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a saga de comunicados, manifestaciones de voceros y descargos entre Juan Martín Del Potro y la Asociación Argentina de Tenis , continuará en breve con posturas públicas más sólidas y entendibles por parte del jugador. Con las últimas declaraciones de Jorge Viale, su encargado de comunicaciones, Del Potro procuró refrescar las razones de su enfrentamiento con la AAT y dejar en claro que sus diferencias van más allá de quien puede ser el capitán de la Copa Davis. Pero hasta acá los reclamos de Del Potro no fueron concretos, sino más bien insinuaciones. Son una nube de falencias históricas que lo disgustan (inexistencia de un Centro Nacional, escasos recursos para juniors) y que lo impulsan a correrse de la escena. La falta de infraestructura del tenis nacional viene del fondo de los tiempos. Montado en esa realidad, el tandilense, inactivo desde febrero pasado, señala con esto que su vuelta a la acción en 2015 no será suficiente para tenerlo adentro del equipo de la Copa Davis.

Del Potro tuvo éxito en instalar el tema que le interesaba, mediante la declaración de su vocero. Es un mensaje indirecto, pero oficial. Políticos, artistas, empresarios, celebridades y deportistas que tengan algún tipo de influencia en su actividad se expresan de ese modo. Tampoco lo hacen casi como único recurso. Pero guste o no el camino elegido, el foco es ineludible: lo que dijo Viale es lo que piensa Del Potro. Pero hasta acá, la secuencia muestra que Del Potro, como no comparte los criterios de conducción del tenis argentino, decide no jugar la Copa Davis. Ofrece eso como única respuesta abarcadora. Será así por lo menos hasta que el jugador sea más específico con sus cuestionamientos y exponga sus propias ideas para mejorar el deporte.

Cuando Del Potro intenta minimizar quien puede ser el capitán del próximo ciclo no desestima el tema. Por supuesto que le interesa el nombre y el perfil del próximo profesional a cargo. Procura demostrar que ahora esa no es su prioridad. En momentos donde la AAT no define ese aspecto, justo cuando parecen existir al menos dos corrientes dirigenciales en la toma de decisiones, Del Potro señala un horizonte más lejano donde están los asuntos que a su juicio deberían modificarse. La Asociación oscila entre quienes quieren acercarse a Del Potro y no saben cómo y los que saben cómo pero prefieren no acercarse.

Del Potro tiene una lista de reclamos detallada, pero al mismo tiempo le gustaría que el futuro capitán goce de su simpatía. Desde la AAT elucubran lo siguiente: "¿Quién nos garantiza qué si ponemos un determinado capitán, Del Potro juegue, en el mejor de los casos, las cuatro series de una temporada? Queremos a Del Potro, no al capitán que a él le gustaría.." El ejemplo español es el que surge de manera inmediata. Carlos Moyá fue capitán a pedido de Rafael Nadal. El tenista no jugó la Copa Davis en toda la temporada y Moyá fue el capitán de una embarcación que terminó encallada en la segunda categoría.


Emparentar esta movida reformista de Del Potro con otras demandas hechas por otros deportistas argentinos, es apresurado. Los reclamos hechos por referentes indiscutidos de la selección de básquet y también por las Leonas del hockey, tuvieron el respaldo de todo un plantel o de un núcleo duro irreprochable por su representatividad.

Se desconoce si otros tenistas piensan como Del Potro. Por ahora luce solitario en su cruzada. A diferencia de otras manifestaciones colectivas del deporte argentino, el tenista tandilense elige la ausencia en la Copa Davis para profundizar el contraste. Prefiere salirse del "sistema" al que perteneció y que llevó a la Argentina a jugar dos finales en 2008 y 2011. Según se intuye su hartazgo es más fuerte que el deseo de pensar en volver a jugar la Copa Davis, una vez que vuelva al circuito y busque recuperar el lugar que le pertenece. Esto recién empieza.