Horror en Mexico: Se han encontrado al menos cinco fosas comúnes en las zonas cercanas a Iguala
Con palas y picos prestados, los campesinos condujeron sus destartalados pickups a una serie de claros sospechosos en el campo, saltaron de ellos y empezaron a cavar.
"Oye, oye, es una columna", gritó recientemente uno de los hombres, parte de una patrulla policial ciudadana, convocada recientemente, sacando lo que parecía ser una porción de columna vertebral. Pronto surgieron otros fragmentos: ¿una costilla? ¿una rótula?
Cinco fosas comunes han sido ya descubiertas en la búsqueda de los 43 estudiantes que desaparecieron en setiembre después de chocar con la policía local; y otra media docena de sitios sepulcrales secretos como este están siendo sometidos a pruebas para determinar los orígenes de los restos que contienen.
Incluso con cientos de soldados, agentes federales, personal estatal y residentes locales tras su rastro, la búsqueda aún no ha confirmado lo que sucedió a los estudiantes desaparecidos. Más bien, ha sacado a la luz algo igual de escalofriante: una multitud de tumbas clandestinas con ocupantes desconocidos justo a las afueras de la ciudad, apenas disimulando el extenso número de muertos que el crimen organizado ha causado en esta nación.
Los estudiantes fueron reportados como desaparecidos después de que la policía local, ahora acusada de trabajar con una banda de narcotraficantes locales, causó la muerte a tiros de seis personas el 26 de setiembre. Fiscales dicen que creen que los agentes secuestraron a un gran número de estudiantes y luego los entregaron a la banda. Los estudiantes no han sido vistos desde entonces.
Fiscal de México acusa alcalde de Iguala (AFP)
El Presidente Enrique Peña Nieto ha declarado que la búsqueda de los estudiantes desaparecidos es una prioridad de su Gobierno. Pero, si acaso, la búsqueda está confirmando que la crisis del crimen organizado en México, donde ya se sabe que decenas de miles han muerto en la guerra contra el narcotráfico en los últimos años, quizá sea peor de lo que las autoridades han reconocido.
El Gobierno federal ha celebrado las estadísticas oficiales que sugieren una declinación en los homicidios en los últimos meses. Pero la proliferación de tumbas en el agitado estado de Guerrero —que incluyen al menos 28 cuerpos humanos achicharrados que resultaron no ser los estudiantes desaparecidos— ha proyectado nuevas dudas sobre el recuento del Gobierno, señalando potencialmente a un gran número de muertos no contados.
Familiares de los estudiantes, que estaban preparándose para ser maestros y planeaban una protesta contra los recortes a su escuela, agonizan ante el descubrimiento de cada fosa común. Algunos han renunciado a buscar por su cuenta, convencidos de que una mafia de criminales y políticos sabe dónde están pero no lo dicen.
Muchos aún creen que los estudiantes perdidos están vivos, uniéndose a la angustiada fraternidad de familiares de los miles aún desaparecidos por la guerra contra el narcotráfico en México. Esos casos rara vez se solucionan.
Horas antes de que se encontraran las más recientes posibles tumbas, María Oliveras, la madre de Antonio Santana, uno de los estudiantes desaparecidos, encendió una vela y oró en el campus donde ella y otros familiares están manteniendo una vigilia constante.
"Solo quiero saber cómo está, dónde está y qué está haciendo", dijo. "Cuando encuentran restos, no quiero creer que es él. Uno tiene que creer que está vivo y que por alguna razón no lo entregan".
En sus primeros dos años en el poder, Peña Nieto se ha enfocado en reestructurar la economía y atraer a inversionistas extranjeros, ganándose el elogio de algunos economistas que dicen que ha establecido el escenario para el crecimiento futuro.
Pero los críticos argumentan que, en el proceso, Peña Nieto ha pasado por alto en gran medida la anarquía de ciudades como esta, 193 kilómetros al sur de la Ciudad de México, cuya evidencia descansa literalmente apenas bajo su superficie.
"La impunidad es la principal motivación para estas numerosas desapariciones", dijo Alejandro Hope, un exfuncionario de inteligencia mexicano. "Debemos recordar que solo uno de cada cinco casos de asesinato se resuelve en México. Esto se debe a la impunidad, instituciones débiles y una búsqueda y proceso de localización descentralizados".

Con palas y picos prestados, los campesinos condujeron sus destartalados pickups a una serie de claros sospechosos en el campo, saltaron de ellos y empezaron a cavar.
"Oye, oye, es una columna", gritó recientemente uno de los hombres, parte de una patrulla policial ciudadana, convocada recientemente, sacando lo que parecía ser una porción de columna vertebral. Pronto surgieron otros fragmentos: ¿una costilla? ¿una rótula?
Cinco fosas comunes han sido ya descubiertas en la búsqueda de los 43 estudiantes que desaparecieron en setiembre después de chocar con la policía local; y otra media docena de sitios sepulcrales secretos como este están siendo sometidos a pruebas para determinar los orígenes de los restos que contienen.
Incluso con cientos de soldados, agentes federales, personal estatal y residentes locales tras su rastro, la búsqueda aún no ha confirmado lo que sucedió a los estudiantes desaparecidos. Más bien, ha sacado a la luz algo igual de escalofriante: una multitud de tumbas clandestinas con ocupantes desconocidos justo a las afueras de la ciudad, apenas disimulando el extenso número de muertos que el crimen organizado ha causado en esta nación.
Los estudiantes fueron reportados como desaparecidos después de que la policía local, ahora acusada de trabajar con una banda de narcotraficantes locales, causó la muerte a tiros de seis personas el 26 de setiembre. Fiscales dicen que creen que los agentes secuestraron a un gran número de estudiantes y luego los entregaron a la banda. Los estudiantes no han sido vistos desde entonces.
Fiscal de México acusa alcalde de Iguala (AFP)
El Presidente Enrique Peña Nieto ha declarado que la búsqueda de los estudiantes desaparecidos es una prioridad de su Gobierno. Pero, si acaso, la búsqueda está confirmando que la crisis del crimen organizado en México, donde ya se sabe que decenas de miles han muerto en la guerra contra el narcotráfico en los últimos años, quizá sea peor de lo que las autoridades han reconocido.
El Gobierno federal ha celebrado las estadísticas oficiales que sugieren una declinación en los homicidios en los últimos meses. Pero la proliferación de tumbas en el agitado estado de Guerrero —que incluyen al menos 28 cuerpos humanos achicharrados que resultaron no ser los estudiantes desaparecidos— ha proyectado nuevas dudas sobre el recuento del Gobierno, señalando potencialmente a un gran número de muertos no contados.
Familiares de los estudiantes, que estaban preparándose para ser maestros y planeaban una protesta contra los recortes a su escuela, agonizan ante el descubrimiento de cada fosa común. Algunos han renunciado a buscar por su cuenta, convencidos de que una mafia de criminales y políticos sabe dónde están pero no lo dicen.
Muchos aún creen que los estudiantes perdidos están vivos, uniéndose a la angustiada fraternidad de familiares de los miles aún desaparecidos por la guerra contra el narcotráfico en México. Esos casos rara vez se solucionan.
Horas antes de que se encontraran las más recientes posibles tumbas, María Oliveras, la madre de Antonio Santana, uno de los estudiantes desaparecidos, encendió una vela y oró en el campus donde ella y otros familiares están manteniendo una vigilia constante.
"Solo quiero saber cómo está, dónde está y qué está haciendo", dijo. "Cuando encuentran restos, no quiero creer que es él. Uno tiene que creer que está vivo y que por alguna razón no lo entregan".
En sus primeros dos años en el poder, Peña Nieto se ha enfocado en reestructurar la economía y atraer a inversionistas extranjeros, ganándose el elogio de algunos economistas que dicen que ha establecido el escenario para el crecimiento futuro.
Pero los críticos argumentan que, en el proceso, Peña Nieto ha pasado por alto en gran medida la anarquía de ciudades como esta, 193 kilómetros al sur de la Ciudad de México, cuya evidencia descansa literalmente apenas bajo su superficie.
"La impunidad es la principal motivación para estas numerosas desapariciones", dijo Alejandro Hope, un exfuncionario de inteligencia mexicano. "Debemos recordar que solo uno de cada cinco casos de asesinato se resuelve en México. Esto se debe a la impunidad, instituciones débiles y una búsqueda y proceso de localización descentralizados".