Esto lo saque de una nota que Juan Pablo Varsky que escribio para La Nacion.
Creo que tiene mucha razon en todo, a mi particularmente no me gusta ni me gustara como juega Riquelme, pero en esta redaccion veremos las dos caras de la moneda, los que estan a favor y los que estan en contra.
Cada partido se convierte en un juicio para él. Acusado y defendido, atacado y protegido, Juan Román Riquelme es el futbolista que más controversias genera en los hinchas argentinos. Ayer, a los 27 años, debutó en un Mundial. Con el diez en la tribuna y con el 10 en la espalda. Según Román, ningún jugador debería usar ese número después de Diego, quien lo alentó desde el imponente estadio de Hamburgo con un traje a medida del acontecimiento: la inolvidable camiseta modelo 86 by Le Coq Sportif.
Con Riquelme el análisis se vuelve discusión y el debate se transforma en polémica. Es casi imposible desapasionarse cuando se trata de Román. Sus partidos siempre generan elogios y críticas. El mismo día puede ser tan indiscutible como vulnerable. Su actuación ante Costa de Marfil fue ambigua. Jamás pudo imponerle su pulso al juego, pero se adueñó de las jugadas más importantes. Para sus incondicionales, fue figura. Para sus detractores, ni figuró.
Antes de los gritos en la mesa de café del lunes, comienza hoy el juicio escrito y público al número 10 de la Argentina con el alegato de la defensa. Señores del jurado, ¿quién ejecutó el exacto centro pasado, con comba hacia fuera del área, para el estupendo cabezazo de Ayala en el gol no cobrado? ¿Quién pateó el venenoso y enroscado tiro libre, con comba hacia la posición del inseguro arquero marfileño, para el rebote ofensivo de Crespo en el primer gol argentino? ¿Quién puso ese pase clínico y delicado para esa rápida y mortal diagonal con gol de Saviola en el segundo festejo? ¿Quién llegó hasta el área africana y despachó un derechazo que hizo temblar a Tizie en el bien cobrado fuera de juego a Maxi Rodríguez sobre el final? Riquelme, siempre Riquelme, señores.
El abogado a cargo de la defensa agregará que no le faltó compromiso defensivo, al ocupar un espacio en la cobertura del centro del campo. Ubicado a la izquierda de Cambiasso, le hizo sombra al lateral Eboué en el nacimiento de sus proyecciones ofensivas. Para cerrar su discurso, el hábil doctor podría recordar que sólo gracias a las decisivas intervenciones de Román el seleccionado argentino pudo ganar en su estreno mundialista. ¡Viva la Riquelme-dependencia ! Ahora tiene la palabra el fiscal…
¿Quién perdió muchas pelotas por no tocar de primera ante la presión de los exuberantes mediocampistas rivales? ¿Quién arriesgó, más de una vez, la posesión del balón con cambios de frente comprometedores para sus compañeros? ¿Quién se dejó anticipar por la marca en los momentos más furiosos del acoso marfileño? ¿Quién no logró congelar el partido con su clásico juego de pases para los costados? ¿Quién perdió rápida y repetidamente la pelota en el segundo tiempo cuando su misión era tenerla para que el equipo no sufriera tanto? ¿Quién ninguneó la presencia de Rodrigo Palacio, que no paró de tirarle líneas de pase? ¿Quién le dijo al entrenador que estaba para seguir cuando se lo veía agotado y sin respuestas? ¿Quién es el responsable si el equipo no puede defenderse con la tenencia de la pelota? Riquelme, siempre Riquelme, señores del jurado.
El vehemente abogado a cargo de la fiscalía recuperará del archivo una frase del acusado: “Cuando mi equipo juega mal siento que es por mi culpa”. Y podría terminar su alegato arengando que, por suerte, el seleccionado pudo ganar en su estreno mundialista a pesar de un mediocre partido de Román. ¡Basta de Riquelme-dependencia !
¿Cómo explicar estas sensaciones tan contradictorias? ¿Cómo dejar conformes a dos bandos irreconciliables? ¿Puede ser elogiado el conductor de un equipo a pesar de no haber tenido jamás el registro del partido? ¿Puede ser duramente criticado un protagonista de todas las jugadas más importantes de su equipo en ataque? ¿No da cierta confianza que un futbolista se sienta responsable del rendimiento de su equipo? ¿No provoca cosquilleos que un jugador asegure que al final, casi todo depende de cómo se levante la mañana del partido?
Señores del jurado, Riquelme es así. Tómenlo o déjenlo. No más preguntas. Caso cerrado. Hasta el próximo partido.




Creo que tiene mucha razon en todo, a mi particularmente no me gusta ni me gustara como juega Riquelme, pero en esta redaccion veremos las dos caras de la moneda, los que estan a favor y los que estan en contra.

Cada partido se convierte en un juicio para él. Acusado y defendido, atacado y protegido, Juan Román Riquelme es el futbolista que más controversias genera en los hinchas argentinos. Ayer, a los 27 años, debutó en un Mundial. Con el diez en la tribuna y con el 10 en la espalda. Según Román, ningún jugador debería usar ese número después de Diego, quien lo alentó desde el imponente estadio de Hamburgo con un traje a medida del acontecimiento: la inolvidable camiseta modelo 86 by Le Coq Sportif.
Con Riquelme el análisis se vuelve discusión y el debate se transforma en polémica. Es casi imposible desapasionarse cuando se trata de Román. Sus partidos siempre generan elogios y críticas. El mismo día puede ser tan indiscutible como vulnerable. Su actuación ante Costa de Marfil fue ambigua. Jamás pudo imponerle su pulso al juego, pero se adueñó de las jugadas más importantes. Para sus incondicionales, fue figura. Para sus detractores, ni figuró.
Antes de los gritos en la mesa de café del lunes, comienza hoy el juicio escrito y público al número 10 de la Argentina con el alegato de la defensa. Señores del jurado, ¿quién ejecutó el exacto centro pasado, con comba hacia fuera del área, para el estupendo cabezazo de Ayala en el gol no cobrado? ¿Quién pateó el venenoso y enroscado tiro libre, con comba hacia la posición del inseguro arquero marfileño, para el rebote ofensivo de Crespo en el primer gol argentino? ¿Quién puso ese pase clínico y delicado para esa rápida y mortal diagonal con gol de Saviola en el segundo festejo? ¿Quién llegó hasta el área africana y despachó un derechazo que hizo temblar a Tizie en el bien cobrado fuera de juego a Maxi Rodríguez sobre el final? Riquelme, siempre Riquelme, señores.
El abogado a cargo de la defensa agregará que no le faltó compromiso defensivo, al ocupar un espacio en la cobertura del centro del campo. Ubicado a la izquierda de Cambiasso, le hizo sombra al lateral Eboué en el nacimiento de sus proyecciones ofensivas. Para cerrar su discurso, el hábil doctor podría recordar que sólo gracias a las decisivas intervenciones de Román el seleccionado argentino pudo ganar en su estreno mundialista. ¡Viva la Riquelme-dependencia ! Ahora tiene la palabra el fiscal…
¿Quién perdió muchas pelotas por no tocar de primera ante la presión de los exuberantes mediocampistas rivales? ¿Quién arriesgó, más de una vez, la posesión del balón con cambios de frente comprometedores para sus compañeros? ¿Quién se dejó anticipar por la marca en los momentos más furiosos del acoso marfileño? ¿Quién no logró congelar el partido con su clásico juego de pases para los costados? ¿Quién perdió rápida y repetidamente la pelota en el segundo tiempo cuando su misión era tenerla para que el equipo no sufriera tanto? ¿Quién ninguneó la presencia de Rodrigo Palacio, que no paró de tirarle líneas de pase? ¿Quién le dijo al entrenador que estaba para seguir cuando se lo veía agotado y sin respuestas? ¿Quién es el responsable si el equipo no puede defenderse con la tenencia de la pelota? Riquelme, siempre Riquelme, señores del jurado.
El vehemente abogado a cargo de la fiscalía recuperará del archivo una frase del acusado: “Cuando mi equipo juega mal siento que es por mi culpa”. Y podría terminar su alegato arengando que, por suerte, el seleccionado pudo ganar en su estreno mundialista a pesar de un mediocre partido de Román. ¡Basta de Riquelme-dependencia !
¿Cómo explicar estas sensaciones tan contradictorias? ¿Cómo dejar conformes a dos bandos irreconciliables? ¿Puede ser elogiado el conductor de un equipo a pesar de no haber tenido jamás el registro del partido? ¿Puede ser duramente criticado un protagonista de todas las jugadas más importantes de su equipo en ataque? ¿No da cierta confianza que un futbolista se sienta responsable del rendimiento de su equipo? ¿No provoca cosquilleos que un jugador asegure que al final, casi todo depende de cómo se levante la mañana del partido?
Señores del jurado, Riquelme es así. Tómenlo o déjenlo. No más preguntas. Caso cerrado. Hasta el próximo partido.





