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En verdad, lo que se precisan son decisiones correctas, y Kicillof no las tuvo ni las tiene ni las tendrá, porque su concepción de la economía se encuentra condicionada por una pobre formación, muy ideológica, que sólo puede entusiasmar a otro personaje de pobre formación en lo económico: Cristina Fernández de Kirchner. 





En medio de la semana que hizo saltar todas las alarmas por el agravamiento de la situación macroeconómica, entre rumores de cambios en el Gabinete y la creciente demanda por medidas económicas, fiscales y cambiarias urgentes; Cristina Fernández llevó adelante su viaje de menor impacto y con más pobre agenda desde que el kirchnerismo es Gobierno.

Según fuentes diplomáticas, ni la presidente de Chile, Michelle Bachelet; ni su par de Brasil, Dilma Rousseff; quisieron reunirse con Cristina Fernández. Y si no fuera por el encuentro social con George Soros, los 5 días que estuvo en New York, capital financiera del mundo, la mandataria argentina no se hubiese reunido con ningún banquero, financista, ni empresario. Incluso, ni siquiera intentó un golpe de escena tal como hubiese sido un acercamiento con el juez Thomas Griesa o los holdouts -con quienes desea un acuerdo que no le resulte políticamente gravoso- para tratar de sacar a la Argentina del default.

Tanto Néstor Kirchner como Cristina Fernández creyeron, y creen, que su presencia en las Naciones Unidas, con sus respectivos discursos en la Asamblea General, fueron o son fundantes para el organismo internacional. Nunca el matrimonio Kirchner entendió ni las reglas ni los códigos de las relaciones diplomáticas a nivel mundial (tampoco el canciller Héctor Timerman), el rol que le cabe a la Argentina en ese escenario ni la capacidad/incapacidad que tiene la diplomacia argentina para imponer posiciones políticas en el concierto de las naciones.

Es más: desde 2003 el matrimonio Kirchner organizó sus delegaciones a encuentros internacionales, en especial a New York, como un sistema de premios y castigos (los participantes que se suben al avión oficial: el premio son los viáticos y el castigo es quedarse en el país), con mensajes exclusivamente dirigidos al cabotaje gubernamental, con discursos que apuntan exclusivamente a impactar sobre los votantes argentinos antes que al mundo, con agendas que parecen más turísticas que de negocios o de nivel diplomático y coberturas desde medios de comunicación K que tapan más de lo que presentan. Todo con un estilo muy “acto bonaerense”, es decir, casi “choripanero”.

Pero, mientras medio Gobierno jugaba a las relaciones exteriores, una catarata de datos macroeconómicos cambió las expectativas entre los economistas, tanto ortodoxos como heterodoxos; y la perspectiva de una recesión “corta” o atenuada que tenían algunas consultoras económicas se ha revertido, dado que los números muestran que hemos pasado de una estanflación, es decir, no crecimiento del PBI con inflación a una recesión con alta inflación.

Entre los datos negativos se destacan>:

> FIEL (Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas) informó una caída de PBI de 4% en lo que va del año,

> derrumbe de las importaciones y las exportaciones,

> imparable baja de la soja,

> caída de consumo en súper e hipermercados, con un fuerte desplazamiento de las compras hacia los supermercados chinos y las tiendas de descuento como “Día”;

> nueva baja en la venta de autos y en la construcción; y

> notable rechazo de los ahorristas, las empresas y las familias hacia el peso, que se verifica con la suba de precio y volumen de negocios del 'dólar blue' y el 'dólar contado contra liqui'.