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Un muchacho de 27 años sufrió una feroz paliza a mano de los custodios de una discoteca de la ciudad bonaerense de Necochea. Sufrió fracturas, pérdidas de conocimiento y podría perder la visión de un ojo.


"Una trompada o una patada más y me mataban”, es el desgarrador relato de Arturo González, salvajemente agredido por patovicas en una discoteca de la ciudad bonaerense de Necochea. Al menos dos custodios del establecimiento nocturno le habrían propinado la voraz paliza, por la que sufrió fracturas, pérdidas de conocimiento y riesgo de perder la visión en un ojo. Sin embargo, no hay detenidos hasta el momento ni tampoco la víctima recibió respuestas desde los responsables del boliche.

Oriundo de la ciudad de La Plata pero asiduo visitante de Necochea en cada fin de semana largo o período de vacaciones, Arturo González, de 27 años, disfrutaba del feriado por el día de la “Diversidad Cultural”. Su plan de diversión y descanso incluía a la discoteca local Tom Jones, como lo hacía en cada estadía en la ciudad balnearia. Sin embargo, la madrugada del último lunes quedaría marcada a diferencia de las anteriores visitas, por la brutal golpiza que sufriría cuando abandonaba el recinto.

“Salía del boliche con mis amigos. Llevaba debajo del brazo dos camperas, una de mi amigo y cuando estaba por llegar a la puerta siento un golpe de atras”, cuenta la víctima. “Después que me golpea me dice ‘¿A vos te gusta robar camperas?’ y me llevan para dentro del boliche”, agrega González.

Luego de una sucesión de golpes, lo arrojan a la vereda y cierran los accesos del establecimiento, mientras el joven platense estaba inconciente. “No recuerdo nada cuando me sacan del boliche, solo que la gente no hacía nada y que un amigo me agarró y me llevó al auto”. Finalmente lo asistieron en el Hospital de Necochea, donde le realizaron dos puntos de sutura en el labio superior, le detectaron fracturas en las costillas y le ordenaron practicarse tomografías en forma periódica ante las reiteradas pérdidas de conocimiento. Así también deberá acudir a un centro oftalmológico cuando su ojo derecho se desinflame, a fin de comprobar el estado de su visión.

En cuanto a los agresores, Arturo deja en claro que “al menos fueron dos pero yo puedo reconocer a uno porque cuando me tiraron a la vereda ya no recordé más nada”. En este sentido, acentuado por la ausencia de los responsables de la disco, la víctima remarca su intención de iniciar acciones legales en el Departamento Judicial de La Plata. Argumentando que “esto no puede quedar así. No le deseo a nadie lo que me hicieron estos violentos”.