
Para salir de la crisis, hay que invertir en los mejores cerebros

Dicen de él que es algo así como el Messi de la Física Cuántica, solo que, en el campo de la ciencia, la liga española cotiza a la baja en los últimos tiempos. Él juega en la alemana, donde ejerce como uno de los 'capitanes' del Instituto Max Planck de Óptica Cuántica, en Garching, buque insignia de la investigación germana y uno de los centros más importantes del mundo. De sus laboratorios han salido 17 premios Nobel y su presupuesto -en un 90% procedente de las arcas públicas- crece un 5% cada año gracias a un gran pacto de Estado en favor de la innovación y el desarrollo del país. En 2013 alcanzó los 1.600 millones de euros anuales, el 26% de lo que destina este año en España a investigación.
Juan Ignacio Cirac (Manresa, 1965) podría ser el máximo exponente de eso que se ha venido a denominar como "fuga de cerebros" y que algunos llaman "movilidad geográfica". Cual Quijote peleando con molinos de viento, la Universidad de Castilla-La Mancha fue uno de los primeros centros que vio nacer su fulgurante y frenética labor investigadora. Desde entonces, atesora galardones como el Príncipe de Asturias, el Premio BBVA Fronteras del Conocimiento, la prestigiosa Medalla Franklin o el Premio Wolf, en 2013, considerado la 'antesala' de los Nobel. Sus investigaciones para la construcción de superordenadores cuánticos, que reducirían a un simple ábaco las actuales computadoras, lo colocan cada año en las quinielas para el galardón de la Academia Sueca.
Estos días aborda un curso magistral sobre 'Física Cuántica e información' en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander ante un puñado de privilegiados alumnos. En el aula Bringas del Palacio de la Magdalena explica con tino la revolución que supondría la creación de una computadora de este calibre.
Juan Ignacio Cirac (Manresa, 1965) podría ser el máximo exponente de eso que se ha venido a denominar como "fuga de cerebros" y que algunos llaman "movilidad geográfica". Cual Quijote peleando con molinos de viento, la Universidad de Castilla-La Mancha fue uno de los primeros centros que vio nacer su fulgurante y frenética labor investigadora. Desde entonces, atesora galardones como el Príncipe de Asturias, el Premio BBVA Fronteras del Conocimiento, la prestigiosa Medalla Franklin o el Premio Wolf, en 2013, considerado la 'antesala' de los Nobel. Sus investigaciones para la construcción de superordenadores cuánticos, que reducirían a un simple ábaco las actuales computadoras, lo colocan cada año en las quinielas para el galardón de la Academia Sueca.
Estos días aborda un curso magistral sobre 'Física Cuántica e información' en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander ante un puñado de privilegiados alumnos. En el aula Bringas del Palacio de la Magdalena explica con tino la revolución que supondría la creación de una computadora de este calibre.