
En un mundo que hace uso cotidiano de las redes globales, hay constantemente innovaciones tecnológicas que revolucionan la vida de las personas y que hacen de la virtualidad una realidad muy concreta. Es el caso de bitcoin, que surgió en 2009 y propone redefinir las transacciones y la economía de bolsillo.
Con muchas dudas, pero también unas cuantas certezas, en Argentina comienza a notarse un creciente interés por esta moneda virtual que, incluso, ya es aceptada en restaurantes y comercios de distintos rubros.
Pero ¿qué es exactamente bitcoin? Definirla como moneda virtual no es del todo correcto ya que, tal como explica Diego Gutiérrez Zaldívar, presidente de la ONG Bitcoin Argentina, “una moneda, desde el punto de vista legal, tiene que tener un emisor central y precisamente el bitcoin no tienen un ente que lo controle. No tiene un Estado que lo avale”. El ejecutivo lo señala como “una tecnología con muchas aplicaciones”, aunque aclara que “dependiendo de cómo se utilice, se podría ver como un activo financiero o como un bien intangible”.
Lo cierto es que, esta criptomoneda –porque se creó en base a cálculos matemáticos, que a su vez protegen las transacciones- “tiene como valor fundamental la de permitir la transferencia de valor entre pares sin intermediarios (es decir, sin sistema financiero) y a nivel global”. Se la utiliza como alternativa de inversión y ahorro pero también como medio de pago de bienes y servicios. “Es ideal para e-commerce porque tiene la particularidad de que las comisiones son opcionales”. Además es democrática porque todo el mundo puede sumarse; y transparente, porque el libro contable es totalmente abierto. Tanto, que las transacciones son visibles y hasta se puede comprobar la trayectoria de cada bitcoin desde su inicio. Y nadie, excepto el titular, puede mover sus fondos. “Por eso es más confiable que las transacciones regulares que precisan de la confianza a un tercero como pueden ser las instituciones financieras o los países”.
Además, es imposible su falsificación o duplicación. Y eso, sin duda, atrae.
Costumbres argentinas
“Los argentinos tenemos una compresión muy grande, por las dificultades que hemos sufrido en los últimos 40 años, de cómo afectan las crisis a la macroeconomía; y, al mismo tiempo, contamos con una noción de la tecnología muy superior a la de otros países de Latinoamérica. Todo eso hace que se genere un campo fértil para el bitcoin”, analiza Gutiérrez Zaldívar.
Otra particularidad local, es que los usuarios de bitcoin son desde adolescentes que cursan el último año en el colegio secundario, hasta hombres de más de 60 años.
Sebastián Serrano, CEO de BitPagos, una de las compañías que ofrece diferentes servicios, a individuos y privados, para el uso de bitcoins, asegura que “América latina es un buen terreno para el desarrollo de esta innovación ya que el 65 por ciento de la población no está bancarizada y, de hecho, sólo el 10% posee tarjetas de crédito. Mientras que para tener bitcoin sólo basta bajarse una aplicación a un dispositivo con internet”.
El ejecutivo afirma, además, que poseer esta criptomoneda permite un “ahorro a largo plazo. Es que año a año va aumentando su valor. Desde de 2013 hasta ahora aumentó cuatro veces pero aún sigue siendo un experimento. Probablemente, el más grande de la humanidad porque estamos redefiniendo lo que es el dinero. Y lo cierto es que nadie puede garantizar que en cinco años siga existiendo”, advierte Serrano.
Innovación comercial
Para los dueños de los comercios que aceptan el pago en bitcoins, el costo de transacción es muy bajo o directamente cero. Tienen los fondos inmediatamente, cosa que no sucede con las tarjetas de crédito y tienen la ventaja de que las transacciones son irreversibles. Además, evitan los costos y el tiempo que implica gestionar billetes.
En Argentina –pero también en Brasil, Uruguay y Chile, donde opera- BitPagos permite que restaurantes y todo tipo de comercios, acepten pagos de sus clientes con esa moneda virtual de manera sencilla. “Para eso tenemos botones de pago para páginas web, herramientas para solicitudes de pago por email” y otras tantas facilidades que incluyen calcular la cotización del bitcoin al momento de la transacción. En este sentido, Serrano señala que “los primeros en aceptarlos tienen una ventaja competitiva ya que los usuarios tienen pocos lugares para usarlos”.
Los gastronómicos parecen ser los que más han adoptado este modo de pago. Entre ellos, los locales de la cadena Subway de Puerto Madero y de la calle Reconquista. Fernando Dranovsky, es dueño de ambos comercios y de Sports & Rock Bar. Hace apenas un mes comenzó a recibir consumos en bitcoins y destaca que el sistema “es simple y con poco riesgo. Me pareció interesante, un nicho para explotar e innovar. Tiene mucho potencial: hay gente en el mundo bitcoin que anda buscando lugares para poder consumir”. Y si bien reconoce que el valor del bitcoin fluctúa bastante “tampoco es brusco y, en todo caso, si como comerciante uno no quiere asumir el riesgo, puede convertirlos en pesos. De todos modos, por ahora, yo no lo hice. Tengo mi e-wallet (billetera virtual) y los ahorro”.
Por su parte, Ariel Sánchez, dueño de Porto Pirata Restó, en la peatonal Reconquista, también acepta el pago en bitcoins desde hace dos meses. “La idea fue modernizarse y apuntar al futuro. Sé que esto va a llevar tiempo pero me parece que puede crecer mucho”. Conforme con la repercusión, señala que ya tuvo unos 30 pagos. “Noto que muchos son de extranjeros y otros de personas que quizás no eran clientes pero vinieron atraídos por esta modalidad. La gente la está probando”.
También Fernando Bouso, dueño de Fileteados Porteños Club de Café, sobre la calle Defensa, trabaja desde hace seis meses con este sistema, aunque aún no concretó demasiadas compras con bitcoin. Expectante, asegura que tomó la iniciativa porque le “pareció novedosa y me imagino que a futuro se irá implementando cada vez más”. Incluso él posee su propia billetera virtual aunque confiesa que aún no utilizó sus bitcoins. Pero no sólo cafés y restaurantes. También alojamientos, como Chez Lulú, un hotel boutique de Palermo, cuyo dueño, Jorge Brunero, hace un año incorporó esta opción. “La experiencia es muy buena. Hasta ahora tuve un promedio de nueve pagos mensuales. Me sirve “exclusivamente porque es la manera de pedir un anticipo al turista extranjero para asegurarme su presencia”.
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