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"Hay trabas que hacen que seamos un país complicado para los negocios"

El senior partner de KPMG dice que hay un gran potencial, pero que deben generarse condiciones para pensar en el largo plazo






-¿Cómo ve hoy el mercado de créditos en la Argentina?

-Después de la crisis de 2001, el sistema financiero tuvo años excepcionales de crecimiento, rentabilidad y baja morosidad. Pero es un sistema muy chiquito y la inflación deja un gran efecto perjudicial, porque conspira contra el crédito y el ahorro. El ahorrista pone pesos en un plazo fijo por falta de opciones, pero sabe que acepta una tasa real negativa, y eso atenta contra el ahorro de largo plazo; por otra parte, la gente no toma crédito por temor a no poder pagarlo, aun cuando las tasas sean convenientes y, de hecho, el Estado promueve tasas atractivas. Desde la política, muchas veces se quieren forzar las cosas, pero si no se dan otras condiciones, no se produce el efecto buscado.

-Políticas como las de Precios Cuidados o la ley de abastecimiento son presentadas como herramientas contra la inflación, ¿cómo las ve?

-El Gobierno ha tenido la sana intención de promover la actividad; el problema es que a veces se desatienden cosas que en el mediano y largo plazo empiezan a tener sus efectos, y es el caso de la inflación. Precios Cuidados y la ley de abastecimiento surgen cuando las cosas no empiezan a dar el resultado que se esperaba. Tratar de forzar las cosas es antinatural; debe haber una convivencia pacífica entre los empresarios y el Estado, y mucho más en un país con amplias posibilidades de desarrollo. Nadie puede no estar a favor de mejorar el poder adquisitivo de la gente y de favorecer el consumo, pero la inflación es un costo que no se puede descuidar, y se la ha subestimado y tolerado bastante.

-¿Se toleró porque los convenios salariales pudieron acompañar?

-Ha tenido que ver con eso. Los niveles de rentabilidad empresaria, por otro lado, anduvieron bien. Fueron épocas muy benignas para la economía de países como el nuestro, por los precios de las commodities por ejemplo. Y entonces se subestimó un poco el problema de la inflación; el salario real creció aun después de la crisis de 2008 y 2009, pero se sabe que hay que tener cuidado con los procesos de emisión monetaria.

-Ahora ya no se dan esas condiciones y los convenios no compensan el alza de precios.

-Estamos en un nivel de economía poco competitiva y están afectados el nivel de exportaciones y la balanza de pagos; hay factores que no se manejan desde el país, como el precio de la soja, el hecho de que Brasil esté complicado o un panorama internacional que ya no luce tan bien. La competitividad ha ido perdiendo terreno de la mano de un crecimiento que se dio con problemas como el de la energía, y hoy la balanza de pagos está afectada por la importación de combustible, mientras que los procesos inflacionarios llevan a tener que incrementar subsidios. Todo eso lleva al déficit fiscal y a la necesidad de emisión. Todo se retroalimenta. Las ganancias empresarias ya no son tan buenas y en algunos casos empiezan las pérdidas y, con esto, las suspensiones y el malhumor social.

-El problema con los holdouts, ¿tiene impacto en las empresas?

-Hay efectos que se ven con el tiempo; el que iba a hacer una inversión, espera; el que iba a contratar gente, se frena? Hay mucho de psicología y también un efecto real, porque empiezan a frenarse créditos, importaciones.

-Usted dice que el mercado de créditos es chiquito, pero en años de crecimiento los bancos fueron muy rentables; ¿qué faltó para que se diera una mayor dinámica?

-El mercado de créditos no se puede desarrollar de un día para el otro, eso no es sano porque se corre el riesgo de dar malos créditos y una crisis bancaria es un problema mayúsculo. Hay normas prudenciales del Banco Central y un problema es que la economía argentina tiene alta informalidad. Lo que no se puede decir es que no exista competencia, porque tenemos ochenta y pico de bancos. Y el Gobierno ha sido muy proactivo, pero el problema es que detrás de eso tiene que haber un proyecto, una economía donde se decida invertir. Pero siempre pensamos en el corto plazo, en qué va a pasar en el próximo mes o con el cambio de gobierno?

-¿Qué peso tiene el tema impositivo en la decisión de invertir?

-Se dice que necesitamos una reforma fiscal, y hay que ver bien de qué hablamos. Tenemos impuestos de todo tipo y hay una presión más que alta, pero aun así creo que tendríamos inversiones si se dieran otras condiciones. Hay temas para ver, como la reasignación del gasto para que sea más eficiente. No hay solamente un tema de presión impositiva, sino también de medidas como el cepo cambiario, y eso hace que la Argentina sea un país complicado para hacer negocios. Y tiene un potencial enorme, pero necesitamos generar las condiciones, sobreponernos a esas complejidades que, por más que digamos acá que son cosas nuestras, los inversores ven como trabas, que es lo que son. Con un rol activo, el Estado tiene que trabajar en conjunto con el sector privado; las inversiones necesitan de infraestructura, por ejemplo, porque los costos de que no la haya se cargan al precio y, al final del camino, perdemos todos..