Ya todos saben que se viene la declaración de "desacato" para el Estado argentino apenas se publique en el Boletín Oficial el invento legislativo sobre cambio de domicilio de pago de la deuda pública. La gran duda es cómo se aplica el "desacato" a un Estado ya que no hay antecedentes al respecto, consulta que, inevitablemente, el juez Thomas Griesa, hará al Departamento de Estado de su país. Prevalece la idea de aplicar el "desacato" a aquellas personas que representan a ese Estado. Una idea, por ejemplo, es quitarle la visa para viajar a USA a diferentes funcionarios importantes de la Administración Cristina. Mientras eso ocurre en NYC, en la Argentina la crisis avanza sobre todas las variables de la economía. El impacto social, y por eso electoral, fue el tema que abordan los políticos justicialistas en sus reuniones en las que se habla de una Cristina Fernández de Kirchner desbordada y que pone en riesgo al peronismo 2015. La famosa Liga de los Gobernadores, que ella siempre logró evitar, ya está funcionando, y hoy día el objetivo es lograr la salida de Axel Kicillof del Ministerio de Economía. De Kicillof específicamente hablaron los gobernadores y 'operadores' peronistas que se reunieron días atrás. Y los economistas también hablan de Kicillof y también del presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, 2 enfoques totalmente diferentes sobre qué hacer, que conviven en la Administración Cristina. La situación no permite imaginar una convivencia por mucho tiempo más porque la propia crisis condiciona todo.
Aquí un apunte al respecto:
La tasa de interés está en el centro de la discusión económica desde el comienzo de 2014. El BCRA subió las tasas nominales a principios de año para controlar la crisis. Del otro lado, el Ministerio de Economía las quiere bajar.
Parecía que el BCRA estaba perdiendo la pulseada frente al MECON. De hecho, luego de haber subido la tasa de 17,8% (diciembre '13) a 30,4% (febrero'14).
Sin embargo, hace 10 días cambió el rumbo y el BCRA subió nuevamente la tasa de 27.5% a 28.5% anual; es decir 1 p.p. (punto porcentual)
Existiría una puja entre el Ministerio de Economía y el BCRA en materia de tasa de interés.
El primero quiere bajar las tasas lo máximo posible para incentivar el consumo, la demanda agregada y el nivel de actividad.
Del otro lado, la autoridad monetaria se resiste a seguir bajando la tasa, porque vislumbra que una reducción mayor atenta contra la estabilidad cambiaria / financiera y alimenta al dólar blue, incrementando las expectativas de inflación / devaluación.
En un contexto en el cual el BCRA se ve obligado a emitir cada vez más pesos para financiar al Tesoro pero la demanda de crédito y de dinero (-13% en el 1er. semestre) caen, la baja de tasas impacta negativamente en la BADLAR (que cae más que las LEBACs), incrementando fuertemente el dólar blue.
El BCRA asocia este círculo vicioso entre baja nominal de tasa de interés y recalentamiento del dólar paralelo y da marcha a atrás para intentar contener el incremento de la brecha y todo su derrame negativo hacia el resto de la
macroeconomía, subiendo la tasa 1 p.p. de 27.5% a 28.5%.
La política de tasas propiciada por el MECON empeora la economía
No obstante, hay 2 aspectos monetarios fundamentales a remarcar.
1ro., con los actuales niveles de emisión (en 22 días de agosto la base monetaria creció $25.000 millones; es decir 6.2%) y la actual caída de la demanda de dinero, la suba de 1 punto porcentual (de 27.5% a 28.5%) de la tasa de interés no alcanzaría para contener al dólar blue, ni a las expectativas negativas.
Para lograr la calma financiera se necesitaría una suba de la tasa de interés en pesos mayor a las expectativas de devaluación (medidas por BLUE) y de inflación. En este sentido, con un nivel de tasa superior a las expectativas de devaluación y de inflación se revertiría la caída de la demanda de dinero y consecuentemente se revertirían las presiones sobre las reservas y el tipo de cambio.
Sin embargo, es muy probable que el Ministerio de Rconomía presione para acotar la suba de tasa de interés. En consecuencia, sin suba de tasas los actuales desequilibrios macro se profundizarían y se perderían cada vez más reservas, el dólar aumentaría sostenidamente, la demanda de dinero se reduciría aún más y consecuentemente la inflación se aceleraría.
Hasta ahora el 2do. mandato de CFK, entre otras cosas, se caracterizó por aplicar una férrea y agresiva política de tasas de interés negativas para estimular la demanda agregada y el nivel de actividad. Puntualmente, existe la creencia que las tasas negativas estimulan el consumo, la demanda agregada y el nivel de actividad. A mayor actividad y más ingreso, mayor consumo y más ingreso aún, lo cual acelera la inversión y crea un círculo virtuoso de
crecimiento.
Veamos los números de las tasas. De la mano de la aceleración de la inflación, que pasó de 26% a 40%, la paulatina reducción de la tasa de interés de las colocaciones del Central se tradujo en un desplome de la tasa de interés real durante los últimos meses, que cayó sucesivamente hasta un -9.2% en términos reales.
Tal como era de esperarse, el desplome de la tasa de interés real del BCRA “arrastró” a toda la estructura de tasas de la economía. De hecho, en el gráfico adjunto se observa que en la actualidad la tasa BADLAR (-13.8%); la de plazo fijo a 30 días (-14.9%); la call (-15.6%) y la de adelantos en cuenta corriente (-6.9%) se encuentran muy por debajo del 0% anual.
El sesgo pro consumo de la política de tasas negativas queda en evidencia cuando se aprecia que todas las tasas activas ligadas al consumo se encuentran más bajas y “baratas” que hace un año. En este sentido, la tasa de adelantos en cuenta corriente se abarató 7 p.p.; la de los créditos personales más de 12 p.p.; la de documentos a sola firma 7p.p. y la de tarjetas de crédito casi 9 p.p.
Los números de la realidad muestran que el paradigma oficial no se cumple en el contexto actual de la economía argentina y que el descenso de la tasa no sirve para estimular el crecimiento. La visión oficial no se cumple ni siquiera en el primer eslabón de la cadena. Se baja la tasa ligada al consumo, pero el consumo se resiente cada vez más y el nivel de actividad económica se contrae cada vez.
Según CAME, las ventas minoristas caen cada vez más a pesar que las tasas de interés de los adelantos de cuenta corriente, de los créditos personales y de las tarjetas de créditos bajan más en términos reales. Las tasas de los créditos prendarios se reducen, pero las ventas y los patentamientos de autos se desploman.
Tampoco se observa un aumento de la inversión. Es decir, hay tasas bajas pero el consumo, la inversión, la demanda agregada y por ende el nivel de actividad se reduce. O sea, no se logra el efecto buscado.

Aquí un apunte al respecto:

La tasa de interés está en el centro de la discusión económica desde el comienzo de 2014. El BCRA subió las tasas nominales a principios de año para controlar la crisis. Del otro lado, el Ministerio de Economía las quiere bajar.
Parecía que el BCRA estaba perdiendo la pulseada frente al MECON. De hecho, luego de haber subido la tasa de 17,8% (diciembre '13) a 30,4% (febrero'14).
Sin embargo, hace 10 días cambió el rumbo y el BCRA subió nuevamente la tasa de 27.5% a 28.5% anual; es decir 1 p.p. (punto porcentual)
Existiría una puja entre el Ministerio de Economía y el BCRA en materia de tasa de interés.
El primero quiere bajar las tasas lo máximo posible para incentivar el consumo, la demanda agregada y el nivel de actividad.
Del otro lado, la autoridad monetaria se resiste a seguir bajando la tasa, porque vislumbra que una reducción mayor atenta contra la estabilidad cambiaria / financiera y alimenta al dólar blue, incrementando las expectativas de inflación / devaluación.
En un contexto en el cual el BCRA se ve obligado a emitir cada vez más pesos para financiar al Tesoro pero la demanda de crédito y de dinero (-13% en el 1er. semestre) caen, la baja de tasas impacta negativamente en la BADLAR (que cae más que las LEBACs), incrementando fuertemente el dólar blue.
El BCRA asocia este círculo vicioso entre baja nominal de tasa de interés y recalentamiento del dólar paralelo y da marcha a atrás para intentar contener el incremento de la brecha y todo su derrame negativo hacia el resto de la
macroeconomía, subiendo la tasa 1 p.p. de 27.5% a 28.5%.
La política de tasas propiciada por el MECON empeora la economía
No obstante, hay 2 aspectos monetarios fundamentales a remarcar.
1ro., con los actuales niveles de emisión (en 22 días de agosto la base monetaria creció $25.000 millones; es decir 6.2%) y la actual caída de la demanda de dinero, la suba de 1 punto porcentual (de 27.5% a 28.5%) de la tasa de interés no alcanzaría para contener al dólar blue, ni a las expectativas negativas.
Para lograr la calma financiera se necesitaría una suba de la tasa de interés en pesos mayor a las expectativas de devaluación (medidas por BLUE) y de inflación. En este sentido, con un nivel de tasa superior a las expectativas de devaluación y de inflación se revertiría la caída de la demanda de dinero y consecuentemente se revertirían las presiones sobre las reservas y el tipo de cambio.
Sin embargo, es muy probable que el Ministerio de Rconomía presione para acotar la suba de tasa de interés. En consecuencia, sin suba de tasas los actuales desequilibrios macro se profundizarían y se perderían cada vez más reservas, el dólar aumentaría sostenidamente, la demanda de dinero se reduciría aún más y consecuentemente la inflación se aceleraría.
Hasta ahora el 2do. mandato de CFK, entre otras cosas, se caracterizó por aplicar una férrea y agresiva política de tasas de interés negativas para estimular la demanda agregada y el nivel de actividad. Puntualmente, existe la creencia que las tasas negativas estimulan el consumo, la demanda agregada y el nivel de actividad. A mayor actividad y más ingreso, mayor consumo y más ingreso aún, lo cual acelera la inversión y crea un círculo virtuoso de
crecimiento.
Veamos los números de las tasas. De la mano de la aceleración de la inflación, que pasó de 26% a 40%, la paulatina reducción de la tasa de interés de las colocaciones del Central se tradujo en un desplome de la tasa de interés real durante los últimos meses, que cayó sucesivamente hasta un -9.2% en términos reales.
Tal como era de esperarse, el desplome de la tasa de interés real del BCRA “arrastró” a toda la estructura de tasas de la economía. De hecho, en el gráfico adjunto se observa que en la actualidad la tasa BADLAR (-13.8%); la de plazo fijo a 30 días (-14.9%); la call (-15.6%) y la de adelantos en cuenta corriente (-6.9%) se encuentran muy por debajo del 0% anual.
El sesgo pro consumo de la política de tasas negativas queda en evidencia cuando se aprecia que todas las tasas activas ligadas al consumo se encuentran más bajas y “baratas” que hace un año. En este sentido, la tasa de adelantos en cuenta corriente se abarató 7 p.p.; la de los créditos personales más de 12 p.p.; la de documentos a sola firma 7p.p. y la de tarjetas de crédito casi 9 p.p.
Los números de la realidad muestran que el paradigma oficial no se cumple en el contexto actual de la economía argentina y que el descenso de la tasa no sirve para estimular el crecimiento. La visión oficial no se cumple ni siquiera en el primer eslabón de la cadena. Se baja la tasa ligada al consumo, pero el consumo se resiente cada vez más y el nivel de actividad económica se contrae cada vez.
Según CAME, las ventas minoristas caen cada vez más a pesar que las tasas de interés de los adelantos de cuenta corriente, de los créditos personales y de las tarjetas de créditos bajan más en términos reales. Las tasas de los créditos prendarios se reducen, pero las ventas y los patentamientos de autos se desploman.
Tampoco se observa un aumento de la inversión. Es decir, hay tasas bajas pero el consumo, la inversión, la demanda agregada y por ende el nivel de actividad se reduce. O sea, no se logra el efecto buscado.


