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Les cuento una pequeña historia.

Cuando era un adolescente, hace ya muchos años, me sentía muy atraído por la idea de formar parte de una protectora de animales. Tenía tantas ganas de ayudar a los animales desamparados y maltratados que no sólo se trataba de una idea atractiva, sino que era casi una necesidad que tenía que cubrir con urgencia. Tenía que colaborar con alguna de esas organizaciones que tanto admiraba.


Fue así que a mis 18 años, si mal no recuerdo, fui un voluntario más de una de las pocas protectoras de animales que existían en mi ciudad en ese entonces. Pero mi voluntariado duró poco. Resultó que no tenía la "pasta" para ser voluntario de una sociedad protectora de animales. Me faltaba el compromiso necesario para permanecer como voluntario más allá de unos cuantos meses.

Lo único que hice en ese tiempo fue cuidar por unos días de un par de cachorros que iban a ser adoptados, y acompañar en una ocasión a unas estudiantes de veterinaria a recoger el cadáver de un perro que había muerto atropellado. Mi voluntariado en la protectora de animales fue sencillo y no tuvo mayor impacto en mi vida. No llegué a conocer las duras y controvertidas situaciones que ocurren en esas organizaciones, a veces no muy humanitarias.

Amarga sorpresa me llevé varios años después cuando descubrí que la mayoría de los animales que van a parar a las protectoras, son asesinados o encerrados de por vida en jaulas tan pequeñas que terminan enloqueciendo o, cuando menos, perdiendo la capacidad de relacionarse normalmente con sus congéneres y con los humanos.

Por supuesto, también existen muchos perros, gatos y otros animales que encuentran una segunda oportunidad al llegar a una protectora de animales. No todos los casos son iguales y no todas las protectoras son iguales. Por eso, me decidí a escribir este artículo, no como una denuncia ni un ataque a las sociedades protectoras de animales, sino como una reflexión que ayude a repensar la función de esas organizaciones.

El derecho de vivir

Las protectoras pro-eutanasia defienden la idea de que es mejor matar a los animales antes que forzarlos a llevar una vida de sufrimiento. Por eso, usan la "eutanasia humanitaria" como uno de sus métodos para evitar el sufrimiento de los animales maltratados y abandonados.

Algunas de estas protectoras sólo matan animales que nunca podrán ser adoptados (animales enfermos, muy viejos o peligrosos). Otras protectoras pro-eutanasia matan animales sanos que podrían ser adoptados, pero que llevan mucho tiempo en el albergue. En este último caso la muerte de un animal sirve para hacer espacio para otro animal que pronto llegará al albergue.

Sean cuales sean los argumentos esgrimidos por las protectoras pro-eutanasia, lo cierto es que los únicos casos en que se puede hablar de "eutanasia humanitaria" ocurren cuando los animales están muy mal de salud, ya sea por enfermedad, por vejez, por traumatismos o por heridas, o cuando los animales son peligrosos y no pueden ser rehabilitados para que lleven una vida normal. Cuando se matan animales saludables que podrían ser adoptados, es más correcto hablar de asesinatos. O, si prefieres, de sentencias de muerte sin juicio previo.

Por otra parte, existen las protectoras de animales que están en contra de la eutanasia. Estas protectoras anti-eutanasia evitan matar animales en la medida de lo posible. Si llegan a quitarle la vida a un animal es porque éste tiene mucho sufrimiento por enfermedad, herida o vejez, y no puede ser curado ni tratado. Estas sociedades protectoras no eliminan a los animales saludables que son peligrosos, pero tampoco los dan en adopción.

A primera vista, estas protectoras parecen más humanitarias, ya que no matan animales. Sin embargo, este enfoque también tiene problemas serios. Los animales que no pueden ser adoptados permanecen encerrados en jaulas mientras están en la protectora. Esto puede durar toda la vida del animal.

A menos que la protectora tenga muy pocos animales en su albergue, sus recursos y espacios son muy limitados y los animales reciben poco espacio y atención limitada. Y aunque los voluntarios se preocupen mucho por ellos, terminan viviendo en una prisión.

La consecuencia es que muchos de esos animales desarrollan complejos problemas de comportamiento, desde estereotipias (conductas repetitivas sin sentido) hasta conductas altamente agresivas y/o miedosas. Básicamente reciben una sentencia de cadena perpetua sin haber cometido ningún crimen. Aunque siguen existiendo, es difícil decir que están vivos. Bien se podría decir que son animales muertos en vida.

Además, existen denuncias de que algunas protectoras anti-eutanasia envían animales a protectoras pro-eutanasia cuando sus espacios y recursos son rebasados. Entonces, esos animales no mueren en la protectora anti-eutanasia, pero sí en la protectora pro-eutanasia. Eso es más que hipocresía. Es una estafa a todos quienes colaboran con esas protectoras.

¿Vale la pena apoyar a las protectoras de animales?

Conocer la problemática de la eutanasia versus el encierro me hizo pensar mucho acerca del apoyo que merecen recibir las sociedades protectoras de animales.

Lo primero que me vino a la mente fue que no vale la pena apoyar a ninguna organización que, bajo el título de "protectora de animales", mata animales o los encierra de por vida. Pero después de profundizar un poco más en el tema, caí en cuenta que aún con sus defectos, las protectoras han hecho mucho en pro del bienestar animal, y lo siguen haciendo.

Aunque tienen muchos conflictos éticos y morales, las protectoras ayudan a cientos de miles de animales cada año. Consiguen hogares adoptivos para algunos animales, concientizan a la gente sobre el cuidado de los animales, logran que se aprueben legislaciones en contra del maltrato animal, etc. Por eso, pienso que sí vale la pena apoyar a las protectoras de animales, pero ese apoyo debe ser consciente y no ciego.

Por una parte, hay que considerar qué tipo de protectora apoyar. Si decides apoyara a una protectora, antes pregunta cuáles son sus actividades. Averigua si es una protectora pro-eutanasia o una protectora anti-eutanasia. Averigua cuántos animales alberga, cómo los tiene y cuál es el porcentaje que da en adopción cada mes. Y, por encima de todo, averigua qué otras acciones realiza además de rescatar animales y darlos en adopción.

Es muy importante que averigües qué otras acciones realiza la protectora de animales que quieres apoyar, porque eso te dará una pauta de cómo previenen el maltrato animal. No sólo se trata de proteger animales maltratados, sino de evitar que ocurra ese maltrato. Y eso se consigue principalmente a través de la educación y la participación en la elaboración y aprobación de leyes.



Por otra parte, hay que decidir qué tipo de apoyo se puede o quiere brindar. Existen miles de formas en que puedes apoyar a una sociedad protectora de animales: dando aportes económicos, trabajando como voluntario, con material de construcción para el albergue, con alimento balanceado para mascotas, promoviendo activamente el funcionamiento de esa organización, etc.

Pero también existe una manera más para apoyar a las protectoras de animales que, aunque es poco conocida, puede tener un impacto muy fuerte en el largo plazo: repensar sus funciones para que sean organizaciones más efectivas y tengan menos problemas éticos y morales.



Repensando la sociedad protectora de animales

Cuando hice mi tesis de licenciatura usé como base el libro "Repensando los zoológicos de la Argentina", de Fidel Baschetto. En ese libro, el autor propone varias estrategias para que los zoológicos argentinos pasen de ofrecer tristes espectáculos de animales cautivos a ser instituciones que participan en la conservación de la fauna, a través de cuatro pilares fundamentales: educación, recreación, investigación y conservación.

De forma similar, se pueden repensar las protectoras de animales para eliminar, o al menos reducir notablemente, la necesidad de eutanasia o encierro permanente de los animales que no pueden ser adoptados. Esta labor no es exclusiva de las protectoras y todos quienes tenemos algo que ver con los animales deberíamos colaborar.

Mi propuesta para repensar las protectoras de animales, sin duda influenciada por el libro de Baschetto, se basa en cuatro pilares: rescate de animales, investigación, legislación y educación.



1. Rescate de animales. Algo que tenemos que aceptar es que el maltrato y el abandono de animales no van a terminar nunca, y por eso siempre va a ser necesario rescatar animales. Esta labor ya la cumplen todas las sociedades protectoras de animales, pero es importante que se adquiera conciencia de que el rescate de animales sólo es un paliativo del problema, no una solución.

Debe ser, y es, uno de los pilares de las sociedades protectoras de animales porque es una actividad urgente que no puede ser ignorada. No se puede pasar por alto el sufrimiento de los animales bajo el falso justificativo de que el rescate sólo soluciona los síntomas.

Sin embargo, la creciente sobrepoblación de animales domésticos que son abandonados asegura que el rescate de animales tenga un futuro poco prometedor. Ya es imposible darles un hogar a todos los animales rescatados y por eso se tiene que recurrir a la eutanasia o al encierro permanente. Es de esperar que la situación empeore en el futuro si las protectoras se concentran solamente en el rescate de animales.

Además, si el rescate de un animal no conduce a que éste tenga mejores condiciones de vida, no se puede hablar de rescate. Un animal muerto o encerrado de por vida no es un animal rescatado.

2. Investigación. La investigación sobre animales domésticos ha estado restringida casi exclusivamente a temas de salud, nutrición y genética. Sólo en los últimos años se ha dado algo más de importancia a la ecología, evolución y comportamiento.

Actualmente se está dando cada vez más importancia a ese tipo de investigación y profesionales de distintas disciplinas están permitiéndonos conocer más sobre perros, gatos y otros animales que son mascotas comunes. Al tener muchos animales cautivos, las sociedades protectoras pueden ofrecer las condiciones para que se conozca más sobre el comportamiento y la ecología de estos animales.

Con esto no me refiero a llevar a cabo experimentos en que se maltraten a los animales, sino estudios que permitan conocer más de ellos para poder relacionarnos mejor entre las diferentes especies.

Muy pocas protectoras de animales han tomado en cuenta esta posibilidad, pero algunas sí lo han hecho. Es particularmente notable la cantidad y calidad de los estudios sobre etología canina que ha llevado a cabo la polémica Sue Sternberg, experta en comportamiento canino y directora de una protectora de animales que defiende la eutanasia.

Gracias a esos estudios, Sternberg ha creado la "Assess-a-hand", una herramienta para evaluar el temperamento de perros potencialmente adoptables, y ha desarrollado múltiples libros y videos que tienen que ver con adiestramiento canino, etología del perro, evaluación del temperamento de perros y aspectos de interés sobre diferentes razas de perros.

3. Legislación. Una de las actividades más importantes que debería realizar toda protectora de animales es la participación activa en la elaboración y promulgación de leyes sobre tenencia y uso de animales.

Algunas protectoras se han involucrado en este tema y han logrado crear y hacer aprobar normas legales que reducen el maltrato animal. Por ejemplo, muchas han logrado la prohibición de circos con animales en sus ciudades o municipios. Ojalá que pronto ocurra lo mismo con respecto a las corridas de toros y otras "expresiones culturales" igual de bárbaras.

Para que las protectoras de animales puedan tener un fuerte impacto en las legislaciones de los diferentes países del mundo, deben contar en su staff con abogados que se hagan cargo de estas cosas. El activismo puede generar muchos sentimientos, pero no crea leyes ni las hace aprobar. Mientras las sociedades protectoras de animales no cuenten con profesionales de las leyes, no podrán ser agentes activos en la creación y modificación de normas legales en beneficio de los animales.

Como las leyes afectan directamente a la población en general, las leyes que favorecen el trato humanitario de los animales pueden prevenir muchos más daños que el rescate de animales maltratados y abandonados. Por supuesto, esas leyes deben ser aplicables. No se puede pretender que los derechos de los animales no humanos estén por encima de los derechos de los animales humanos, porque en ese caso no se aprobará ningún proyecto de ley propuesto.

Pienso que en este tema también deberían participar otras organizaciones que tienen que ver con la tenencia y uso de animales, tales como las sociedades de cría (kennel club, sociedades caninas, etc.).

4. Educación. Este es el pilar más importante de todos. Si la sociedad humana recibiera la educación suficiente y adecuada, no existirían tantos problemas de maltrato a los animales. Y los problemas existentes quizás podrían manejarse con cierta facilidad.

En este aspecto, es importante que las sociedades protectoras de animales elaboren programas educativos e informativos para promover el trato respetuoso y responsable de los animales. Estos programas deben ser estructurados para incorporarse tanto en la educación formal como en la educación informal.

Muchas protectoras de animales llevan a cabo actividades educativas, pero pocas tienen programas estructurados que puedan ser incorporados en la educación formal e informal. De hecho, la mayoría de las actividades que llevan a cabo son esporádicas y no tienen continuidad.

Estoy seguro que cuando la educación sea considerada la función principal de las sociedades protectoras de animales, y pueda ser incorporada en la educación formal desde los niveles básicos, el respeto hacia los animales no sólo formará parte de nuestra cultura, sino de nuestros hábitos cotidianos.

En otro artículo puedes ver una propuesta de lineamientos para fomentar la educación para el bienestar animal. Mientras tanto, espero que este artículo ayude a reflexionar, no tanto sobre la situación actual de las protectoras de animales, sino sobre sus capacidades potenciales para cambiar la relación entre los animales humanos y no humanos.

Estoy seguro que este artículo ha molestado a más de una persona que apoya ciegamente a alguna sociedad protectora de animales, pero también estoy convencido que las cosas deben llamarse por su nombre. Y matar o encerrar de por vida no es proteger.