

Lesbianas defienden su derecho a ser mamás
Durante once años, la Asociación de Mamás Lesbianas ha brindado apoyo emocional y jurídico a mujeres gais, bisexuales o trans para que ejerzan su maternidad sin ser atropelladas.

Se reúnen dos veces al mes. Lo hacen después de las 6:00 p.m., cuando han cumplido sus jornadas laborales. En cada ocasión llegan entre 15 o 20 mujeres homosexuales en busca de ayuda emocional y jurídica, o con ganas de compartir experiencias que les sirvan a otras. El grupo es dinámico, sus integrantes cambian regularmente.
Ellas pertenecen a la Asociación de Mamás Lesbianas, grupo de apoyo que nació hace once años en Bogotá y que ha brindado desde entonces ayuda a mujeres homosexuales, bisexuales o trans que ejercen su maternidad.
Una de las coordinadoras del grupo es la abogada Elizabeth Castillo, lesbiana, madre de un hijo de 24 años. Ella asegura que todo este tiempo han podido llegar a más de mil mujeres no solo de Bogotá, sino de Medellín, Bucaramanga y Cali, hasta donde han trasladado sus charlas de apoyo e incluso, las atienden vía electrónica.
Nuestra dinámica es básicamente la de compartir experiencias de vida, manifiesta Castillo, “si alguna viene comentando una situación, por ejemplo, que el papá de sus hijos le dijo que se los iba a quitar, como soy abogada le doy asesoría jurídica y las demás aportan desde su propia experiencia”.
Obstáculos y retos
De los problemas más recurrentes que deben enfrentar las mujeres no heterosexuales, comenta la abogada, es el miedo a vivir su orientación sexual y cómo hablarles a sus hijos del asunto. “Ellas deben entender que pueden ser mamás y lesbianas, que viviendo su sexualidad no les van a hacer ningún daño a sus hijos, que estarán más felices y en la medida en que lo sean y estén más traquilas, pueden manejar mejor el tema con sus hijos, con su familia, con el papá de sus hijos, si es que hay papá, porque muchas son mamás solteras o acuden a métodos de reproducción asistida”.
Son frecuentes, además, los casos de exmaridos o personas cercanas que pretenden amenazarlas con quitarles sus hijos o impedir que se relacionen con ellos. “En el grupo entonces, les damos una asesoría completa y con mensajes claros. El primero es que tenemos el derecho, ampliamente protegido, a que no nos pueden discriminar por nuestra orientación sexual.
El segundo, es que no hay ninguna norma en el ordenamiento jurídico que justifique que a una persona homosexual le limiten la oportunidad de estar con sus hijos, le nieguen la custodia o la visita por razón de su orientación sexual, y cualquier manifestación que pretenda sustentar una medida contraria, es ilegal”.
Se les advierte, además, que el funcionario que pretenda coartar sus derechos como persona y como mamá por el hecho de ser homosexual, que deje la constancia de su argumentación por escrito, en un acta. “Sostener la discrimianicón de forma verbal les resulta fácil, pero si la tiene que dejar en un acta, entiende perfectamente que es ilegal y en esa medida no lo hacen. Esa estrategia ha sido muy efectiva para mujeres de la asociación que están en esos procesos”, manifiesta Castillo.
Luchar contra “mitos y prejuicios” como que los hijos criados por homosexuales serán señalados y maltratados en los colegios; que con el tiempo se convierten en chicos gais, traumatizados o con otro tipo de problemas o que con su mamá o sus mamás no constituyen una familia son tareas pendientes que las mantienen en pie de lucha. “La Corte Constitucional reconoció en 2011 que las personas LGBT teníamos derecho a formar una familia.
Aunque este pro nunciamiento no representó un cambio esencial en la forma como asumimos nuestras familias y nuestra maternidad, sí representó una protección importante para nosotras y seguiremos trabajando para que este derecho sea una realidad para todas la mamás lesbianas, bisexuales y trans del país”, concluyó la abogada.
Madre y abuela
Sonia revela que tuvo varias parejas hombres, pero que
a los 28 años apareció una mujer que le hizo experimentar nuevas sensaciones y preguntarse ‘¿por qué siento algo por una mujer si yo tengo mi novio? Le tocó ir al siquiatra, buscar ayuda espiritual.. hasta que aceptó que lo que sentía no era ninguna enfermedad ni nada aprendido, sino algo natural: era lesbiana. Hoy, cuando pasa el umbral de los 50 y es madre de una hija de 24 años, abuela de dos nietos de 3 y 6 años, (por parte del hijo de su pareja mujer) esta empresaria se considera una mujer feliz. Hace dos años conoció sobre la Asociación de Mamás Lesbianas, “donde uno aprende mucho porque se comparten muchas experiencias”. Hoy, de este grupo, está recibiendo acompañamiento, porque tenía inquietudes con relación a su rol y al de su pareja como abuelas lesbianas. “Llegará un momento en que habrá que decirles a los nietos, pero, como lo aprendimos en la asociación, no es una responsabilidad nuestra sino de sus papás. Ya hemos estado hablando con el hijo y su esposa y ellos están pendientes de asesorarse a través del grupo”. Comenta que a su hija le contó que era lesbiana cuando tenía 8 años, ya que le preguntó por qué su pareja se quedaba en la casa los fines de semana, “le dio duro, pero luego lo superó”. Hoy es una joven que colabora con hijos de parejas homosexuales.
“Mi mamá es gay”
Pilar es la hija de Sonia (ver recuadro ‘Madre y abuela’). Dice que tener una mamá lesbiana es una experiencia como cualquier otra: “es como tener mamá y papá, mamá separada, papá separado, es la misma cosa. Mi mamá me regañaba, me castigaba, me daba regalos, igualito. Que sea lesbiana o no, no hace la diferencia”.
La joven, a punto de graduarse como profesional, reflexiona que le parece ridículo que cuando se debate sobre la adopción o la crianza en familias homoparentales nunca se les pregunte a los directos implicados: los hijos de estas parejas. “Nunca se les pregunta, ¿ustedes qué piensan? Le preguntan al abogado, al sicólogo, al Papa, a la mamá lesbiana y no, ellos no tienen el mismo punto de vista de nosotros”.
Por curiosidad e iniciativa propia charló con muchos muchachos criados por una persona o una pareja homosexual y concluyó que tener mamá o papá gay no los afecta. “No es la orientación sexual lo que hace a una familia sino la forma en que la persona o personas te están criando”, resalta esta joven, que como cuenta su mamá, lo primero que les advierte a un nuevo novio es: “mi mamá es gay, vive con una mujer”.
Con herramientas
Mabel solo tuvo un novio en su vida: el papá de su hijo. A los demás siempre les veía un defecto: “muy flaco, gordo, bobo, pero no sabía que era porque me gustaban las mujeres”. Dice que su ‘ex’ no sabe que es gay, pero cree que “lo supone” y que sin embargo, ella no vé la necesidad de decírselo. Le contó a su hijo, de 14 años, de su condición sexual hace dos años:“en la asociación me dieron las herramientas para hacerlo”.
Y tal como convinieron, él contaría sobre la orientación sexual de su mamá solo a alguien de gran confianza. “Un día me dijo que le había contado a unos amigos y quedé en shock, esperando cómo habían reaccionado. Me djo que dos de ellos le habían dicho que también tenían mamás lesbianas. Así se dio cuenta de que, al igual que él, hay compañeros con mamás homosexuales que están perfectamente bien”.
Lo que sí noté a través de estas charlas, dice Pilar, es que nosotros tenemos la mente más abierta, pensamos más en la igualdad, en no al sexismo, en no a la desigualdad, somos más justos, sensibles socialmente y abiertos al mundo.




Mientas tanto en mi rancho...

