Desde 1999, cuando fue elegido diputado, Luis Lacalle Pou sigue una rutina en las jornadas electorales: agradece a los militantes, vota apenas antes del mediodía y almuerza en la casa de los García. Ayer no fue la excepción, aunque claramente el día tenía una carga particular.
Esta vez, la primera en que fue candidato por su partido y no por una lista en particular, la ansiedad le jugó una mala pasada: la noche anterior apenas pudo dormir. "La cabeza a esta altura tiene vida propia… y maquina", admitió a media mañana en La Paz.
El día había empezado temprano en su casa en el barrio privado La Tahona, con el "impulso" de haber pasado el sábado de noche en compañía de su mujer y sus tres hijos. También aprovechó esa jornada para reunirse con su padre, el expresidente Luis Alberto Lacalle, a quien hace dos semanas que no veía. Y como "el viejo no es de dar consejos" tan solo reflexionaron sobre la recta final.
Ayer de mañana, Lacalle Pou preparó el mate y salió, pasadas las ocho, a su ya tradicional recorrida por varios pueblos de Canelones para agradecer el apoyo a los militantes. "Estar con la gente a la que le debo todo lo que soy es muy importante", resumió con la voz un tanto tomada por una "gripe" que lo aqueja desde la caravana que hizo hace unos días en Colonia.
Cuando llegó a La Paz, el primer destino, el malestar hizo que el candidato le pidiera a uno de sus asistentes que fuera a la farmacia a comprar un antigripal (que no fuera aspirina porque es "alérgico", le aclaró).
Después fue el turno de la primera parada, un local de la lista 400. Ni bien Lacalle Pou descendió de la camioneta, un correligionario le dio un abrazo y le pidió una selfie. Conversó con otros militantes sobre cómo arrancó la votación y enseguida decidió cruzar la vieja ruta 5 para visitar a Carlos Delfrate, un centenario de la zona que integró el Movimiento Nacional de Rocha.



Esta vez, la primera en que fue candidato por su partido y no por una lista en particular, la ansiedad le jugó una mala pasada: la noche anterior apenas pudo dormir. "La cabeza a esta altura tiene vida propia… y maquina", admitió a media mañana en La Paz.
El día había empezado temprano en su casa en el barrio privado La Tahona, con el "impulso" de haber pasado el sábado de noche en compañía de su mujer y sus tres hijos. También aprovechó esa jornada para reunirse con su padre, el expresidente Luis Alberto Lacalle, a quien hace dos semanas que no veía. Y como "el viejo no es de dar consejos" tan solo reflexionaron sobre la recta final.

Ayer de mañana, Lacalle Pou preparó el mate y salió, pasadas las ocho, a su ya tradicional recorrida por varios pueblos de Canelones para agradecer el apoyo a los militantes. "Estar con la gente a la que le debo todo lo que soy es muy importante", resumió con la voz un tanto tomada por una "gripe" que lo aqueja desde la caravana que hizo hace unos días en Colonia.
Cuando llegó a La Paz, el primer destino, el malestar hizo que el candidato le pidiera a uno de sus asistentes que fuera a la farmacia a comprar un antigripal (que no fuera aspirina porque es "alérgico", le aclaró).
Después fue el turno de la primera parada, un local de la lista 400. Ni bien Lacalle Pou descendió de la camioneta, un correligionario le dio un abrazo y le pidió una selfie. Conversó con otros militantes sobre cómo arrancó la votación y enseguida decidió cruzar la vieja ruta 5 para visitar a Carlos Delfrate, un centenario de la zona que integró el Movimiento Nacional de Rocha.



