Nueva York la pechea y blanquea su pobreza
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NUEVA YORK.- Todos los días, tres veces por día, las puertas de la Misión Bowery se abren para ofrecer una comida a los habitantes más vulnerables de Nueva York, los "sin techo". Algunos, no todos, pasarán allí la noche. Este febrero, el tercero entre los más fríos de la historia en los registros de la ciudad, ha habido mucha más gente.
"Nunca dejamos afuera nadie. Siempre hacemos lugar", dice a LA NACION James Winans, jefe de Desarrollo de la Misión Bowery, el albergue más famoso de la ciudad, ubicado en la avenida Bowery, entre Chinatown y Nolita, pegado a uno de los rincones más coquetos de Manhattan.
Los homeless dejan al descubierto una de las grandes paradojas de Nueva York: nunca ha habido tanta riqueza en una de las ciudades más ricas del mundo y la alcaldía tuvo tanto dinero para torcer su realidad, y nunca, desde la Gran Depresión, los homeless han sido un problema tan acuciante. Cada noche, poco más de 60.000 personas se las arreglan para dormir en albergues o en la calle. Casi la mitad son chicos.
Vicente es un puertorriqueño corpulento de 38 años que se reparte entre los puentes de la ciudad, las entradas de los negocios y la iglesia de la Misión Bowery, donde todas las noches se acomodan unos 200 homeless. "Me levanto a veces a las 3, 4 de la mañana y voy con un carrito de compras a reciclar botellas, horas, en el frío, para hacer unos 15, 20 dólares -describe-. En este momento, estoy durmiendo aquí. Pero antes, cuando no hay nieve, en la calle, en los parques, en las entradas de los negocios. Cartón, y para afuera."
Vicente está separado y tiene una hija de seis años. Trata de recolectar basura todas las noches para juntar dinero suficiente para él y para ayudar a su ex mujer a cuidar de la niña. Desde chico vivió por su cuenta. Nunca tuvo oportunidad de ir a la escuela. "Me ha sido difícil, ¿tú me entiendes? Entonces crucé a este país para ver si podía mejorar la cosas, pero al no tener amigos o familia no es fácil", recuerda.
Un tercio de los homeless son latinos, según la Coalición para los Sin Techo, una de las principales organizaciones que intenta ayudarlos. Winans comenta que "el rostro" de quienes viven en las calles ha cambiado con el tiempo. Hay inmigrantes, veteranos de guerra, personas con problemas mentales o de adicción, como alcoholismo, o problemas familiares o de pareja. Otros simplemente no tienen dinero.
La gran mayoría de los "sin techo" son familias enteras. Muchos duermen en los albergues que paga la ciudad, administrados por organizaciones, a un costo superior por persona al de un alquiler. Por esto, hay quienes creen que los homeless son aún un problema, porque son un negocio.
Patrick Markee, director ejecutivo adjunto de la Coalición para los Sin Techo, dijo a LA NACIÓN que uno de los problemas fundamentales es que la ciudad gasta dinero en soluciones de emergencia en vez de buscar soluciones permanentes. Markee brindó un número: a la ciudad le cuesta 28.000 dólares por año albergar a una persona o 37.000 dólares, a una familia. Por menos dinero se podría cubrir el costo de un alquiler. El Departamento de Servicios a los Sin Techo de la ciudad (DHS, según sus siglas en inglés) tiene un presupuesto de 1000 millones de dólares anuales. Nada de ese dinero va a la Misión Bowery, que vive de donaciones privadas.
"Es un problema político complicado, pero todo se reduce a que hay un falla en el liderazgo de los funcionarios", sintetizó Markee.
Winans va más allá del problema político: dice que los "sin techo" existen porque el sistema está quebrado. "Creemos que es una reflexión de que por un lado el sistema está quebrado, no hay suficientes viviendas asequibles, trabajos con el salario mínimo, la gente es discriminada. Hay problemas económicos, pero también familiares. Y después están las adicciones", señala.
Winans cree que se requiere un enfoque "holístico" para resolver el problema. Markee cree que es necesario un programa de "apoyo residencial permanente" para hacer frente a la falta de residencias asequibles en la ciudad. Ambos coincidieron en que el alcalde, Bill de Blasio, ha dado pasos para revertir las políticas de la era de Michael Bloomberg, que, según Markee, empeoraron la situación.
Vicente se prepara para pasar otra noche en la iglesia de la Misión Bowery. No duerme seguido en los albergues pagados por la ciudad: "Cuando uno no está constante en ese lugar, no pasa a ser como de la casa y queda entre los que quedan afuera. Sólo puedo comer e irme. Es más duro todavía"..