Las cámaras Leica son sinónimo de calidad, fotografía de maestros como Robert Capa, Henri Cartier-Bresson o Sebastiao Salgado. Pero la historia de las Leica da para más.
Su impulsor, Leitz, se enfrentó al mismísimo Tercer Reich, salvó la vida a cientos de judíos y bien podría ser el protagonista de otra película de Steven Spielberg.
A principios del siglo XX, Oskar Barnack, un ingeniero alemán aficionado a la fotografía, se hartó de cargar con los instrumentos fotográficos de la época y se propuso inventar una cámara portátil y fácil de usar.
Barnack era empleado de la empresa óptica Carl Zeiss y se pasó a la fábrica de Leitz. Trabajaba entonces en un exposímetro para cámaras de cine y descubrió que, con unas modificaciones, su invento serviría para lograr un negativo fotográfico de mayor calidad para una pequeña cámara fotográfica.
La otra historia
Estos orígenes y el desarrollo de la vida de Leitz se recuperan ahora en el libro de su nieto Knut Kühn-Leitz, quien acaba de publicar Ernst Leitz II: el pionero de la Leica.
El libro desvela otra historia. Durante los primeros años del nazismo, Ernst y su hija Elsie se dedicaron a ayudar a ciudadanos judíos a huir de Alemania, mientras mantenían buenas relaciones con los jefes nazis para evitar que les expropiaran su empresa.
En 1933, año de la llegada de Hitler al poder, Leitz ideó un sistema para hacer salir a amigos y socios judíos de Alemania.
Era sencillo: los contrataba como empleados suyos y los enviaba a las oficinas de la compañía en Francia, Inglaterra, Hong Kong y Estados Unidos. Además, reclutaba a jóvenes judíos de Fránkfurt y Darmstadt, los formaba en la fabricación de sus cámaras y los enviaba al extranjero. Así salvó cientos de vidas.
El sistema funcionó hasta 1939, cuando Alemania, tras invadir Polonia, cerró sus fronteras.
Mantuvo relaciones con la jerarquía nazi, pero no dudó en enfrentarse a ellos cuando fue necesario.
El libro recoge el testimonio de Paul Rosenthal, quien huyó a Estados Unidos con la ayuda de Leitz.
En 1933, Rosenthal, hijo de una empleada de Leitz, fue detenido en uno de los primeros programas. Leitz llamó por teléfono al funcionario responsable y le dijo: "Si no libera inmediatamente al señor Rosenthal, mis empleados y yo recurriremos a la fuerza". Fue liberado.
Al descubierto
Pero la Gestapo descubrió sus argucias y detuvo a su hija Elsie acusada de ayudar a la huida de judíos, algo penado entonces con la reclusión en un campo de concentración. Luego de tres meses de detención Leitz consiguió rescatar a su hija.
Tras la Segunda Guerra Mundial, la empresa salió adelante no sin dificultades y su nombre se convirtió en un mito de la fotografía.
En la actualidad, las Leica son las cámaras más deseadas, se venden (las más baratas a 700 dólares) por cientos de miles. Han pasado con éxito a la era digital y siguen asociadas a una imagen romántica de la fotografía de otro tiempo. Cámaras que salvaron la vida de cientos de personas y que han pasado por las manos de fotógrafos como Avedon o Helmut Newton. Leitz estaría orgulloso.
IDAFE MARTÍN PÉREZ
PARA EL TIEMPO
DESDE BRUSELAS