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En recorrida por Río Negro y Paysandú, Lacalle Pou optó por hacer discursos emotivos y apoyarse en Larrañaga para apelar a la raíz blanca, fuerte en el litoral. Dijo que ser militante blanco es su "primera condición después de uruguayo".





En el centro de choferes de Fray Bentos se habían congregado varios canosos y algún que otro trabajador rural para escuchar a la fórmula del Partido Nacional. Un señor se había parado al fondo dispuesto a aplaudir lo que fuese, y aunque no consiguió eco en el resto, se animó a gritar que los blancos debían ganar "para recuperar la patria".

A ese auditorio Jorge Larrañaga le pidió ayuda: "Esta va a ser una lucha pago a pago, rincón a rincón".

Luego Luis Lacalle Pou dirigió su mirada a una señora que llevaba el tradicional poncho blanco y advirtió que no hablaría tanto para ellos ("con ustedes nos conocemos", alegó el candidato), sino más bien para quienes aún no se habían resuelto a votarlos.

Pero como a este tipo de actos y reuniones en el interior van principalmente votantes definidos y militantes, lo de Lacalle se quedó en una expresión de deseo. En esta recorrida en particular, Lacalle y Larrañaga fueron rodeados de militantes blancos. Y conforme fueron ascendiendo por el litoral, el fervor nacionalista se fue haciendo más patente.

"Mi primera condición, después de ser uruguayo, es ser militante del Partido Nacional", aceptó Lacalle en Nuevo Berlín. Orgulloso de poder exhibir junto a él dirigentes de todos los sectores del partido (Javier García, Sergio Abreu, Francisco Gallinal, Carlos Moreira, entre otros), elogió una vez más el gesto de Larrañaga de haber aceptado la candidatura a vicepresidente. "El diálogo es una forma de vida. Si se pudo en el Partido Nacional, se podrá lograr en un gobierno", consideró, para luego anunciar que planea integrar sus equipos de personas de otros partidos.

Tras un discurso más bien serio en Nuevo Berlín, Lacalle disfrutó de sacarse fotos con los militantes (sobre todo con los bebés) y después evitó participar de una picada de asado y chorizos caseros que habían preparado para él en el Club Pescadores Unidos. Prefirió comer parado en la cocina, conversando con los empleados. Después fue al fondo del local, donde estaba la carne cruda y los chorizos recién hechos. Probó uno, lo elogió, recordó la época en que salía a carnear con algún amigo y se sacó fotos entre entrañas sangrientas.

La recorrida siguió por San Javier. Allí lo esperaban algunos integrantes de la colonia rusa para contarle los problemas que estaban teniendo con el Instituto de Colonización, que por no pagar las rentas han pedido el desalojo de más de uno.

El candidato les dijo que era un "empleado" suyo y que por tanto se llevaba el asunto para resolver "de deberes".

Ya en Paysandú, en un clima pesado y húmedo, cientos de personas embanderadas con los números y los colores de Alianza Nacional se reunieron en la sede del partido, que es el lugar físico en el que murió Leandro Gómez. Allí había aflorado toda la simbología partidaria: las señoras vestían de celeste y blanco (e incluso habían vestido a sus hijas con esos colores) y hasta había un mimo disfrazado del mártir líder del partido. Larrañaga se hizo paso por un camino de piedras cual estrella de rock, y detrás suyo iba Lacalle concitando casi el mismo fanatismo. Si bien Paysandú es "la casa de Jorge", como diría el candidato, el fervor se expresó en partes iguales o al menos semejantes.