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Rodrigo Palacio venía de resbalarse más de una vez en el Mundial de Alemania, pero eso no era suficiente para que se ganara la enemistad del futbolero argentino promedio. Por el contrario, en el torneo local continuaba con su racha de buenos rendimientos con la camiseta de Boca, generando la admiración de propios y extraños, incluso de los rivales. Tal es el caso de Javier Robles, un pibe de Vélez que, en octubre de 2006, no se ilusionaba con la chance concreta de debutar en Primera, sino más bien con la posibilidad de cambiar su camiseta con el delantero bahiense.

“Si juego, le voy a pedir la camiseta a Palacio porque me encanta su estilo”, decía el volante fortinero en los días previos al choque ante Boca del Apertura 2006. El tema es que ese no sería su partido número 50, ni el 100. Se trataba de su estreno profesional en Vélez, pero eso no parecía importarle tanto.

Enganche habilidoso y socio del eterno niño Patito Pérez en la Reserva, fue subido a Primera por Miguel Ángel Russo y en poco tiempo le respondió. Actuó desde el arranque en ese match ante el Xeneize, dejando la cancha a los 58 minutos, cuando su equipo ganaba 2 a 0 en La Bombonera. Luego llegaría el gol de Gago y…otros dos tantos de Palacio, para el triunfo del local por 3 a 2. ¿Y el intercambio de camisetas? Quedó para otro momento.

En ese mismo torneo, Robles jugó 4 partidos más como titular, ante Banfield, Central, San Lorenzo y Estudiantes. Además, disputó los últimos 10 minutos del triunfo 3 a 0 ante Gimnasia, en La Plata. Parecía que tenía futuro en el club de Liniers, pero algo le cortaría las piernas. O mejor dicho, alguien.

La llegada de Ricardo La Volpe a la dirección técnica lo perjudicó notablemente. Apenas jugó una vez como titular y después se tuvo qu conformar con algunos minutos sueltos, siempre entrando desde el banco y jugando como volante por derecha. El entrenador no lo quería. Y él así lo entendió.

A mediados de 2007 se fue a Chile para actuar en Santiago Wanderers. Duró poco detrás de la Cordillera, apenas un semestre, ya que regresó para ponerse la camiseta de Olimpo de Bahía Blanca (2008 a 2009), la misma que había utilizado ¡el papá de Palacio! Cada vez mas cerca de su ídolo (?).

Su suerte no cambió en el Aurinegro y sólo jugó 10 partidos, generalmente ingresando en los minutos finales o siendo reemplazado por Mauro Olivi, su competencia. Momento de pegar la vuelta.

Retornado a Vélez, lo tiraron a la cancha en un partido ante Estudiantes de La Plata del Apertura 2009. Ingresó por Nicolás Cabrera para tratar de nivelar un partido que era adverso. Terminaron perdiendo 3 a 0. Esa fue su despedida del Fortín, ya que lo dejaron libre a comienzos de 2010.

Con el pase en su poder, encontró un hueco en la nunca bien valorada MLS de los Estados Unidos. ¿El equipo? San Jose Earthquakes. En aquel año mundialista en el que Rodrigo Palacio ni siquiera estuvo convocado a la Selección, Robles jugó apenas 2 partidos para el conjunto yanqui.

Desde 2011 a esta parte, su carrera no ha parado de enfilar hacia este sitio. Iraklis Thessaloniki de Grecia (2011), Deportivo Cuenca de Ecuador (2011/12), Almirante Brown (2012/13) y Gimnasia y Esgrima de Concepción del Uruguay (2013/14) lo tuvieron en sus filas hasta mediados de este año, cuando hizo un parate para ver el Mundial de Brasil.

Domingo 13 de julio, Río de Janeiro, final entre Argentina y Alemania. Rodrigo Palacio no se resbala, simplemente desperdicia la gran chance de su carrera. Son cosas que pasan, declara. Entonces, los que nos caemos al piso somos nosotros.

El pueblo futbolero, después de ese partido, se divide entre los que putean a Higuaín y los que putean a Palacio. A veces se juntan las partes para putear a ambos. Javier Robles, mientras tanto, ya no sueña con la camiseta de Rodrigo y ahora juega en Sarmiento de Resistencia, junto a Matías Arce, aquel que la pensó bien y se consagró definiendo por abajo.