
No podía ser más oportuna la visita. Días antes de cumplir 70 años de creación y de celebrar su Asamblea General, la Organización de Naciones Unidas recibió en su recinto principal al Papa Francisco quien, puede decirse, dio un sacudón a los representantes al poner en la mesa temas que normalmente no se tratan entre pares.
No solo insistió en la preocupación por el medio ambiente y por el planeta, en línea con su reciente encíclica “Laudato si”, sino que hizo un severo llamado a luchar con más ahínco contra la pobreza y la exclusión. Allí no quedó la cosa. Adicionalmente hizo una dura crítica al esquema obsoleto de la institución que, como ya lo hemos dicho, tiene que refrescarse de acuerdo a los nuevos tiempos, circunstancias y necesidades.

Como se sabe, casi todos los países, están representados en la ONU, existe el llamado Consejo de Seguridad que otorga poder de veto a 5 países, los vencedores de la Segunda Guerra Mundial (EE.UU., Gran Bretaña, Francia, China y Rusia) que pueden deshacer o incumplir cualquier resolución de la asamblea, lo cual resulta por decir lo menos arbitrario e inequitativo. El Papa Francisco puso el dedo en la llaga al demandar que se avance en “el objetivo último de conceder a todos os países, sin excepción, una participación y una incidencia real y equitativa en las decisiones”.
Es una cuestión de equidad que viene siendo reclamada ya por varios países, como Alemania y Japón, perdedores de la Segunda Guerra Mundial, hoy potencias económicas que pudieran acceder al Consejo de Seguridad. En tanto, otras voces reclaman una refundación de la entidad que si bien ha tenido algunos logros, ha devenido en obsoleta, burocrática y carente de real autonomía precisamente por el papel del actual Consejo de Seguridad y de los cinco ´vetantes´.

CRISIS ECOLÓGICA Y ESPECIE HUMANA EN PELIGRO
En el ámbito económico y financiero, el Papa clamó por un cambio real en favor de los más pobres, por ejemplo para “limitar todo tipo de abuso o usura sobre todo con los países en vías de desarrollo. Los organismos financieros internacionales han de velar por el desarrollo sustentable de los países y la no sumisión asfixiante de éstos a sistemas crediticios que, lejos de promover el progreso, someten a las poblaciones a mecanismos de mayor pobreza, exclusión y dependencia”. Muchos han querido ver en esto una crítica del Papa al sistema capitalista, pero por lo que parece sus advertencias están dirigidas más a los excesos del mismo.
En cuanto al medio ambiente, y recordando su encíclica, advirtió que “la crisis ecológica, junto con la destrucción de buena parte de la biodiversidad, puede poner en peligro la existencia misma de la especie humana”, lo que a decir de los drásticos cambios climáticos de los últimos años es una terrible realidad. Añadió que “el abuso y la destrucción del ambiente, al mismo tiempo, van acompañados por un imparable proceso de exclusión”, dentro de lo que denominó “la hoy tan difundida e inconscientemente consolidada ‘cultura del descarte”.
De allí que, señaló acertadamente, los objetivos de La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible no pueden quedar solo en compromisos sino que deben ser llevados a la práctica, para preservar y mejorar el ambiente natural y vencer cuanto antes el fenómeno de la exclusión social y económica. Este, dijo, tiene “tristes consecuencias de trata de seres humanos, comercio de órganos y tejidos humanos, explotación sexual de niños y niñas, trabajo esclavo, incluyendo la prostitución, tráfico de drogas y de armas, terrorismo y crimen internacional organizado”.

CONTRA EL TRÁFICO DE ARMAS
La ONU, recalcó finalmente, no puede ser usada para disfrazar de legalidad guerras que en realidad estaban planificadas "con intenciones espurias". Y así como atacó el tráfico de armas que genera guerras fratricidas, reiteró su llamado a un mundo sin armas nucleares, aplicando plenamente el Tratado de la no proliferación, lo que debe llevar “a una total prohibición de estos instrumentos". Difícil pero deseable objetivo que la ONU tiene que debatir seriamente, junto con la revisión de su propia estructura.
Y ahora que en América Latina, sobre todo desde la época de Hugo Chávez, está tan de moda crear organismos multinacionales las palabras de Francisco, ya convertido en un carismático líder mundial por encima de su grey católica, deben motivar una severa reflexión sobre la utilidad y oportunidad de estos grupos que, con excepción de la Alianza del Pacífico, muchas veces solo sirven para convocar cumbres que llevan a muy poco o nada.
