Todas las grandes cadenas mediáticas internacionales vinculadas a la alianza atlántica (los medios occidentales) han venido publicitando la nueva “entrada triunfal” de EE.UU. en el Medio Oriente, esta vez bajo el pretexto de luchar contra sus propios monstruos del EI cuyos santuarios se encuentran en territorio sirio e iraquí. Esos medios pronostican el “éxito” de lo que definen como la nueva cruzada anti-terrorista de EE.UU. y sus aliados, la que podría extenderse en toda la región y alcanzar a África.
Pero primero lo primero. La opinión pública mundial debió conducirse de forma favorable para que EE.UU. consiguiera entrar en acción sin muchos tropiezos. Aunque en esta oportunidad, absolutamente nadie (ningún Estado) se opone a la participación limitada de EE.UU. en los combates contra el EI, son pocos lo que se atreven a señalar las verdaderas intenciones del imperialismo estadounidense tras su giro oportunista de combatir a los yihadistas del EI. Sólo algunas voces se atreven a culpar a EE.UU. por su responsabilidad en el desastre iraquí y la creación de esos mismos grupos terroristas que hoy pretenden combatir.
Misteriosamente, la administración del hipócrita premio Nobel de la “Paz”, Barack Obama, entendió que llegó la hora de atacar a los terroristas. Finalmente los policías del mundo acuden para combatir el mal.
En su última alocución dirigida al pueblo estadounidense, el Nobel de la Paz de los sepulcros, Barack Obama, dijo que la “cooperación de EE.UU. se limitará sólo a ataques aéreos contra blancos del EI, sin la participación de sus tropas terrestres. También dijo que su país no cooperará con Damasco en la lucha contra el EI, que seguirá armando a los “moderados” que luchan contra el régimen sirio y amenazó con destruir el sistema de defensa aérea de Siria y derrocar al presidente Bashar Al Assad, si las fuerzas sirias abren fuego contra los cazas estadounidenses que entran en el espacio aéreo de aquel país.


Pero primero lo primero. La opinión pública mundial debió conducirse de forma favorable para que EE.UU. consiguiera entrar en acción sin muchos tropiezos. Aunque en esta oportunidad, absolutamente nadie (ningún Estado) se opone a la participación limitada de EE.UU. en los combates contra el EI, son pocos lo que se atreven a señalar las verdaderas intenciones del imperialismo estadounidense tras su giro oportunista de combatir a los yihadistas del EI. Sólo algunas voces se atreven a culpar a EE.UU. por su responsabilidad en el desastre iraquí y la creación de esos mismos grupos terroristas que hoy pretenden combatir.
Misteriosamente, la administración del hipócrita premio Nobel de la “Paz”, Barack Obama, entendió que llegó la hora de atacar a los terroristas. Finalmente los policías del mundo acuden para combatir el mal.
En su última alocución dirigida al pueblo estadounidense, el Nobel de la Paz de los sepulcros, Barack Obama, dijo que la “cooperación de EE.UU. se limitará sólo a ataques aéreos contra blancos del EI, sin la participación de sus tropas terrestres. También dijo que su país no cooperará con Damasco en la lucha contra el EI, que seguirá armando a los “moderados” que luchan contra el régimen sirio y amenazó con destruir el sistema de defensa aérea de Siria y derrocar al presidente Bashar Al Assad, si las fuerzas sirias abren fuego contra los cazas estadounidenses que entran en el espacio aéreo de aquel país.
