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Mató a Yamila para ocultar violación








Uruguay

Luis Villar Trías (36), conocido como el "Chato", fue procesado con prisión como autor de un delito de homicidio muy especialmente agravado, porque se cometió "inmediatamente después de otro, para ocultarlo, suprimir los indicios y la prueba", y "procurarse la impunidad", expresa la resolución del juez Gerardo Fogliacco.

"Se hizo justicia y mi hija descansa en paz. Pero es imposible estar tranquilo. Esto golpeó en mi familia", dijo ayer a El País Juan Carlos Rodríguez, el padre de Yamila.

El hombre, humilde y sereno, no pudo evitar al final su desahogo: "¡Ojalá se pudra en la cárcel!".

El "Chato" era pareja de Valeria Rodríguez. Son padres de dos niños, pero se habían separado hace 20 días. Valeria se fue a Montevideo, mientras que Yamila pasó a residir, transitoriamente, en una caseta de madera ubicada a pocos metros de la casa de la pareja, en el barrio Kennedy de Maldonado.

El padre de ambas contó a El País que, después de conocerse el fallo judicial, "mi hija Valeria se me acercó y me dijo: Papá, no me vas a querer más por haber traído al Chato a esta familia. Yo le respondí: No, hija. Ahora te voy a querer más que nunca".

En la mañana de ayer, Rodríguez y su familia esperaban que la Justicia les entregara el cuerpo de Yamila. El padre arrastra el dolor de 12 días de pesadilla y conmoción. Tras la angustia por la desaparición de su hija, debió reconocerla cuando la Policía lo convocó el lunes 10, para enseñarle los restos hallados frente al edificio en construcción del nuevo centro de convenciones de Punta del Este.

Rodríguez se negó a confirmar que era su hija. "Yo no la reconocía", dijo a El País. "Pero una de mis hijas me dijo: Papá, no te niegues. Es Yamila", expresó Rodríguez.

"Me llamó gente de todos lados, para darnos apoyo en esta circunstancia", contó. "Yo quiero agradecer a esa gente y a la prensa que nos apoyó desde un principio cuando hicimos una marcha reclamando por la aparición de mi hija Yamila".

En esa movilización, realizada el viernes 7, vecinos del barrio Kennedy cortaron la avenida Camino Aparicio Saravia y reclamaron por la inacción de la Policía de Maldonado.

El cuñado de Yamila participó en la búsqueda de la adolescente desaparecida.

También fue un integrante más de la familia cuando, en la tarde del martes 11, aguardaba detrás de la subcomisaría de San Rafael alguna información sobre la aparición de la cabeza de una joven en una avenida puntaesteña.
Procesamiento.

En la mañana de ayer, se realizó la reconstrucción del crimen en la Jefatura de Maldonado.

La actuación se realizó en la sede policial, y no en la casita del asentamiento Kennedy, para evitar represalias contra el matador por parte de vecinos.

Indignados tras conocerse el fallo judicial, varios vecinos prendieron fuego ayer la casa de Villar Trías. El jueves 13, menores le robaron al homicida una moto y una heladera ni bien se supo que había confesado el asesinato a la Policía, relataron vecinos a El País.

En la reconstrucción efectuada en la Jefatura, Villar Trías explicó a los operadores judiciales los detalles del asesinato aunque no supo explicar qué lo llevó a matar a la joven luego de abusar sexualmente de ella.

Al finalizar la actuación en la Jefatura, la abogada de ofi-cio del asesino confeso, María Eugenia Elso, dijo: "Fue un ataque de desesperación en el momento. No puede explicar muy bien por qué lo hizo. Se asustó y pensó en llevarla al hospital en primer momento y después terminó con ese desenlace".

Agregó que Villar Trías "está totalmente arrepentido de lo que hizo".
Más pruebas.

Temprano de mañana, y por los datos dados a conocer por el propio procesado, policías y una barométrica privada se hicieron presentes en la casa del barrio Kennedy, en busca del martillo que se utilizó para dar muerte a Yamila. El matador confesó que lo había arrojado en un pozo negro, y allí fue efectivamente descubierto.

Según el auto de procesamiento, redactado en la madrugada de ayer por el juez Gerardo Fogliacco, los hechos "comenzaron a desencadenarse entre las 10:00 y las 11:00 horas del domingo 2 de noviembre", cuando el cuñado, que residía en la casa contigua, entró por la ventana de la habitación donde Yamila Rodríguez todavía dormía, "con la intención de mantener relaciones sexuales con la jovencita, a lo que ella se negó".

Pese al rechazo, el hombre consumó el hecho "sometiendo a la joven mediante estrangulamiento, lo que ocasionó que la víctima se desmayara y comenzara a tener convulsiones".

"Me asusté, pensé llevarla al hospital, pero me pareció que iba a quedar hasta las manos si la llevaba. Me ganó la desesperación, fui a mi casa y tomé la cuchilla y le efectué un corte en el cuello", relató Villar Trías al juez Fogliacco.

Enseguida mutiló el cuerpo para poder ocultarlo debajo del piso de tablas.

Al ver que el cadáver no podía esconderse allí, por falta de espacio, "lo envuelve en una sábana y tras fijarse que no hubiera nadie en el exterior, deja el cuerpo frente a la entrada de la propia pieza de Yamila (contra el tejido que separa el predio lindero y medio oculto por la vegetación)", explica el juez.

El asesino envolvió los restos con una frazada roja y negra sobre una chapa de zinc, y luego tapó todo con tablas de madera. Los restos permanecieron allí por el lapso de una semana.

"El domingo 9 de noviembre sobre las 22:00 horas aproximadamente —acuciado por la búsqueda que se hacía de la joven, y por el olor de la descomposición del cadáver— volvió a envolverlo y lo cargó en su motocicleta, dirigiéndose por la calle Isabel de Castilla hasta llegar a unos terraplenes de arena (en la intersección con Puerto de Palos), lugar en donde dejó el cuerpo, tapándolo con arena del lugar y cubriéndolo con ramas y unos helechos.

Ya se había desecho del cuchillo y del martillo que utilizó para cometer el crimen, arrojando el último al pozo negro de su domicilio, y el primero en un terreno baldío y cubierto de vegetación.

En la casa de Yamila quedaron numerosos rastros que lo condenaron.